El País, 9 de marzo de 2014 |
En absoluto. Si hacemos un repaso por los principales canales de televisión y grandes diarios de Europa, comprobamos que estos analistas responden a una única visión, con diferentes matices: la que respalda las posiciones geoestratégicas de la Unión Europea y EEUU (2).
En los medios españoles, la mayoría pertenecen a grandes think tank controlados por los dos grandes partidos (3). Todos defienden posiciones e intereses de las grandes empresas multinacionales españolas –algunas de las cuales son su sostén económico- y de la OTAN.
Pero lo que no se había visto hasta ahora es que un grupo mediático cree su propio think tank, para avalar con “voces expertas” las informaciones internacionales de sus diarios o canales de televisión.
Es el caso del Grupo Prisa. Su diario de cabecera, El País, apoya su información internacional con las opiniones –presentadas como “análisis independientes”- de investigadores de la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (Fride) (4). Este think tank está presidido por el empresario Diego Hidalgo Schnur, exejecutivo del Banco Mundial, y fundador y actual consejero del Grupo Prisa y de El País (5).
Fride edita la revista norteamericana Foreign Policy en su edición española. Como anécdota que indica su línea política hacia Cuba, esta revista nombró como una las “100 Principales Pensadoras Globales” a la bloguera cubana colaboradora del Gobierno de EEUU Yoani Sánchez (6).
El pasado 9 de marzo, El País publicaba un reportaje titulado “El peligroso efecto de las sanciones”, cuya tesis es que los castigos y embargos de las potencias occidentales –entre ellos el bloqueo norteamericano a Cuba, que el diario define como “sanciones económicas (...) (al) régimen castrista”- son plenamente legítimos, al ser “medidas restrictivas permitidas por el Derecho Internacional” (7). Pero, a la vez, que son ineficientes –porque no consiguen “cambios democráticos”- e injustos -por el sufrimiento civil que generan-.
El diario no distingue entre las sanciones aprobadas por Naciones Unidas y las impuestas unilateralmente por grandes potencias como EEUU, otorgando a estas últimas una velada legitimidad como juez internacional sobre derechos humanos. Y explica que el bloqueo a Cuba es la “penitencia al régimen comunista de Fidel Castro por expropiar tierras y bienes a ciudadanos estadounidenses en la isla”. Habría que recordar que la Revolución cubana no expropió a simples “ciudadanos estadounidenses”, sino a terratenientes y a grandes empresas como la Cuban Telephone Company, la Cuba Electric Company, las petroleras ESSO y Texaco, o las agroindustrias United Fruit Company y Manatí Sugar Company (8). A todas se les ofreció un acuerdo de compensación que nunca aceptaron.
El País legitima las sanciones de Occidente con los argumentos de una batería de analistas ligados a la citada Fundación Fride. Daniel Keohane, su actual Director de Investigación, sostiene que las sanciones son un mal menor, ya que “la otra opción es la guerra” o “la intervención militar en un país” (9). “Esta tesis –apunta el diario- es compartida por casi la totalidad de los expertos que han sido consultados”. Lógico cuando casi todos son de Fride, el centro de estudios ligado al Grupo Prisa.
Es el caso de Richard Younghs, exdirector de Fride, que también es citado en el texto (10). O de Sussane Gratius, que no es presentada como investigadora asociada de Fride, sino como “experta en América Latina” (11). Gratius es autora de numerosos artículos en contra de los procesos de cambio social en América Latina, especialmente contra Venezuela (12). El País también se apoya en las opiniones de Carlos Espósito, quien fue también investigador principal en la Fundación Fride (13).
En su condena a los países que supuestamente violan los derechos humanos, El País no dice una palabra sobre hipotéticas sanciones al Gobierno de EEUU, país con la mayor población carcelaria del mundo, cuyo ejército ha asesinado recientemente a miles de personas en la ocupación de varios países, que realiza sistemáticas ejecuciones extrajudiciales mediante disparos de drones, y que aplica la tortura de manera impune a personas encarceladas –sin cargo alguno- en el penal de Guantánamo, ubicado –además- en un territorio robado a otro país (Cuba) (14).
El reportaje de El País “El peligroso efecto de las sanciones” reconoce al menos, que el bloqueo de EEUU afecta a la ciudadanía cubana, “que sufre –nos dice- los efectos `desastrosos´ de las sanciones”. Una pincelada de sensatez en este periódico que en su día fue de izquierdas y después fue reconvertido en altavoz propagandístico de la OTAN y los intereses occidentales (15) (16).
Notas
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