La última jornada de los 10 días de conmemoraciones tras la muerte de Mandela comenzó con un carro militar portando el féretro desde la casa de Mandela hacia una carpa gigante levantada especialmente para la ceremonia final.
La corresponsal de la BBC Pumza Fihlani dijo que una multitud se acercó a presenciar el paso del convoy que cargaba el féretro cubierto por la bandera sudafricana.
"La gente saludó y algunos gritaron. '¿Quién será nuestro padre?' se lamentó una mujer. Y esa es una pregunta que está en la mente de muchos: ¿Quién será ahora el padre de esta nación?", relató Fihlani.
Al llegar a la carpa, el féretro fue colocado debajo de un atril que utilizaron líderes africanos y familiares de Mandela para recordar su memoria.
El retrato del Premio Nobel de la Paz fue ubicado detrás de 95 velas, representando cada uno de los años de su vida.
El presidente Jacob Zuma recordó que se había tratado de una larga y dolorosa semana para todos los sudafricanos."Mientras el largo camino a la libertad ha terminado en el sentido físico, nuestro propio viaje continúa", añadió Zuma.
Uno de los momentos más emotivos fue cuando habló Ahmed Kathrada, uno de los prisioneros políticos que compartió la cárcel de Robben Island con Mandela, quien confesó que había perdido a un hermano, que su vida estaba vacía y que no sabía cómo continuar.
Por su parte Nandi, una de las nietas del Nobel de la Paz, señaló que los sudafricanos debían parar de apuntarse con el dedo entre ellos y empezar a vivir siguiendo el ejemplo de su abuelo.
Dos de las tres esposas que tuvo Mandela, Winnie-Madikizela Mandela y Graca Machel, escucharon sentadas los tributos.
Entre los presentes también se encontraban el arzobispo Desmond Tutu, un antiguo amigo de Mandela; Carlos, Príncipe de Gales; y la presentadora de televisión estadounidense Oprah Winfrey.
El maestro de ceremonias, Cyril Ramaphosa, explicó al comienzo de la ceremonia que -de acuerdo con las tradiciones de la tribu de Mandela- el entierro tenía que ocurrir al mediodía.
"Una persona de la estatura de Mandela debe ser puesto a descansar cuando el sol esté en el punto más alto y la sombra en su extensión más corta".
Por eso los organizadores intentaron, sin éxito, cortar la parte religiosa del acto cuando los tributos políticos se extendieron demasiado. Pero el obispo Zipho Siwa de la Iglesia Metodista pudo finalmente dar su sermón.
Cuando el féretro fue finalmente colocado en la tumba, helicópteros y aviones de la fuerza aérea sudafricana sobrevolaron el lugar, mientras los cañones disparaban 21 salvas como último saludo.
De acuerdo con la tradición, la tribu Thembu luego llevó a cabo una ceremonia tradicional que incluyó canciones y poemas sobre la vida y los logros de Mandela.
Un buey esperaba para el sacrificio mientras un anciano de la familia se mantuvo cerca del féretro para hablar "con el espíritu del cuerpo".
Mandela falleció en Johannesburgo el 5 de diciembre, sumiendo en el dolor a sus 53 millones de conciudadanos y a millones de personas en todo el mundo, y desatando más de una semana de actos de recuerdo al primer presidente negro de Sudáfrica.
"Es el fin de 95 años gloriosos de un combatiente por la libertad, un dedicado y humilde servidor del pueblo de Sudáfrica", dijo el presidente Jacob Zuma en su panegírico en la ceremonia.
"Aunque el largo camino hacia la libertad ha terminado en el sentido físico, nuestro propio viaje continúa. Tenemos que continuar construyendo el tipo de sociedad en cuya construcción trabajaste sin descanso. Tenemos que llevar adelante el legado", dijo.
Más de 100.000 personas han rendido sus respetos en persona en la capilla ardiente colocada en Union Buildings, en Pretoria, donde asumió el cargo de presidente, un acto que acabó con más de tres siglos de dominio blanco.
Cuando su cadáver llegó el sábado a la localidad e sus ancestros en Qunu, a 700 kms al sur de Johannesburgo, fue saludado por residentes locales eufóricos de que Madiba, el nombre del clan por el que afectuosamente se le conoce, hubiera "vuelto a casa".
"Tras una larga vida y enfermedad, ahora puede descansar", dijo la abuela Victoria Ntsingo. "Ya ha hecho su trabajo", añadió.
En todo el país, la población siguió en televisión el acto o lo escuchó por la radio. En algunos lugares, grandes pantallas lo transmitieron en directo.
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