Los desafíos de Raúl y Díaz-Canel

Norelys Morales Aguilera.- La elección de Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez como primer vicepresidente de Cuba ha desatado los comentarios lógicos y otros de políticos o de diletantes de la política, contra la Isla con las mismas muletillas de siempre: “castrismo”, la “situación en Cuba”, “la renovación”… Las huestes mediáticas anticubanas vienen por el discurso de Estados Unidos.

El Gobierno de EE.UU. ha considerado insuficiente la promoción al insistir en que, sin las debidas reformas democráticas, el nombramiento "no será un cambio fundamental" en la isla, según un despacho de Efe.

En rueda de prensa Patrick Ventrell, un portavoz del Departamento de Estado dijo: "Mantenemos nuestra esperanza de que llegará el día en que el pueblo cubano obtendrá la democracia, cuando tengan la oportunidad de elegir libremente a sus propios líderes en un proceso democrático abierto y gocen de las libertades de expresión y asociación sin temor a represalias. Claramente no estamos allí todavía". ¿Dónde quiere Estados Unidos ver a Cuba?

Entre Washington y La Habana se han acumulado en el curso de las últimas cinco décadas una voluminosa cantidad de tópicos pendientes en las relaciones bilaterales, pero la pretensión imperial campea en el campo legislativo como un nudo gordiano, a pesar de declaraciones sensatas como las realizadas por el legislador demócrata James McGovern.

McGovern, quien recientemente viajó a La Habana como parte de una delegación de siete congresistas, una de las de más alto nivel en los últimos tiempos, declaró a la cadena televisiva CNN, que su país debe reevaluar y tener una política más madura hacia la nación caribeña para poder pensar en la normalización de las relaciones.

No es fácil que tal actitud entre en el campo del Congreso de Estados Unidos forzados por su propia política aislacionista y agresiva contra Cuba y presa de la mafia anticubana asentada básicamente en La Florida.

Un repaso a las leyes que aplican contra la Isla y tienen que revisar es ilustrativo.

Pero, una sola de esas leyes, Ley Helms-Burton, codificó todas las normas, regulaciones, leyes y órdenes presidenciales adoptadas desde 1962 con relación al bloqueo económico financiero y comercial impuesto a Cuba, sin importar su jerarquía normativa. De esta forma toda la legislación en materia de bloqueo fue elevada al rango de ley y las facultades que le habían sido encomendadas al Presidente de los Estados Unidos en la Ley de Ayuda Exterior para enmendar o dejar sin efecto todas las disposiciones legislativas referidas al bloqueo, pasaban ahora al Congreso.

¿Al “paso que caminan las cosas de Palacio” resultaría evidente que sin la voluntad política requerida Estados Unidos pueda poner fin al bloqueo sin que Cuba renuncie a su independencia como reiteradamente la comunidad internacional ha solicitado a Estados Unidos?

En los próximos cinco años en que el presidente Raúl Castro conduzca el estado cubano tendrá que lidiar con el bloqueo junto a todo el pueblo, su partido comunista y su parlamento nacional, además de modernizar el socialismo y hacer avanzar la economía, entre otros tópicos.

Así es que si Díaz-Canel fuera elegido el próximo presidente cubano tendrá frente a sí los mismos desafíos que tiene la Isla hoy, en primer lugar la independencia frente a la pretensión de Estados Unidos de intervenir en los asuntos de la Isla y devolverla al pasado en que hacía y deshacía con dictaduras reales y gobiernos entreguistas.|Especial para Cubahora.cu


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