El consumo convertido en obligación societaria exige conformismo, esto es no discutir el orden existente, que obliga a buscar en lo superfluo la satisfacción de necesidades profundas y reales —satisfacción que es escamoteada por obra y gracia de modas vertiginosas y sucesivas que convierten la reflexión en actividad indeseable o decididamente antisocial.
El pacto que nos hace en remedo de Fausto no se firma con sangre, se establece mediante la tarjeta de crédito o de consumo, y no lo constituye el acuerdo con el demonio, sino un paseo por los centros de compras urbanos. Son productos de uso y consumo personal y familiar —muchos de ellos incluso nocivos para el bienestar del cuerpo— los que facilitan el espejo para constatar el sueño de la juventud y del bienestar.
Al final del camino no existe la entrada al Infierno, nos espera en cambio el cobro de cada mercancía y el salvaje aliento de darnos cuenta que perdimos la vida detrás de objetos y sabores inútiles por los que, en el fondo, hemos pagado una vida de trabajo.
Por ello no resulta ilusorio pensar que de cierto es posible construir un mundo mejor. Y por ello más de 600 organizaciones sociales de base que agrupan orígenes distintos, geografías distantes, oficios diversos, modos de pensar incluso contradictorios se vienen hermanando ya por dos décadas, para buscar en común y horizontalmente respuestas a la brutalidad obscena del orden contemporáneo. Hablamos del Foro de São Paulo que tuvo lugar en Caracas y que cerró sus actividades por este año el seis de este mes.
Este vídeo de Arcoiris TV recoge en 10 minutos el saludo del periodista Ignacio Ramonet a la masiva reunión. La breve alocución del director de Le Monde Diplomatique en castellano —uno de los periodistas más destacados del mundo— bien puede servir como primera aproximación a un esfuerzo multinacional ciudadano que sin duda merece difundirse.
Fuente: Sur y Sur
No hay comentarios.:
Publicar un comentario