Dijeron que nunca sucedería otra vez. Bueno, no se den la vuelta, pero la Florida ya está bien encaminada para que se roben otras elecciones, se lee en el artículo "De regreso al futuro: el amañado de las elecciones en la Florida", publicado por Bill Press en Progreso Semanal.
Todos recordamos a la Florida en el 2000. Unos pocos meses antes de las elecciones, la secretaria de estado de la Florida (Katherine Harris) eliminó de los registros de electores a cientos de miles de “electores inelegibles” –que casualmente eran negros e hispanos (v.g., demócratas). El jefe de la secretaria de estado (Jeb Bush) casualmente era el hermano del candidato presidencial republicano. El número de electores eliminados era mucho mayor que el margen de 537 por medio del cual el Tribunal Supremo aseguró que George W. Bush ganó en el estado. Así que la purga de la Florida, no el voto popular en toda la nación, decide el próximo presidente de Estados Unidos.
¿Nunca sucederá otra vez? Está sucediendo ahora. Cinco meses antes de las elecciones de noviembre, un gobernador republicano (Rick Scott) ordenó a su secretario de estado (Ken Detzner) purgar los registros de supuestos “electores inelegibles” –los cuales, nuevamente, por casualidad son sobre todo minorías raciales (demócratas). Según las inmortales palabras de Yogi Berra es “déjà vu, otra vez".
Scott patrocinó la ley de la Florida de supresión de electores, recientemente aprobada, la cual socava de varias maneras los derechos electorales: reducción en la mitad del tiempo de votación; proscripción del voto a ex delincuentes que ya hayan cumplido su condena, lo que echa atrás la acción del anterior gobernador republicano Charlie Crist; nuevas y onerosas restricciones a las campañas de inscripción de votantes; y eliminación de no ciudadanos del registro de electores. El secretario de estado Ken Browning renunció en febrero al negarse a poner en práctica el plan de Scott. Para sustituirlo, Scott nombró a Detzner.
El primer objetivo de Detzner: 182 000 floridanos que están inscritos como electores, pero no tienen licencia de conducción y por lo tanto se supone que no sean ciudadanos. Esta semana, los primeros 2 600 en la lista recibieron una carta que les informaba: “Usted no es ciudadano de Estados Unidos, pero está inscrito como elector”. Los residentes pueden solicitar una audiencia con el supervisor de elecciones dentro de los siguientes 30 días para demostrar su condición de ciudadanos. O simplemente renunciar a su derecho al voto.
Scott hubiera sido más honesto si simplemente admitía que su objetivo era privar de su derecho al voto a cuanto demócrata fuera posible. The Miami Herald descubrió que dos terceras partes de las cartas fueron enviadas a Miami-Dade, un condado muy demócrata que dio a Obama un margen de 17% sobre John McCain en 2008. Y 58% de las cartas fueran enviadas a residentes hispanos, a pesar de que los hispanos solo son el 13% de los
electores inscritos en el estado.
Entre los que se sorprendieron al recibir la carta estaba Bill Internicola, de 91 años, un veterano de la 2da. Guerra Mundial, nacido en Brooklyn, que combatió en la batalla de las Ardenas y fue condecorado con la Estrella de Bronce. Internicola, demócrata de toda la vida que se inscribió como elector en la Florida en 1991 y desde entonces ha votado con frecuencia, tenía una sola pregunta para el supervisor electoral: “¿Está usted loco?”
Pero he aquí el problema. No es solo la Florida. El Estado del Sol es solo uno más de 20 estados, dirigidos por gobernadores republicanos, donde se han aprobado durante el último año las llamadas leyes de “reforma electoral” –en realidad leyes de supresión de electores. Basándose en un modelo de legislación suministrado por el Concejo de Intercambio Legislativo Norteamericano (ALEC), financiado por les hermanos Koch, tiene como objetivos a personas de la tercera edad, estudiantes, los pobres y minorías raciales al restringir el derecho al voto de diferentes maneras. Muchos estados, que colectivamente poseen 171 de los 270 votos electorales necesarios para ganar la presidencia, exigen ahora una identificación oficial con foto emitida por el gobierno. El voto temprano es eliminado o limitado. No se puede inscribir un votante el Día de Elecciones. Ya no se permite el voto un domingo antes de las elecciones, día en que las iglesias negras llevan a las “almas a las urnas”.
Los republicanos justifican sus intentos por suprimir el voto advirtiendo acerca del fraude electoral –de lo cual no existe evidencia alguna. Una encuesta en 2011 por el Centro Brennan para la Justicia encontró que el fraude electoral es “extremadamente escaso”. El estado de Washington, por ejemplo, informó de una tasa de fraude electoral de 0,0009%; Ohio tan solo 0,00004%. Hay más probabilidades de que le caiga a uno un rayo.
Los republicanos también insisten en que todo el mundo tiene una identificación con foto. Una vez más, no es cierto. El Centro Brennan llegó a la conclusión de que más de 21 millones de norteamericanos no poseen identificación con foto aprobada por el gobierno. LA NAACP (Asociación Nacional para el Desarrollo del Pueblo de Color) estima que como 25 por ciento de los afro-norteamericanos no poseen una identificación apropiada. Y muchos no pueden pagar para obtenerla.
Y ahora viene lo más atemorizante: tal como reportó Think Progress, el Washington Post y el Wall Street Journal no han publicado un solo artículo acerca de las leyes de supresión del voto aprobadas en un estado tras otro. The New York Times solo ha publicado uno. Estas leyes son la mayor amenaza a la democracia en nuestros tiempos, pero los medios prefieren hablar de Donald Trump.
Bill Press es el anfitrión de un programa diario de radio distribuido nacionalmente, y autor de un nuevo libro, La máquina de odio contra Obama, a la venta ya en librerías. Pueden escuchar “The Bill Press Show” en su sitio web www.billpress.com. Su correo electrónico es bill@billpress.com .
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