Desastre del gas de esquisto para combustible, ¿barato siendo muy contaminante? [+ video]

A pesar de todas la evidencias en contra de la explotación del gas natural de esquisto, los políticos, así como las empresas dedicadas a eso, han realizado una intensa campaña a favor de esa energía, señalando que es "una panacea para Estados Unidos, la cual ofrece un combustible que es tanto más limpio, así como más seguro que depender de fuentes externas de energía".

Y, en efecto, Obama está enfatizando mucho que el gas natural de esquisto es el futuro de Estados Unidos y que las reservas con que el país cuenta durarán más de un siglo. Además, en sus discursos agrega que así Estados Unidos ya no dependerá de inestables países, como los árabes, para proveerse de energéticos. Este factor, sobre todo, la baja o nula dependencia del petróleo importado, es el que ha alimentado más el factor nacionalista que está impulsando que casi todos los estadounidenses estén de acuerdo en la explotación de dicho gas, ignorando o minimizando los graves daños y riesgos que se están gestando o ya existen.

Incluso, muchos sectores industriales han llegado más lejos, al afirmar que Estados Unidos va a convertirse de importador a exportador de energéticos. Y en medio de la actual crisis económica, la posibilidad de recibir ingresos extras que la mitiguen, de generar empleos, pues es otra sobrevalorada y exagerada razón para darle con todo a la explotación del gas de esquisto.

Un video producido por la organización no gubernamental linktv.org, muestra un reciente estudio coordinado por Earth Focus y la Ecologist Film Unit de Inglaterra, realizado en Estados Unidos, en el depósito de esquisto conocido como Marcellus Shale, el cual abarca parte de los estados de Pensilvania, Virginia Occidental, Ohio, Nueva York e incluso algo del lago Erie.

Ese depósito ya tiene algunos años explotándose (Halliburton es la empresa pionera que comenzó a aplicar el fracking allí) y se calcula que podría proveer de gas natural a todas las necesidades energéticas que lo emplean en Estados Unidos durante alrededor de catorce años... claro que a un costo ambiental y para la salud humana muy alto, como se explica en dicho documental.

Una de las escenas iniciales muestra a un hombre que está a un lado de un envase plástico. Dentro y fuera del envase circula agua. Del tope del envase sobresale un tubo. De dicho tubo sale una flama azulosa. Más adelante, el hombre, un granjero, explica que esa agua sale de un pozo y es supuestamente "potable", pero que ya ha sufrido contaminación de metano, entre otras cosas, debido a que cerca hay un pozo extrayendo gas natural de un depósito de esquisto. O sea, que es agua inflamable.

Por supuesto que ha dejado de ser potable. La investigación, realizada en el condado de Bradford, en el noreste de Pensilvania, también ofrece el testimonio de otras familias cuyos problemas con la contaminación del agua entubada, "potable", que usan, comenzaron desde que se establecieron pozos que explotan gas natural. Una mujer comenta que el agua huele a gas, como el que se emplea para cocinar. Otra mujer dice que su calidad de vida está totalmente arruinada, pues el agua potable no es una mercancía, sino una necesidad. "

Es mi vida, sin agua, no es posible vivir. Estoy muy, pero muy enfadada por el grave problema que esas personas han ocasionado, que atenta contra nuestras vidas. Cuando lavamos los trastes, en el fondo quedan aceitosos, así, como si fuera diesel. Me tengo que poner loción en las manos cada que uso el agua. No sirve para nada así!". Una granjera orgánica también ofrece su testimonio, mientras se muestran imágenes de un par de caballos, en los que pueden verse los daños ocasionados en el pelaje de su cuello por el agua contaminada que beben. "¡No es posible que el gobierno les permita hacer eso, que mezclen el agua con químicos que no pueden estar en la tierra, que pueden dañar a mi familia y a la gente que me rodea, eso debería de prohibirse. Muchos granjeros mejor están vendiendo sus tierras, pues no pueden con los problemas que nos traen esas empresas y prefieren obtener dinero a cambio. Pero eso está ocasionando que muy pronto desaparezcan los pocos granjeros que aún quedan y eso va a ser muy grave!".

También el documental inicia sosteniendo que el agua desechada que está contaminando los acuíferos, además de los químicos empleados, contiene sustancias radioactivas, como el radio 226 (radium 226).

Se ofrece el testimonio del profesor Tony Ingraffea, académico de ingeniería en la universidad de Cornell, pionero y experto en el estudio del método del fracking y sus consecuencias. "El problema es que la explotación de gas natural en Pensilvania apenas lleva tres años, de un plan que pretende durar treinta. Hay alrededor de dos mil pozos por ahora, pero cada día tres o cuatro se incorporan. Y la industria energética planea construir tres o cuatro mil pozos cada año durante los próximos treinta y si pueden hacerlo, también lo harán así en Nueva York", comenta el profesor, refiriéndose a que, por ahora, Nueva York ha prohibido la perforación de pozos en su territorio, aunque, por otro lado, irónicamente deja que el agua desechada se almacene en los sitos de desecho que tiene para ello.

Justo el hecho de que los pozos extractivos se deben establecer cerca de fuentes de agua, puesto que el fracking es un método de empleo intensivo de ese vital recurso, ha ocasionado que no sólo se sobreexplote el agua, sino, como ya he comentado, se contamine grave e irreversiblemente. Lou Allstadt, ex vicepresidente de la empresa Mobil, comenta que es realmente una locura haber permitido que tales pozos puedan estar a 45 metros de ríos o fuetes de agua potable. "¡Eso es verdaderamente irracional!", comenta consternado.

Otro experto, el señor James Northrup, ex inversionista en empresas energéticas (quizá por ello haya dejado de serlo, ¿no?), también ofrece su testimonio. "Ninguno de los agentes químicos que se emplean son potables, metanol, glicol... alrededor del uno por ciento de la mezcla que se emplea para extraer el gas son varios químicos, pero haga las cuentas, eso significa ¡cinco mil galones (19,000 litros) por pozo! Así que si hubiera cerca ocho pozos, eso serían cuarenta mil galones (152,000 litros) de sustancias químicas tóxicas!".

En efecto, el problema es que esa agua ya contaminada, realmente no puede tratarse, no al menos para otros usos que no sean en la extracción del gas, además de que es empleada intensivamente, pues cada pozo utiliza al año ¡tres millones ochocientos mil litros! Como la proporción de agua gastada es mayor que la que puede procesarse para que pueda usarse nuevamente, se están destinando masivos depósitos para almacenarla, pero como en Pensilvania, en donde se concentra la mayor producción, no se cuenta con suficientes pozos de desecho - los que también representan un muy grave problema en gestación, como menciono más adelante -, se deben de buscar nuevos sitios para almacenarla, como en Nueva York, estado que ya comenté que no ha permitido aún que se perforen pozos, pero sí deja, irresponsablemente, que se deseche en su territorio el agua contaminada.

Por otro lado, el transporte de los crecientes volúmenes de gas natural, así como del agua contaminada, ha incrementado muchísimo el tráfico de tráileres-pipa, los que han hecho de antaño tranquilos poblados, como Bradford, ruidosos lugares en donde esos transportes pesados circulan las 24 horas del día, sin parar, como se queja uno de los habitantes, que señala que antes podían ponerse a platicar en el pórtico de sus casas y ahora eso ya no es posible.

Además, señala James Northrup, el ex inversionista, un muy grave problema adicional que podría presentarse, en caso de que un camión que transportara agua contaminada se accidentara cerca de un río y su contenido se vaciara en las aguas de aquél, sería terrible, se produciría un serio problema ambiental. Ahora, imaginen que a diario circulan miles de tales vehículos, pues las probabilidades de ocurrencia se incrementan cada día.

Y, como ejemplo, se ofrece el testimonio de un hombre cuyo sueño al retirarse era vivir tranquilo, en medio del bosque. Y nada más fue que llegó una empresa extractora a establecerse muy cerca de su hogar, que los problemas comenzaron. En una ocasión, por un accidente, hubo una fuga de agua contaminada, que resbaló hacia las tierras aledañas, las que contaminó, pero además llegó a un pequeño lago, ubicado a un lado de la casa del hombre, al que también contaminó. "Antes, lo único que usted escuchaba aquí en las noches era el latido de su corazón. Ahora, todo está completamente devastado. Las tierras están contaminadas y también el estanque... ya no hay peces, ni ranas, ni tortugas. Tenemos problemas de salud, el agua de la llave está contaminada con plomo y nos han recomendado no beberla. ¡Lo que antes era el cielo, ahora es el infierno!".

Señala el profesor Ingraffea que la estimación del Departamento de Preservación Ambiental de Pensilvania es de un serio accidente que dañara severamente al ecosistema por cada cincuenta pozos. Al parecer, sería un riesgo mínimo. Pero como aclara el profesor, eso es acumulativo y se debe tener en cuenta que cada vez habrá miles y miles de pozos más, unos 400 mil, lo que creará un efecto acumulativo de potenciales daños al ambiente. "Por eso usted no puede ver los problemas ahorita - le dice al entrevistador -, pero regrese en diez años y verá lo que sucederá".

Como muestra, se ofrece el testimonio de un ex empleado de un pozo extractivo que se ríe de que el gobierno diga que sí están "bien regulados". "Sí, uno o dos, pero el resto, el 95%, no lo están. Yo he visto lo terrible que son esas fugas. ¡Allí, en la montaña, eran cientos de galones y galones de un líquido rojizo, corrosivo, que salían, se regaban en la cima, y luego resbalaban por las laderas! Mentira que estén reguladas".

Pero, como señalé antes, no sólo la preocupación de los ambientalistas y los científicos que estudian el problema son los químicos, sino que además el agua desechada está contaminada también con sustancias radioactivas, como el radio 226, el cual se ha comprobado que existe en grandes cantidades en los depósitos de esquisto. Al respecto, Northrup señala que "el radio es una sustancia radioactiva, mortal, cancerígena, y el nivel que existe en Marcellus es 267 veces mayor al que el ser humano puede tolerar, o sea, que lo puede matar. También existe evidencia de que esos depósitos son ricos en uranio y otros compuestos radioactivos. Como dije, el radio es carcinógeno, así que todos esos materiales se están llevando a la superficie cuando hay derrames y eso va a ocasionar terribles consecuencias, pues se está contaminando el medio ambiente con sustancias que antes no existían allí".



[Tomado del artículo de Adán Salgado Andrade “El gas natural de esquisto, el regreso a las energías baratas, pero muy contaminantes”]

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