Pepe Escobar.- Se pelean como los buitres sobre los cadáveres. El
ministro francés de defensa dijo que le habían agarrado con un avión de combate
Rafale que disparó contra el convoy en el que iba- El Pentágono dijo que le
habían agarrado disparando un misil Hellfire desde un Predator. Después, un
herido coronel Muamar Gadafi buscó refugio en una mugrienta alcantarilla por
debajo de una autopista –un eco espeluznante del “agujero” de Sadam Husein- donde
fue encontrado por los “rebeldes” del Consejo Nacional Transitorio (CNT),
quienes, como era de esperar, le ejecutaron.
Abdel-Jalil Abdel-Aziz, un doctor libio que acompañó
el cadáver de Gadafi en una ambulancia y que le examinó, dijo que murió de dos
balas, una en el pecho y otra en la cabeza.
El CNT –que ha
estado vendiendo mentiras, mentiras y más mentiras durante meses- jura que
murió en un “fuego cruzado”. Puede que fuera una turba. Puede que fuera
Mohammad al-Bibi, que ostentaba una gorra de baseball de los Yankees de Nueva
York y quien posó para el mundo entero blandiendo la pistola dorada de Gadafi,
su billete quizá para recoger la considerable suma de 20 millones de dólares
ofrecidos como botín por Gadafi “vivo o muerto”.
Todo resulta cada vez más curioso si uno recuerda que eso es
exactamente lo que la secretaria de estado de EEUU, Hillary Clinton, había
anunciado en su meteórica visita a Trípoli cuarenta y ocho horas antes, que
Gadafi sería “capturado o asesinado”. El Hada Queenie [*] satisfizo los deseos
de Clinton, que se enteró de los hechos observando la pantalla de una
BlackBerry, y reaccionando con el terremoto semántico “¡GUAU!”.
Para los ganadores, el botín. Todos ellos lo hicieron:
la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), el Pentágono y el CNT.
En el momento en que una resolución de las Naciones Unidas imponiendo una zona
de exclusión aérea sobre Libia se convirtió en un permiso para cambiar el
régimen, el plan A fue siempre capturarle y matarle. Asesinato selectivo, esa es
la política oficial de la administración Obama. No había plan B.
Deja que te proteja bombardeándote
En cuanto a la R2P (“responsabilidad para proteger” a
los civiles), cualquier escéptico debería aferrarse a la explicación del
secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen: “La OTAN y nuestros
socios han puesto en marcha con éxito un mandato histórico de las Naciones
Unidas para proteger al pueblo de Libia”. Cualquiera que quiera revisar la
protección de la OTAN a los civiles sólo necesita saltar a una camioneta y
llegarse hasta Sirte, la nueva Faluya.
Las reacciones han sido muy instructivas. El burócrata
del CNT Abdel Ghoga se fue al Coliseo del Imperio Romano y dijo: “Los
revolucionarios tienen la cabeza del tirano”.
El presidente de EEUU Barack Obama dijo que la muerte
de Gadafi significa que “estamos viendo la fortaleza del liderazgo
estadounidense por todo el mundo”. Eso es como lo de “le agarramos”, todo lo
que uno podía esperar, considerando también que Washington pagó no menos del 80%
del coste de la operación de esos ceporros de la OTAN (alrededor de 1.000
millones de dólares, que los Ocupas de Wall Street harían bien en denunciar
porque ya podían haberse dedicado a crear empleo en EEUU). Qué extraño decir
ahora “lo hicimos”, porque la Casa Blanca dijo siempre que esto no era una
guerra, que era algo “cinético”. Y que ellos no iban a encargarse.
Parece que fue ese mayestático estratega de la
política exterior, el vicepresidente estadounidense Jo Biden, quien resultó ser
más descarnadamente instructivo que Obama: “En este caso, EEUU ha gastado 2.000
millones de dólares y no ha perdido ni una sola vida. Esta es una buena receta
sobre cómo tratar con el mundo para avanzar con más rapidez que lo hicimos en
el pasado”.
Mundo, ya estás advertido, así es como el imperio va a
tratarte a partir de ahora.
Siente de cerca mi tan humanitario amor
Por tanto, felicitaciones a la “comunidad
internacional”, que como todo el mundo sabe se compone de Washington, unos
cuantos miembros inútiles de la OTAN y los tan democráticos centros neurálgicos
del Golfo Pérsico como Qatar y los Emiratos Árabes Unidos (EAU). Esa comunidad,
al menos, adora los resultados. La Unión Europea (UE) saludó “el fin de una era
de despotismo”, cuando hasta prácticamente el jueves estaban acariciando el
casquete que coronaba las túnicas de Gadafi y ahora están en un sin vivir
fabricando editoriales sobre el reinado de 42 años del “bufón”.
Gadafi habría sido sobre todo un huésped molesto de la
Corte Penal Internacional en La Haya, porque habría disfrutado recordándoles a
todos los besamanos, los cálidos abrazos y los acuerdos jugosos que Occidente
estaba mendigando cerrar después de que fuera promovido de “Perro Loco” (Ronald
Reagan) a “nuestro hijo de puta”. También iba a deleitarse detallando todos los
turbios antecedentes de esos oportunistas que ahora intentan pasar por
“revolucionarios” y “demócratas”.
En cuanto a los conceptos del derecho internacional,
yacen en una alcantarilla tan inmunda como esa en la que se refugió Gadafi. Al
menos, el dictador Sadam consiguió un remedo de juicio ante un tribunal
arbitrario e irregular antes de reunirse con el verdugo. Osama bin Laden fue
sencillamente finiquitado, estilo asesinato, tras una invasión territorial de
Pakistán. A Gadafi se lo cargaron con una mezcla de guerra aérea y asesinato.
Los buitres del poder están congestionando los cielos.
Mohammed El Senusi, que vive en Londres, el heredero del trono libio (el rey
Idris fue derrocado en 1969) está listo para pasar a primer plano y ha dejado
bien claro ya que “es un servidor del pueblo libio y que son ellos quienes
deciden lo que quieren”. Traducción: Quiero el trono. Obviamente es el
candidato favorito de la contrarrevolucionaria Casa de los Saud.
¿Y qué hay de todos esos burros de los think tank de
Washington farfullando que este ha sido como el “momento Ceausescu” de la
Primavera Árabe? Si tan solo el dictador rumano hubiera mejorado los niveles de
vida de su país –en términos de sanidad gratuita, educación gratuita,
incentivos para los recién casados, etc.- en una fracción de lo que Gadafi hizo
en Libia… Más el hecho de que Nicolae Ceausescu no fue depuesto con un
bombardeo “humanitario” de la OTAN. Solo un idiota podía haberse tragado la
propaganda de las más de 40.000 bombas “humanitarias” de la OTAN que han
devastado la infraestructura de Libia hasta devolverla a la Edad de la Piedra
(Conmoción y Pavor a cámara lenta). Esto nunca tuvo nada que ver con la R2P, el
inmisericorde bombardeo de civiles en Sirte así lo demuestra.
Como los cuatro miembros importantes del BRIC sabían
incluso antes de que se votara la Resolución 1973 de la ONU, iba de que la OTAN
controlara el Mediterráneo como si fuera su lago, iba de la guerra del AFRICOM
contra China y de levantar una base estratégica clave, iba de los franceses y
los británicos consiguiendo jugosos contratos para explotar los recursos
naturales de Libia en su beneficio, iba de Occidente ajustando la narrativa de
la Primavera Árabe después de que les hubieran pillado desprevenidos en Túnez y
en Egipto.
Escuchen los brutales quejidos
Bienvenidos a la nueva Libia, donde intolerantes
milicias islamistas convertirán las vidas de las mujeres libias en un infierno
viviente. Cientos de miles de africanos subsaharianos –todos los que no hayan
podido escapar- serán perseguidos sin piedad. Se saqueará toda la riqueza
natural del país. Toda la colección de misiles antiaéreos de los que se han
apropiado los islamistas será una razón sumamente convincente para la “guerra
contra el terror” en el norte de África se eternice. Habrá sangre, sangre fruto
de guerra civil, porque Tripolitania se negará a quedarse subdesarrollada como
se quedó Cirenaica.
En cuanto a todos los dictadores que quedan por todas
partes, ya pueden conseguirse una póliza de seguro de vida de la OTAN S.A.;
Hosni Mubarak de Egipto, Zine al-Abidine Ben Ali de Túnez y Ali Abdullah Saleh
del Yemen fueron lo suficientemente listos como para agenciársela. Todos
sabemos que nunca habrá R2P para liberar a los tibetanos o los uygures, ni al
pueblo del GULAG monstruoso que es Myammar, o al pueblo de Uzbekistán, o a los
kurdos en Turquía, o a los pastunes a ambos lados de la imperialmente trazada
Línea Durand.
Sabemos también que cambiar a un mundo en el que
podamos creer será el día en que la OTAN haga respetar una zona de exclusión
aérea sobre Arabia Saudí para proteger a los chiíes en la provincia oriental,
con el Pentágono lanzando una alfombra de Hellfire sobre esos miles de
medievales y corruptos príncipes de la Casa de los Saud.
No habrá tal. Mientras tanto, es el modo habitual de
acabar de Occidente, con un golpe violento de la OTAN y mil brutales e ilegales
quejidos. ¿Asqueados acaso? Consigan una máscara a lo Guy
Fawkes y armen la de Dios es Cristo.
N. de la T.:
[*] Argot referido a los billetes de 20 dólares con la
reina de Inglaterra en el reverso.
Pepe Escobar es autor de “Globalistan: How the
Globalized World is Dissolving into Liquid War” (Nimble Books, 2007) y “Red Zone Blues: a
snapshot of Baghdad during the surge”. Su último libro
es “Obama does Globalistan” (Nimble Books, 2009).
Puede contactarse con él en: pepeasia@yahoo.com
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