Con ese dinero la USAID, entre otras organizaciones injerencistas de EE.UU., contrata a personas como Gross para subvertir a Cuba. Gross es un técnico y dice que no se mete en política, pero su gobierno que como buen ciudadano él respetaría, se burla de sus intenciones y hasta de su ingenuidad si nos guiamos por sus propias palabras, según el documento que se dice enviado por el abogado del contratista:
“Para los efectos de este proceso, quiero manifestarme absolutamente claro y sin ambigüedades: nunca he actuado, ni actuaría intencionalmente a sabiendas de hacer algo personal o profesionalmente para subvertir un gobierno o sistema político, o hacer daño a nadie, esté o no de acuerdo con el mismo. Fuera de Estados Unidos, mi opinión política es totalmente irrelevante para mi trabajo…” [Llevo equipamiento pero, no me importa quién ni cómo se use. No es mi trabajo, se comprende.]La aprobación de 20 millones de dólares de su presupuesto evidencia que el gobierno de Estados Unidos públicamente continuará realizando actividades subversivas como lo ha hecho desde hace años. Gross pudo ignorar lo que su gobierno dice a contratistas como él, pero no llegó a Cuba para llevar material a la comunidad judía han dicho los líderes de esa comunidad. Si Gross lo creyó eso no lo libera de haber cometido delito tanto en Cuba como sería en Estados Unidos.
En otro párrafo de su declaración el ciudadano norteamericano escribe:
“Y sí, sin ambigüedad, lamento profundamente que mis acciones hayan sido malinterpretadas como nocivas y como una amenaza contra la seguridad y la independencia de Cuba. Sin duda, esto va en contra de lo que eran mis intenciones. Si lo hubiera sabido antes de viajar aquí, o si hubiera sido informado por las autoridades cubanas como debió suceder en el aeropuerto, nunca -repito- nunca habría traído nada aquí..."
Si Gross "no lo sabía", al menos alguien sabía de sus actividades: Marc Wachtenheim, colaborador de la CIA, y el hombre que hasta 2010 fue el director del programa Cuba en la Fundación Panamericana para el Desarrollo (FUPAD), una ONG fundada por mandato de la OEA que está entre las principales receptoras de fondos de la USAID.
Wachtenheim, quien se comunicaba con Raúl Capote, Daniel para la seguridad del Estado cubana, por medio de un BGAN hasta fines del pasado año, en conversación vía Internet por medio del chat, envió a Capote un aviso urgente: deshacerse del "aparato" aquel.
"Nunca lo uses más (…) Si te lo encuentran, se complicarían las cosas para ti, para nosotros, y para alguien más que está preso", le advirtió en evidente alusión al contratista estadounidense Alan Gross, pocas semanas antes de que se iniciara su juicio en La Habana.
Siendo Wachtenheim de la CIA, esta sabía de las actividades de Alan P. Gross. El gobierno de Estados Unidos no puede librarse de su responsabilidad con el contratista supuestamente engañado.
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En busca de caras nuevas
Declaración de Alan P. Gross, 243444, Ref: Expediente Preparatorio 59 de 2009, Caso Número 1/11
4 de marzo de 2011
“Mis padres me inculcaron los valores de honestidad, compromiso con la familia y la comunidad, así como la voluntad de trabajar fuertemente para apoyar estos valores, que han mantenido vital importancia a lo largo de mi vida y carrera profesional. Mis casi cuatro décadas de dedicación al desarrollo económico y comunitario han sido muy influidas por estos valores, y es por eso que la mayor parte de mi trabajo se ha volcado a ayudar a la gente a mejorar sus vidas, sin importar sus antecedentes sociales, políticos, religiosos o étnicos, e independientemente del lugar donde les ha tocado vivir. Es sólo por accidente de nacimiento que doy este testimonio en inglés como ciudadano estadpunidense. Si mi familia hubiera permanecido en su lugar de nacimiento y hubiera sobrevivido a las atrocidades de la Alemania nazi, yo podría haber estado hablando ante ustedes en checo. Sin embargo, mis valores, no serían diferentes.
“Mi esposa por casi 41 años me recordó recientemente que ella está sorprendida de que yo haya mantenido mis ideales y que siga siendo una persona en la que se puede confiar. Supongo que soy confiable en extremo, porque seguramente no estaría hoy aquí de serlo menos o si no tuviera todavía conmigo, junto a mis ideales, mis valores.
“Para los efectos de este proceso, quiero manifestarme absolutamente claro y sin ambigüedades: nunca he actuado, ni actuaría intencionalmente a sabiendas de hacer algo personal o profesionalmente para subvertir un gobierno o sistema político, o hacer daño a nadie, esté o no de acuerdo con el mismo. Fuera de Estados Unidos, mi opinión política es totalmente irrelevante para mi trabajo. Cómo una nación soberana, otra que no sea Estados Unidos, se gobierna a sí misma no es asunto mío, ni es parte de mi trabajo o negocio expresar opiniones sobre el gobierno de cualquier país donde soy un invitado.
“Mis padres me inculcaron otros valores, uno de los cuales es el respeto. Yo respeto la soberanía de Cuba. He aprendido de mis padres y de la experiencia acumulada que el respeto es algo que uno debe tener para poder recibir. Por seguro, no tenía intención de faltar al respeto o dañar al gobierno o al pueblo de Cuba.
“Y sí, sin ambigüedad, lamento profundamente que mis acciones hayan sido malinterpretadas como nocivas y como una amenaza contra la seguridad y la independencia de Cuba. Sin duda, esto va en contra de lo que eran mis intenciones. Si lo hubiera sabido antes de viajar aquí, o si hubiera sido informado por las autoridades cubanas como debió suceder en el aeropuerto, nunca -repito- nunca habría traído nada aquí.
“Nunca -repito- nunca me he visto envuelto ningún tipo de problemas, legales o de otro tipo, en ningún lugar del mundo. Yo no he hecho nada en Cuba que no se haga a diario en millones de hogares y oficinas en todo el mundo. Siento un cariño inmenso por el pueblo de Cuba y estoy profundamente apenado por ser un tonto confiado. Yo fui engañado. Yo fui usado. Y mi familia y yo hemos pagado un alto precio por esto -especialmente mi esposa, quien ha cargado con la peor parte de esto”.
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