“Depuse la protesta porque fui sometido a un chantaje en el buen sentido de la palabra de que muchos ex presos políticos que están muy mal de salud me comunicaron que se iban a plantar en huelga de hambre”, dijo el disidente por teléfono desde su casa en Santa Clara, 280 km al este de La Habana, escribe M.H. Lagarde
Poco antes de tomar esta decisión, el suicida frustrado le había asegurado a la agencia EFE que su nueva huelga de hambre y sed, la número 24, era "la oportunidad de demostrar que uno está dispuesto a morirse" para salvar la vida de otros disidentes.
Las huelgas de Fariñas forman parte de los programas subvencionados por el gobierno de Estados Unidos para crear, a través de sus mercenarios, una imagen de represión en la Isla cuyo último fin es provocar una intervención militar de Washington.
Según afirmó el delirante Fariñas a una entrevista para el libelo de la mafia anticubana en Miami El Nuevo Herald: "la actual escalada de violencia contra los opositores pacíficos puede desencadenar en una guerra civil en la isla".
Fariñas es el mismo mercenario que hace unos meses se quejaba en los medios de prensa internacionales de que las autoridades cubanas no lo golpeaban porque no querían que le concedieran el Premio Nobel de la Paz.
Detenido y sentenciado por actos violentos en dos ocasiones, la única violencia de que ha sido Fariñas víctima en Cuba, es la de las agujas de los sueros con que los médicos le han salvado la vida en 23 ocasiones.
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