Un testigo de la fiscalía en el juicio por mentiroso contra el terrorista Luis Posada Carriles que tiene lugar en El Paso, Texas, estableció su vínculo con los atentados criminales en instalaciones turísticas cubanas.
Tony Álvarez en declaraciones ante la Jueza Kathleen Cardone y el jurado del caso dijo que "escasos días antes del asesinato de Fabio Di Celmo en La Habana en 1997, Posada Carriles estaba conspirando para enviar materiales explosivos a Cuba desde Guatemala".
De acuerdo con un artículo del abogado José Pertierra publicado hoy en sitio digital Cubadebate, el testimonio brindado por Álvarez fue saboteado continuamente por el abogado de la defensa Arturo Hernández ante la mirada complaciente de la magistrado Cardone.
Un día antes, la jueza había dictaminado a solicitud de la defensa que el jurado no debía conocer un fax escrito por Posada Carriles e interceptado por el testigo, cuyo contenido era considerado una pieza clave en el proceso en su contra.
"No contiene suficiente características para satisfacer las reglas de evidencia", planteó escuetamente la magistrada.
Según la descripción de Pertierra, el fiscal Jerome Teresinski le informó a la jueza al iniciar la sesión: "Su Señoría, le hemos dicho al testigo que no está permitido que hable del fax". Así quedaron establecidos desde antemano las limitantes legales del testimonio de Tony Álvarez. La jueza le había prohibido al testigo hablar del fax. Solamente le permitían decir lo que él hubiera visto con sus propios ojos. No lo que haya escuchado a los demás decir, precisa el artículo.
Describe que en la medida que el interrogatorio del fiscal se acercaba a algo cercano al fax, el abogado Hernández protestaba y la jueza accedía a sus demandas.
No obstante, el fiscal logró que Álvarez pudiera contar de actividades sospechosas de Posada Carriles, las que plasmó en una carta al hijo del presidente de Guatemala y que compartió con los diarios The Miami Herald y The New York Times.
Durante todo su interrogatorio el fiscal Teresinski enfrentó el impedimento legal llamado "hearsay", que no es más que una declaración que un testigo escuchó de otra persona.
Las reglas del litigio prohíben que el testigo repita en corte, como si fueran ciertas, las declaraciones de terceras personas
"¿Recuerda usted el contenido de la carta?" El abogado Hernández inmediatamente protestó: "¡Hearsay!", y la jueza impidió que el testigo contara del contenido, aunque le permitió decir que lo recordaba.
"¿Recuerda usted lo que le dijo Posada Carriles a Pepe Álvarez en su oficina…?" "¡Hearsay!", volvió a protestar el abogado defensor, y volvió la jueza a reprimir la respuesta.
Pese al procedimiento, Álvarez pudo contar algunas de las cosas escuchadas en la oficina.
"Instalé un intercomunicador subrepticio entre la oficina de Pepe Álvarez (otro cubano americano empleado de la firma) y la mía", declaró el testigo. "Así fue que escuché a Posada Carriles hablar de dinero".
Después de una conversación privada entre el fiscal y el abogado defensor, la jueza Cardone dictaminó que el testigo podía contar sobre las cosas que él escuchó decir a Posada Carriles, Pepe Álvarez y José Burgos.
"Son parte de la misma conspiración", dijo la jueza, "y por eso sus declaraciones son evidencia y están exentas de las limitaciones excluyentes de hearsay".
"¿Cómo supo usted que la voz que escuchó a través del intercomunicador era la de Posada Carriles?", le preguntó Teresinski.
El testigo respondió en seguida: "Porque él tiene una manera de hablar muy peculiar", refiriéndose al problema en el habla que tiene Posada Carriles desde que perdió parte de la lengua en un atentado que le hicieron en Guatemala en 1990.
Cuenta Pertierra que la carta seguía prohibida como evidencia, pero la jueza permitió que el testigo la mirara "para refrescar su memoria".
De esa manera, agregó, Tony Álvarez le contó al jurado que escuchó a Posada Carriles, Pepe Álvarez y José Burgos conversar sobre la mejor manera de enviar materiales explosivos a Cuba.
"El acusado dijo que conocía a alguien en Aviateca (la compañía aérea guatemalteca), quien pudiera ayudar a colar los explosiones en Cuba", declaró el testigo.
Destaca en su relato Pertierra que en el ontrainterrogatorio, el abogado defensor, acuso al testigo, sin pruebas, de terrorista, narcotraficante, ladrón y mujeriego en un intento de difamarlo y desacreditar su reputación.
En medio de todas las limitaciones legales, la fiscalía logró mostrarle al jurado que el acusado fue una pieza clave de una conspiración para introducir explosivos a Cuba, menos de una semana antes del asesinato de Fabio Di Celmo en el Hotel Copacabana de La Habana.
Posada Carriles enfrenta cargos por fraude, obstrucción de procesos y falsas declaraciones por mentir a funcionarios de inmigración de Estados Unidos, luego de entrar a ese país como indocumentado.
Sin embargo, no es juzgado por su extenso expediente criminal que incluye la voladura en pleno vuelo de un avión de cubana en 1976, con 73 personas a bordo, y los ataques con bombas en hoteles de La Habana. (Prensa Latina)
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