José Pertiera*.- La primera de los 18 testigos que la fiscalía ha anunciado quiere presentar durante las próximas tres semanas testificó hoy: Gina Garrett-Jackson. Es la persona que estaba encargada de litigar el caso Posada para el Servicio de Inmigración en el año 2005.
Visiblemente nerviosa y con una tendencia a responder las preguntas con largos y monótonos soliloquio, que desesperaban tanto a los abogados como a la jueza, la señora Garret-Jackson se mantuvo en el estrado el día entero.
Testificó que le asignaron el caso de asilo de Posada Carriles desde mayo de 2005. Garret-Jackson trabaja en la oficina de Miami del Departamento de Seguridad. Contó que Posada Carriles pidió asilo el 20 de abril de 2005, pero que en vez de ir a la cita que tenía programada para el 17 de mayo, él convocó a la prensa para hacerle declaraciones a los medios.
Garret-Jackson narró que Posada Carriles retiró su solicitud de asilo, pero posteriormente la presentó nuevamente el mes siguiente.
El fiscal encargado de interrogar a Garret-Jackson fue Jerome Teresinski, el número 2 del equipo legal de la fiscalía que está litigando el caso Posada aquí en El Paso. Comenzó mal. Quería establecer inmediatamente que las declaraciones de Posada Carriles durante los trámites de inmigración, habían sido hechas bajo juramento. Después de que Garret-Jackson declarara que estuvo presente en la Corte de Inmigración el 13 de junio de 2005 ante el juez de inmigración, William Abbott, Teresinski le preguntó si Posada tomó el juramento consabido: “Jura usted decir la verdad…” “No recuerdo específicamente si fue juramentado,” respondió Garret-Jackson. Uf.
Recogiendo pita, Teresinski inmediatamente le preguntó sobre las otras dos veces que Posada estuvo ante el juez de inmigración: el 29 y el 30 de agosto de 2005. “Sí, esos días sí, estoy segura que lo juramentaron, pero no estoy segura del día 13 de junio”, dijo Garret-Jackson.
Tereskinski y el surrealismo
Tereskinski entonces comenzó a interrogarla sobre el contenido de la solicitud de asilo que tramitó Posada ante el juez de inmigración en agosto de 2005. Estableció que Posada respondió en el formulario llamado I-589 que la pregunta sobre sus aliados no le aplicaba, que dijo que había ingresado en los Estados Unidos el 26 de marzo de 2005 a través de la frontera con México ilegalmente, sin haber pasado por la garita de inmigración. Que Posada había indicado en el formulario que las preguntas sobre si tenía pasaporte y el país que le había proporcionado un pasaporte tampoco le aplicaban a él. Que Posada dijo que no hablaba inglés, que había vivido anteriormente en Panamá, El Salvador y Honduras pero que no recordaba dónde. Que jamás había incitado, ayudado, o participado en la persecución de otras personas.
Está última es una declaración surrealista proviniendo de una persona como Posada, quien ha sido condenado en Panamá por tratar de hacer volar con 200 libras de C-4 un auditorio lleno de estudiantes en el año 2000.
Uno de los abogados defensores de Posada, Felipe Millán, se cansó de escuchar a Garrett-Jackson leer y narrar minuciosamente las transcripciones de las audiencias de inmigración anteriores. Planteó una objeción, y pidió que se escucharan las propias grabaciones, ya que éstas son parte de la evidencia del caso.
Pasaron tortuosos minutos durante los cuales las grabadoras sofisticadas del tribunal no funcionaban y los miembros del jurado, los abogados y la jueza perplejamente se miraban entre sí. Todos tenía audífonos puestos, pero ninguno estaba seguro de si compartían con los demás el silencio que sentían en los oídos Al fin, los técnicos hicieron funcionar bien ese aparato moderno que nadie parecía saber manejar, y todos pudimos escuchar la voz entrecortada de Luis Posada Carriles, reproducida por las grabaciones de las audiencias en corte del 2005. Una voz que reverberó por las paredes de la enorme sala judicial como si hubiese retoñado de una tumba.
Es difícil entender a Posada Carriles. Parece hablar con la lengua trabada por su defecto en el habla. Cada miembro del jurado escuchó las grabaciones con una pequeña pantalla digital individual ante su asiento, a través de la cual podía leer las palabras que oía. Mientras escuchaba su voz, miré a Posada Carriles. Inmóvil en su asiento, hoy vistió un traje carmelita, con una camisa azul clara y un corbata azul con rayas de un azul más oscuro.
Mirando a Posada, me di cuenta de algo muy curioso. La sección para la audiencia se encuentra al fondo del salón. Está detrás de los escritorios y asientos de los abogados litigantes. Posada y sus tres abogados se sientan en la parte izquierda, mientras que los abogados de la fiscalía y los agentes del FBI que los apoyan se sientan a mano derecha.
La sección de la sala que le corresponde a la audiencia está al fondo del salón, y tiene tres filas. Tres de cada lado. En el lado de Posada, detrás de él, estaba vacío salvo por el asiento que ocupaba una solitaria mujer, mientras que las tres filas dispuestas detrás de la fiscalía, estaban repletas. Es como si nadie se le quisiera acercar al hombre que el mundo reconoce como terrorista, mientras Estados Unidos lo acusa de mentiroso.
El interrogatorio de Garret-Jackson continuó sobre las grabaciones de la audiencia inmigratoria de 2005. Escuchábamos el testimonio de Posada Carriles, pero el que le dio al juez de inmigración hace cinco años y medio. Hoy, se mantuvo callado y se limitó a darle oído a la voz del pasado igual que todos nosotros.
Ante la grabadora
Es la primera vez que el público escucha el testimonio que dio Posada anteriormente. Tratar de seguir la línea del interrogatorio histórico fue frustrante, porque el fiscal se traía un enciende-y-apaga de la grabadora para que la Garrett-Jackson identificara las voces, a pesar de que estaban plenamente identificadas en la transcripción que tenía el jurado a su disposición.
Garrett-Jackson mencionó que la entrevista que Posada le dio al New York Times en el 1998 fue en inglés. Sin embargo, la grabadora replicaba otra cosa: “no entiendo mucho inglés”, dijo la voz de Posada por los altoparlantes.
“No recuerdo haberle dicho (al New York Times) que usé el nombre Solo”, decía la voz. “No recuerdo haber recibido un fax en Guatemala”. “No ayudé a nadie a llevar explosivos a Cuba”. “No conozco a ningún Cruz Léon”, en referencia al salvadoreño que colocó la bomba que mató a Fabio Di Celmo en el Hotel Copacabana en 1997. “No conozco a Otto Rodríguez Llerena”, refiriéndose al salvadoreño que está condenado en Cuba a 30 años de prisión por terrorismo y quien anteriormente identificó a Luis Posada Carriles como la persona que lo reclutó para llevar explosivos a Cuba.
A la pregunta si él había tenido algún pasaporte en su propio nombre (ya que parece tener tantos con otros nombres y apellidos), Posada respondió que tuvo uno de los Estados Unidos y otro de Venezuela. “Ningún otro”, le dijo al juez de inmigración hace cinco años.
Recordó poco después que sí había recibido un pasaporte de El Salvador con el nombre de Ramón Medina Rodríguez. Dijo que el “gobierno” de El Salvador se lo dio. “La inteligencia cubana me trató de matar en Guatemala en 1990″, dijo la voz de la grabadora. “Me dispararon varias veces. Esa es la razón por la cual hablo así”.
Posada hizo referencia a sus años como jefe de operaciones especiales de los servicios de inteligencia venezolanos en la década de los 70. “Cuba había enviado hombres armados a Venezuela para tumbar el gobierno, y yo los combatí exitosamente”, dijo. “Desde ese momento Cuba me ha querido matar”.
Respondiendo a preguntas del fiscal Teresinski, Garrett-Jackson explicó que durante al audiencia inmigratoria del 2005 ella le planteó al juez que Inmigración no quería deportar a Posada a Cuba, porque ahí lo torturarían. Que después de escuchar el testimonio de Posada, el juez de inmigración decidió no deportarlo a Venezuela por la misma razón.
Con esa explicación concluyó a las 3:33 PM (5:33 PM en Cuba) el testimonio de Gina Garrett-Jackson.
El abogado Felipe Millán, miembro del equipo legal de Posada Carriles, tomó la batuta para iniciar el contra-interrogatorio.
Teoría arriesgada de la defensa
Parte de la estrategia de los abogados de Posada Carriles es mostrar que las mentiras de Posada “no importan”, porque no afectaron su estado inmigratorio. Una teoría novedosa y arriesgada.
Siguiendo esa línea, Millán quiso inmediatamente plantear que la Garrett-Jackson sabía desde el principio que Posada Carriles no calificaba para el asilo, porque había cometido en Panamá una felonía con agravantes. Un crimen de violencia por el cual había sido sentenciado a más de un año de prisión. Fue condenado en Panamá por peligrar la seguridad del público, cuando conspiró para hacer volar con explosivos una sala universitaria donde estaba supuesto el Presidente Fidel Castro hablarle a los estudiantes de la Universidad de Panamá en el año 2000. Millán razona que si logra establecer que Posada no calificaba para asilo de todas maneras debido a la felonía cometida en Panamá, entonces cualquier falsedad que haya dicho, durante el trámite de asilo, no “importa” ya que estaba de ante mano descalificado para el asilo.
Tengo la impresión que Garrett-Jackson, a pesar de ser abogada, no entendió por donde venía la emboscada que le quería hacer Millán. Con una mirada desorientada, tropezaba con las preguntas que le hacía el abogado de Posada. “Antes de escuchar de los testigos o recibir evidencia alguna, usted ya sabía que Luis Posada Carriles no calificaba para el asilo”, le dijo Millán. “Por supuesto”, confirmó Garrett-Jackson.
Con la respuesta que buscaba en las manos, Millán terminó el contra-interrogatorio de hoy. Quiere continuar con una nueva línea de preguntas al inicio de la próxima sesión judicial. La Jueza nos dijo a todos que mañana ella tiene otros compromisos y que el lunes es feriado en los Estados Unidos (es la celebración del cumpleaños de Martin Luther King Jr.). “Nos vemos el martes”, le dijo al jurado.
Antes de despedir a los abogados, preguntó si tenían algo que decir fuera de la presencia del jurado. “Art” Hernández, el abogado de Posada, dijo que sí. Que quería que la fiscalía le dijera cuánto dinero le pagaron al testigo Gilberto Abascal, un agente encubierto del FBI, en los años 2008, 2009 y 2010. Hernández había dicho ayer que Abascal recibió un total de $150,000 del gobierno federal desde que comenzó a colaborar con el FBI.
El fiscal Tersinski miró hacia el agente del FBI que estaba en la primera fila, quien le dijo en voz baja: “$15.27 por un almuerzo”. Tersinski repitió la cifra. Hernández lo miró con una mirada incrédula. Si es cierto lo que dijo Hernández ayer y Abascal recibió $150,000 del gobierno federal, lo recibió antes del 2008. Veremos cuando y cuanto es en realidad, en el momento que testifique Gilberto Abascal.
Por mi parte, sentí mucha frustración hoy. Posada tiene 73 cargos de asesinato pendiente en Caracas por la voladura de un avión de pasajeros. Venezuela pidió su extradición el 15 de junio de 2005. La evidencia de que Posada Carriles es el autor intelectual de la voladura de ese avión es contundente. La ley es clara. Hay un tratado de extradición entre Venezuela y los Estados Unidos que data desde 1922. Sin embargo, en vez de haber presentado un caso de extradición ante la Jueza Cardone, el gobierno de los Estados Unidos se limitó a enjuiciarlo por mentiroso.
Durante el testimonio de hoy, el gobierno de los Estados Unidos mostró que sabe que Posada Carriles es responsable de las bombas en La Habana en 1997 y del asesinato de Fabio DiCelmo. Pero para el gobierno de los Estados Unidos las personas que Posada ha asesinado en Cuba no valen. Solo le importa las mentiras que ha cometido en los Estados Unidos.
*José Pertiera es abogado y tiene su bufete en Washington DC. Representa a Venezuela en el caso de extradición de Luis Posada Carriles.
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