Millones y desafueros de la USAID con Cuba

Norelys Morales Aguilera.- La Agencia para el Desarrollo Internacional de EE.UU. (USAID) ha gastado unos $140 millones de dólares en programas pro-democracia en Cuba desde 1996, mientras la administración Obama pidió $20 millones más para el año fiscal 2011, que termina el 30 de septiembre de ese año.

Los datos fueron aportados en un artículo reciente de Progreso Semanal firmado por Tracey Eaton, uno de los pocos periodistas norteamericanos que ha trabajado a tiempo completo en Cuba.

Durante los últimos años, la USAID se ha atrasado en la programación y distribución de los fondos. La agencia aún está trabajando en los fondos del año fiscal de 2009 y dice que es demasiado temprano para decir cuánto de ese dinero ha llegado a Cuba.

La USAID ha afirmado que la mayor parte de este dinero está destinado a individuos en el terreno en Cuba. Se ignora la cifra precisa de $15,62 millones de los fondos del año fiscal de 2009 que ya han sido distribuidos. También si es dentro de la Isla o de qué modo los han hecho llegar.

Un ex funcionario del Departamento de Estado dijo que cree que algunos de los programas pro-democracia no son legales, según las propias directrices de USAID y el Departamento de Estado.

Los empleados de la USAID y del Departamento de Estado no están autorizados a realizar acciones encubiertas. No están autorizados a realizar en otros países programas clasificados. Y, no están autorizados a realizar actividades clandestinas, como han estado haciendo.

La misma fuente afirmó que el presidente Obama había expresado su apoyo a nuevos programas persona-a-persona relacionados con Cuba, pero los seguidores de tácticas más agresivas convencieron a la Casa Blanca de no implementar aún tales programas.

Terminar con este tipo de programas es difícil, dijo la fuente.

Así como se refirió a la manera de realizarlo ¿Por qué son tratados como programas clandestinos? ¿Quién los supervisa? ¿Qué se hace con el dinero de los contribuyentes? No hay quien rinda cuenta.

Estos programas han costado $160 millones. Nadie se atreve a hacer esas preguntas, porque no hay respuestas: ¿Para qué han sido esas “contribuciones”? ¿Cómo han ayudado al pueblo cubano, no a los contratistas y a los cabilderos?

Otra característica de los programas pro-democracia, dijo, es que una vez que los contratistas privados comienzan a aplicar los mismos, a veces usan a sus “activos”, sus sustitutos, para atacar intereses que están en contra de sus objetivos políticos.

Por ejemplo, John Kerry paralizó los programas de cambio de régimen. ¡Sorpresa, sorpresa! La gente que es alimentada y financiada por algunos de los grupos con sede en Miami comienza a atacar al senador Kerry.

O el cardenal Ortega tiene éxito en negociar la liberación de los presos políticos. ¡Sorpresa, sorpresa! La gente que no desea que haya una mejoría en las relaciones bilaterales comienza a atacar al cardenal Ortega por medio de sus sustitutos en la isla.

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