Que el imperio se sensibilice, ¿una misión imposible?

Alberto Maldonado S

Ya van 19 años desde que la humanidad se pronuncia en contra del criminal bloqueo contra un Estado libre y soberano (Cuba) pero el imperio sigue, impertérrito, bloqueándolo. Solo nos queda la indignación; en este caso, una santa y muy universal indignación.
La pregunta que nadie quiere contestar o precisar es, extendiendo la mirada, ¿y qué más podemos hacer?

Alguna vez, el doctor Velasco Ibarra (cinco veces presidente de Ecuador 1934 – 1972) cuando alguien le preguntó si iba a recurrir al “derecho internacional” en la sempiterna demanda que teníamos los ecuatorianos, frente al Perú, contestó:

—¿De qué derecho internacional me habla, señor? En el mundo de hoy, de ayer y de siempre, se ha impuesto la ley del más fuerte. Es el que impone el derecho internacional.

Y decía una verdad que todo el mundo la reconoce y la acepta pero que pocos, muy pocos, se atreven a reconocerla en público.

Recordemos que fue a la terminación de esa barbarie que se llamó segunda guerra mundial (1940-1945) que los países del mundo, en forma unánime, formaron lo que hasta hoy se llaman las Naciones Unidas (NN.UU.) y aprobaron la declaración de los derechos del hombre (y de los pueblos) Que todos somos iguales antes la ley, que nadie tiene derecho a imponernos un pensamiento, que los países tienen derecho a la autodeterminación (a darse el gobierno que la mayoría crea necesario) etc.

Pero, desde su nacimiento, las NN.UU son chuecas: cinco potencias (EE.UU. Gran Bretaña, Francia, China y la ex URSS) se reservaron el llamado “derecho a veto” en el seno del Consejo de Seguridad, que pasó a ser, en la práctica, el organismo real de decisiones y/o contra decisiones. Y con ello, establecieron una suerte de países de primera y de naciones de segunda. Los de primera, se reservaron (por sí y ante sí) la prerrogativa a resolver a favor o en contra una decisión de carácter internacional.

¿Y el resto de la humanidad?

En este fin de mes (de octubre) por décima novena ocasión, la Asamblea General de las Naciones Unidas (que se supone es la máxima expresión de este organismo mundial) seguramente resolverá casi por unanimidad que el bloqueo impuesto por los Estados Unidos contra Cuba (embargo, dicen que es) es contrario a todo principio de convivencia social y de respeto mutuo y que debe cesar de inmediato.

Pero los Estados Unidos no solo que hace oídos sordos (se limpia y se relimpia) con tales pronunciamientos, prácticamente universales, sino que, cada año, el presidente de turno de USA (en este 2010 el mismísimo premio de la paz, Obama) renueva tal bloqueo dizqué porque es una disposición legal del Congreso de los Estados Unidos; y porque (argumentaba la señora Clinton) “no hay señales desde Cuba” de los cambios que le exigen para terminar con tal barbaridad.

Es decir, la gran potencia del norte, violando todo principio universal de convivencia en paz y en democracia, con un Estado que libre y voluntariamente ha escogido otro sistema económico y social, pues pretende imponerle “un cambio” que viola la soberanía y la independencia de un estado, que no solo es miembro de las Naciones Unidas sino que ha participado activamente en varios de sus organismos internacionales, como la UNESCO, la OMS y otras.

Lo que sostenía el Dr. Velasco sigue aplicándose a rajatabla por el gran imperio del norte; un imperio que, en lo económico y militar, es el más grande y feroz que conoce la historia de la humanidad, en todos los tiempos. Y también por otros “imperitos” como algunos europeos.

¿Es solo Cuba la única víctima del imperio descomunal? Jamás, en la historia de la humanidad, se ha dado un caso de un bloqueo que ya va por los cincuenta años y de un pueblo que lo resista, como es el pueblo cubano. Pero, a los largo de la historia reciente, hemos asistido impotentes a otras demostraciones de que el tal derecho internacional no existe en la práctica, especialmente si el gran imperio USA no quiere reconocerlo.

– ¿Acaso no fue el imperio el que invadió Panamá, apresó a su jefe de estado (el Piña) se lo llevó a su territorio y ahí le impuso una condena por narcotraficante para enviarlo después a Francia, en donde le esperaba otro juicio penal?

– ¿Acaso no fue el imperio el que invadió la República Dominicana solo para impedir que el profesor Boch (que pintaba izquierdista) pudiera posesionarse de la presidencia a la que había sido legítimamente electo?

– ¿Acaso no fue el imperio el que bloqueó en La Moneda al presidente Allende y liquidó su gobierno legítimo para imponerle a Chile una dictadura feroz (la de Pinochet) que duró 17 años de bestialidades?

– ¿Acaso no es el imperio el que “está muy molesto” con el presidente Hugo Chávez Frias y trata de, por lo menos, congelarlo (aunque mejor sería desaparecerlo) solo porque su país (Venezuela) se ha apartado del libreto trazado desde Wáshington y Miami y es “un mal ejemplo” para otros países (Ecuador entre ellos) puesto que según una vieja sentencia imperial “América debe ser para los americanos”?

Desde luego, no me prepongo hacer un prontuario de todas las agresiones flagrantes cometidas por el Gran Imperio en, nuestros países tercermundistas, en las últimas décadas; pero, no puedo dejar de mencionar el caso Iraq.

¿Acaso no fue el imperio y los imperitos (Inglaterra, la OTAN, España de Aznar) los que invadieron Iraq sobre la base de una mentira infame (la de las armas de destrucción masiva) y destruyeron ese pueblo hasta reducirlo a casi nada y a la desvergüenza de un régimen pelele y ladrón cuando supuestamente ha decidido irse, pero dejan 50.000 hombres para que sigan entrenando a los verdugos iraquianos que se quedan?

Como dijo un cínico pelucón venezolano (asilado en Estados Unidos, desde luego) los “comunistas cubanos deben darle gracias a Estados Unidos que, por estar ocupado invadiendo Afganistán e Iraq y preparándose para invadir Irán, con el cuento de que prepara bombas atómicas, no haya invadido Cuba y san se acabó?

El pelucón venezolano, no recordaba que en 1962, el imperio, asistido, por “fuerzas combativas de Centro América y por cientos de gusanos cubanos residentes en Miami”, invadió Playa Girón y que la revolución cubana, con Fidel a la cabeza, en 48 horas desarticuló ese intento invasor. Mas, es verdad que un imperio como el norteamericano, que tiene más de 10.000 cabezas nucleares listas para ser empleadas y una industria militar que no tiene parangón en la historia universal, podría invadir Cuba y Venezuela (ganas no le faltarán a los de “Tea Party” (la ultra derecha USA) y ocuparlas; pero, aquello sería como haber iniciado la tercera guerra mundial.

Y Fidel (ese Fidel que sigue produciendo urticaria al imperio y que ha hecho una revolución socialista que subsiste aún 20 años después de la desaparición del bloque socialista) ya lo ha advertido: claro que Estados Unidos e Israel pueden utilizar la bomba atómica en el conflicto del medio oriente; pero, aquello sería el inicio de la guerra nuclear; y la guerra nuclear, que solamente emplee 100 bombas nucleares de las miles existentes, sería suficiente para que en este planeta tierra se produzca la llamada “noche nuclear” y con ella la destrucción de la vida en este planeta, incluida, desde luego, la vida en Estados Unidos y en Europa.

¿Reflexionará el imperio a un riesgo semejante? Desde luego que si. En Estados Unidos existe una clase dirigente (se suponía que Obama pertenecía a ella) que sí se da cuenta de semejante riesgo y que trata de, por lo menos, maniatar a esa otra clase feroz y desalmada que también domina organismos norteamericanos (especialmente los llamados de la Seguridad, la CIA en primer lugar) y de advertirla que nuevas incursiones podrían ser una especie de suicidio del propio imperio.

Cuba revolucionaria, desde luego, sigue resistiendo. Los cubanos decentes (que son los más) dicen que “si Cuba ha resistido el bloqueo por cincuenta años puede seguir haciéndolo por otros cincuenta años más” ¿Hasta cuando?

En el Ecuador hay un dicho muy popular: “hasta que San Juan agache el dedo”. Traducido sería algo así como que hasta que los Estados Unidos deje de ser imperio o descubra que, por ser tal, no puede imponerse por la fuerza de las armas; y que el único perjudicado con la política del martillo y el yunque, lo único que está consiguiendo es que cada vez más países latinoamericanos se apartan del libreto y comienzan a ensayar nuevas formas de estado, más alejadas del imperio y de sus imposiciones.

Y, sobre todo, dicen los analistas en verdad sinceros, hasta que el imperio comprenda que con la política que aplica contra Cuba y ahora contra Venezuela y contra Irán, los únicos que se perjudican son sus mismos empresarios (industriales, comerciantes, agentes de comercio) ya que se privan de un mercado de cercanías (Cuba está a 90 millas de EE.UU.) y que, poco a poco, otros países se apartan de la llamada globalización de mercado y buscan otros escenarios para seguir haciendo eso que los Estado Unidos y la gran burguesía mundial llama “la política social de mercado”.

http://www.surysur.net

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