Flora Tristán
El mejor homenaje que se le puede ofrecer a uno de los más inquebrantables luchadores por la causa de la independencia definitiva de los Pueblos del Tercer Mundo, es contribuir a que se conozca quiénes fueron en realidad sus verdaderos asesinos y cómo se planeó –desde el centro del Cerebro Imperial- uno de los más cobardes asesinatos encubiertos en la historia de la CIA.
Con este fin, nada mejor que entregarle la palabra a Víctor Marchetti -ex-agente de estos Servicios Secretos - y J.D. Marks, en el pasaje de su obra The CIA and the Cult of Intelligence (LA CIA y el culto de la Inteligencia. 1974, 398p.) donde se documenta la cacería y el asesinato a sangre fría del Che Guevara a manos de esta Agencia en Bolivia. He aquí el relato.
Siguiendo la huella del Che
Cuando Guevara desaparece de Cuba sin dejar rastros en 1965, la CIA recibe informaciones contradictorias sobre su paradero. Ciertos rumores afirmaban que el Che estaba enfermo en un centro de recuperación de la isla, otros que había formado un pequeño grupo de cuadros y estaba preparando una nueva revolución en la clandestinidad.
Al principio, la CIA no sabía qué creer, pero poco a poco empiezan a llegar informes de las distintas estaciones, con las noticias de que el guerrillero se encontraba en África, ayudando a la insurrección rebelde en la República Democrática del Congo. La CIA se encontraba también en este país, combatiendo las rebeliones, y algunos de estos mercenarios eran también veteranos de la invasión a la Bahía de Cochinos, en Cuba. Estos agentes estaban convencidos de que las tácticas empleadas por las guerrillas demostraban que el Che estaba actuando en África (p.126-27).
La Agencia recogió más tarde información segura referente a Guevara y un grupo de más de 100 revolucionarios cubanos que habían logrado trasladarse al Congo desde Tanzania, en la primavera de 1965. Estos grupos habían intentado formar focos guerrilleros en África, sin recibir la adecuada respuesta de la población nativa. Desilusionado por esta realidad, el Che retorna a Cuba seis meses más tarde, para planear su próxima acción revolucionaria. Pero la CIA solo puede saber que Guevara ha desaparecido una vez más (p.126).
Recién un año y medio después -en 1967- la CIA recibe información confirmada que señala al corazón de América del Sur, en Bolivia. Sin embargo, a pesar de que muchos de los oficiales que se hallaban trabajando en la sección de los Servicios Clandestinos de la CIA (Operaciones Paramilitares Clandestinas,) no dudaban en que ahora el centro de acción del Che estaba en Bolivia, los jefes al más alto nivel se negaban a aceptar esta información. Ante las dudas, fueron enviados aún más ”Asesores de las Operaciones Especiales” de la CIA, (paramilitares con la misión de realizar todo tipo de acciones encubiertas ilegales) a Bolivia, con el fin de ”asistir” al gobierno en el aniquilamiento de los rebeldes (p.126).
En abril- un par de meses más tarde- ocurren dos hechos que hacen incuestionable la presencia del Che en Bolivia, así como su liderazgo de los grupos rebeldes. La Agencia, apoyada por el ejército de Barrientos, logra interceptar una base de la guerrilla en Ñancahuazú y capturar diversos documentos, entre los que se encuentran las fotografías de un hombre canoso, con anteojos, que luego de un detenido examen, muestra un asombroso parecido con el Che Guevara (126-27).
Diez días después, es capturado Regis Debray, el periodista francés, en los alrededores de Muyupampa, junto con otros dos extranjeros, sospechosos de haber estado en contacto con los guerrilleros. La CIA interroga a Debray quien al principio niega sus contactos con el Che, pero luego comienza a hablar, con el fin de salvarse de una ejecución segura (p.127).
A pesar de la evidencia de estos hechos, el director de la CIA, Richard Helms, aún se niega a aceptar que el revolucionario ha aparecido una vez más, para liderar una nueva lucha armada. Thomas Karamessines, el jefe de la sección ”Servicios Clandestinos” de la CIA,(Paramilitares con autorización para asesinar, realizar sabotajes y acciones armadas ilegales), que le había presentado el ”caso Guevara” al Director (Helms), no estaba dispuesto a dejar así tan fácil la ”Huella del Che” en Bolivia (p.127).
Decidido a cumplir con eficacia la tarea de comandar las acciones paramilitares dentro de la Agencia, Karamessines envía nuevos ”asesores” (paramilitares) a Bolivia, incluyendo también veteranos cubanos, que habían participado en la invasión de la Bahía de Cochinos. Además de estos mercenarios, partieron también rumbo a La Paz, un grupo de expertos de las ”Army’s Special Forces” (Fuerzas Especiales de la Armada ) que operaban en la Zona del Canal (Escuela de las Américas de Panamá), para entrenar a los ”Rangers” (soldados de las tropas de asalto) bolivianos, en el arte de las operaciones de contrainsurgencia (127).
Los Servicios Clandestinos de la CIA (Paramilitares en el exterior),estaban obsesionados con Guevara, y en alguna medida también le temían. Él significaba una permanente fuente de irritación, haciéndoles recordar el fracaso de la operación en Cuba. La CIA estaba decidida a tomar la revancha esperando a que el Che se expusiera en Bolivia. Su captura y muerte le daría a los Servicios Clandestinos una venganza por sus anteriores derrotas (p.127).
Durante el verano de 1967, mientras los agentes de la CIA ( llamados ”Agency’s Special Ops Experts”- expertos en ”Operaciones especiales”, interrogatorios, torturas y similares) ”ayudaban” al ejército de Bolivia en la ”cacería” del Che, comenzaron a recibir información (de los interrogatorios) de que en noviembre de 1966, el guerrillero había entrado en la ciudad de La Paz con un pasaporte falso,se había disfrazado como un comerciante de edad, teñido su cabello de gris, y usaba gruesos anteojos para confundir. No había ahora ninguna duda de que el Che estaba en el país a cargo del movimiento guerrillero, en las montañas del sur (p.128). Ahora tanto el director de la CIA , Richard Helms, como el presidente Barrientos, se vieron forzados a aceptar los hechos. El gobierno de Bolivia ofrece una recompensa de 4.200 dólares por la captura de Guevara, vivo o muerto.
La CIA y los ”Rangers” entrenados por la Agencia, estaban acorralando a la guerrilla que sufría bajas y más bajas. El 8 de octubre, la Agencia y sus fuerzas de apoyo, capturan al Che y lo hieren en las cercanías del pequeño pueblo en las montañas de La Higuera. Así como lo hicieron con Debray antes, los ”Asesores” de la CIA, junto con sus ”ayudantes” de la armada boliviana, trataron de llevar al Che con vida a La Paz, para seguir ”interrogándolo en profundidad”. Sin embargo, el comandante boliviano tenía órdenes de ejecutar a Guevara. Solamente debería traer de vuelta a la capital su cabeza y sus manos -como prueba de que el Che había fracasado y ya estaba muerto (p.129).
La CIA trató de convencer a Barrientos de la conveniencia y las ventajas que tendría el traer a Guevara con vida desde las montañas, como prisionero del gobierno. Pero Barrientos estaba inconmovible. Sus argumentos fueron que el ”caso Debray” ya le había traído sufientes problemas, y que la llegada del Che Guevara con vida a la capital, ocasionaría disturbios entre los estudiantes y la izquierda, de tal intensidad, que su gobierno no sería capaz de controlar (p.128-29).
En vistas a que la orden de asesinar al Che ya había sido dada, el veterano operador de la CIA ( ”senior CIA operative” ) encargado de la Higuera (censurado su nombre),se apresuró a volver para interrogar al Che. El revolucionario sin embargo se negó a cooperar (p.129).
La sentencia final -de cómo sería su ejecución- llegó de la capital temprano al día siguiente (9 de octubre).El prisionero debía ser asesinado en el mismo lugar, y su cuerpo atado a la rampa de aterrizaje de un helicóptero. Este volaría a Vallegrande para la realización de una inspección en una casa de campo, con la presencia de unos pocos periodistas y oficiales del gobierno. Luego el cuerpo sería enterrado en un lugar no identificable, en las afueras del pueblo (p. 129).
Al escuchar la orden, el Operador de la CIA ( censurado su nombre) se apresuró en dirección a la escuela donde Guevara estaba prisionero, para hacer un último intento de interrogarlo. No había demasiado tiempo; el asesinato tenía que llevarse a cabo, a lo sumo, en una o dos horas más (p.129).
Los últimos momentos del Che han sido recogidos en un extraño y conmovedor mensaje enviado por el Operador de la CIA, a la central de la Agencia (en USA). El veterano mercenario cubano que participó de la operación, y el Oficial de la CIA, contratado por la Agencia, notaron que el Che parecía optimista y animado al hablar con él, pero cuando este se dio cuenta de que iba a morir, calló y pidió un cigarrillo. Su pierna dolorosamente herida parecía ya no molestarle. Guevara aceptó su destino con resignación, sin pedir ningún favor final.(Censurado el nombre del agente de la CIA) sintió admiración por el revolucionario y compasión por el hombre que había ayudado a capturar y al mismo tiempo condenar.Unos minutos más tarde el Che sería ejecutado por la CIA (130).
Antonio Arguedas, el Ministro del Interior de Bolivia, que estuvo a cargo de la operación de la Agencia para asesinar al Che, declaró haber sido además un agente de la CIA desde 1965, y como ministro boliviano, trabajar para un poder extranjero. Arguedas reveló además los nombres de varios oficiales de la CIA con los que él mismo operaba : Hugo Murray-jefe de la Estación; John S. Hilton-anterior COS; Coronel Ed Fox; Larry Sternfield y Nick Lendiris. Arguedas identificó también algunos de los oficiales que habían asistido en la persecución y captura de Guevara: Jolio Gabriel García(cubano); Eddie y Mario Gonzáles (bolivianos) (p.131).
El acto final del asesinato del Che en Bolivia ocurrió dos años después de su homicidio. El presidente René Barrientos muere asesinado como consecuencia de la caída de su helicóptero, cuando regresaba de una visita a las provincias. Seis semanas más tarde, Antonio Arguedas –el confeso agente de la CIA y ex -Ministro del Interior de Bolivia- fue tiroteado a cielo abierto, en una calle de La Paz. Un mes después, Herberto Rojas, el guía de los ”rangers” bolivianos, y de los ”asesores” de la CIA, uno de los pocos que podría haber proporcionado los datos sobre donde se encontraba enterrado el Che, es asesinado en Santa Cruz. Arguedas, que logró sobrevivir al intento de asesinato, apareció en Cuba, en 1970, llevando con él las manos embalsamadas del Che y una máscara que la CIA tomó luego de su ejecución (132). [Cortesía para el blog IslamíaCu]
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