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Raúl en homenaje a Alicia Alonso en gala inaugural de Festival de Ballet
Ada Oramas
Desbordada de público, la sala García Lorca estaba de fiesta para celebrar la primera noche del 22 Festival Internacional de Ballet de La Habana. A las ocho y media, en medio de la expectación general aparecieron ante la vista del público el General de Ejercito Raúl Castro, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, y la prima ballerina assoluta Alicia Alonso, recibidos por una larga ovación del auditorio. La Televisión Cubana transmitía en vivo la gala.
El doctor Eusebio Leal Spengler, historiador de la ciudad, pronunció el discurso de apertura en el cual valoró altamente la trayectoria de Alicia, su patriotismo, su amor por Cuba y la Revolución y destacó su gran talento y férrea voluntad que le han permitido alcanzar el lugar cimero que ocupa en la danza mundial.
Subió a escena, de inmediato, el estreno mundial de Impromptu Lecuona, un ballet abstracto que constituye la más reciente creación de Alonso, a partir de dos obras de Ernesto Lecuona: La comparsa, de 1912; y Malagueña, de 1928, cuyas líneas melódicas contrastantes, le permitieron a la coreógrafa concebir imágenes visuales que respondieran a raigales de la identidad cubana.
La primera parte era una fiesta de cubanía, a través de un ritmo muy intenso que evocaba de un modo sutil el ancestro africano, mientras la segunda aludía a la raíz hispánica, con una proyección danzaria que sintetiza de modo estilizado la danza española.
Bárbara García, en el rol titular tuvo un desempeño magistral, al utilizar los códigos requeridos para ambas vertientes, con la fluidez que implica el tempo de la música y con la maestría que le caracteriza, tanto en la expresividad como en la limpieza de sus movimientos y su señorío en la escena.
Una labor acertada caracterizó las intervenciones de los co-protagonistas —Serafín Castro, Dani Hernández, David Martínez y Raúl Mazorra, al igual que por parte del cuerpo de baile. Este título requiere pericia por parte de los danzantes, pues utiliza la especialidad como recurso esencial y esto implica alineaciones perfectas en las diagonales y la musicalidad en el fraseo balletístico. Una obra muy acorde con las vertientes más actuales de la danza y con una impetuosidad impresionante.
La proyección del documental Alicia Alonso. Para que Giselle no muriera, de Nicolás García, sobrepasó todas las expectativas del público, tanto del que se encontraba en el coliseo de Prado entre San Rafael y San José, por los testimonios de la protagonista, como de personalidades que hablaron acerca de su arte, de su abnegación y espíritu de sacrificio como Monserrat Caballé, Teresa Berganza, Alberto García, director del Instituto Alicia Alonso de Madrid, Miguel Barnet, y Monseñor Carlos Manuel de Céspedes.
Además de testimonios de Alicia, quien se refirió a cómo supo imponerse a sus problemas visuales y bailar a pesar del desprendimiento de la retina en ambos ojos y que, tras un año de reposo absoluto, pudo retomar su carrera y continuar. Ante la disyuntiva de bailar o cuidar sus ojos, prefirió continuar su carrera a pesar de todo, porque bailar es su vida, como lo es su Patria. A este respecto, el testimonio de Miguel Barnet Presidente de la UNEAC, señaló que para calificar a la eximia bailarina basta decir que Alicia es Cuba.
El documental presenta momentos cumbres de Alicia de obras paradigmáticas de su carrera, como Giselle, El lago de los cisnes y Coppelia, entre otras muchas, en las cuales puede apreciarse su arte supremo en el danzar, como la batería y su vuelo en los saltos, en el segundo acto de Giselle, la ronda de fouettés con piruetas intercaladas en el tercer acto de El lago de los cisnes, como Odile, y su admirable caracterización en la muñeca de Coppelia.
Un desfile solemne, con diseño coreográfico de Eduardo Blanco, fue el hermoso final de este comienzo del Festival, con los alumnos del Taller Vocacional de Danza del Ballet Nacional de Cuba, de la Escuela Provincial de Ballet Alejo Carpentier, de la Escuela Nacional de Ballet y del Ballet Nacional de Cuba. Y como epílogo, la coda resultó muy emotiva con la salida de Alicia, escoltada por dos primeros bailaraines, Javier Torres y Elier Bourzac. Como respuesta a las aclamaciones, ella hizo una reverencia al público, se volvió y reverenció a la prestigiosa compañía que dirige, bajo una atronadora ovación. (Fotos Cubahora)
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