Mercenarios del terrorismo.

La captura del salvadoreño Francisco Chávez Abarca —acusado de ser la mano derecha del terrorista Luis Posada Carriles y de ser autor de varios atentados con explosivos en Cuba— durante una operación de inteligencia la noche del jueves 1 de julio, cuando intentaba ingresar a Venezuela, develó un siniestro plan terrorista, presumiblemente financiado por los más radicales opositores al presidente venezolano Hugo Chávez, que incluía una serie de atentados para provocar hechos de violencia en contra del venidero proceso electoral del 26 de septiembre y desestabilizar a ese gobierno.

Chávez Abarca fue detenido en el aeropuerto de Maiquetía con un pasaporte guatemalteco e identidad falsos a nombre de Carlos Adolfo González Ruiz. Comprobada su verdadera identidad se procedió a solicitar información a la Interpol en Venezuela, que dio como resultado que por su alta peligrosidad estaba clasificado en el código de alerta roja.

¿Pero quién es Francisco Chávez Abarca, por qué era uno de los terroristas más buscados por la Policía Internacional (Interpol), qué buscaba en Venezuela y quien le financiaba?

Se trata de un sujeto con frondoso prontuario en el que figuran crímenes cometidos en diversos países latinoamericanos, vínculos con el tráfico de drogas, atentados criminales con explosivos e incluso relacionado con bandas dedicadas al robo organizado de vehículos.Según la información que maneja el Gobierno venezolano, Chávez Abarca, durante su incursión criminal en las últimas dos décadas, utilizó varios alias para camuflar sus actividades criminales y terroristas: Manuel González, Roberto Solórzano, William González, etcétera.

A principios de los años 90, Chávez Abarca se dedicaba al narcotráfico así cómo a la venta de armas y de dinero falsificado en Guatemala. A través de estos negocios se relacionó con Posada para convertirse poco a poco en su hombre de confianza. Su padre, Luis, se dedicaba —en los años 80— a comprar armas capturadas por el ejército salvadoreño en operaciones de contrainsurgencia mientras Posada, su cliente —terrorista confeso de la voladura de un avión de Cubana de Aviación en 1977 que causó la muerte de 77 personas—, “administraba” entonces las operaciones de canje de drogas por armas desarrolladas a favor de la ‘contra’ nicaragüense.

Utilizando sucesivamente sus alias, Chávez Abarca cumplía una infinidad de tareas por cuenta de Posada Carriles y sus patrocinadores, hasta el punto de participar, en Guatemala, en reuniones secretas con el fallecido director de la Fundación Cubano Americana (FNCA) Armando Monzón Plasencia. La conspiración de 1997 para sembrar el terror en Cuba se generó en las oficinas de la FNCA, fundada en septiembre de 1981 por el agente de la CIA Jorge Mas Canosa, alumno, al igual que Posada Carriles, de la academia de Fort Benning.

Chávez Abarca fue vinculado a Posada Carriles por el mercenario salvadoreño Ernesto Cruz León. Cuando éste fue detenido en La Habana luego de los atentados que provocó en la Isla, confesó que trabajaba bajo orientación de Posada Carriles y Chávez Abarca, ambos contratados y financiados por la FNCA, un instrumento del dispositivo anticubano de la CIA.

Durante sus declaraciones, Cruz León explicó cómo fue entrenado por Chávez Abarca para colocar los explosivos en Cuba.

El terrorista salvadoreño efectuó tres viajes a Cuba, en abril y mayo de 1997, todos muy breves, en los cuales consumó sus fechorías.

Fue él quien colocó el primer artefacto que estalló en la campaña de terror de 1997, una bomba de 600 gramos de C-4 que causó daños materiales en los baños de la discoteca Aché del Hotel Meliá, el 12 de abril de ese año. El 30 de abril fue desactivado otro artefacto explosivo de 401 gramos de C-4 que el salvadoreño había colocado en una maceta ornamental del piso 15 de la misma instalación hotelera.

Además, el 24 de mayo, mientras Chávez Abarca se encontraba en México, estalló una bomba en la entrada de las oficinas de la corporación Cubanacán de la capital.

En marzo de 1999 se reveló, en el juicio del salvadoreño Ernesto Cruz León, cómo Chávez Abarca fue quien contrató a este mercenario cuando trabajaba en la agencia de rentar autos Geo Rent a Car, en San Salvador. Lo convenció de realizar misiones terroristas en el extranjero —le contó que él mismo lo había hecho—, y pronto le dio el entrenamiento en la confección de artefactos explosivos.

Cruz León realizó dos viajes a Cuba, durante los cuales situó bombas en hoteles habaneros, una de las cuales mató al joven turista Fabio di Celmo, el momento más trágico de la criminal campaña de terror desencadenada por la FNCA, Monzón Plasencia y Posada Carriles.

Según el reporte de Granma, la muerte de Fabio di Celmo no interrumpió los planes terroristas de la FNCA, Monzón, Posada Carriles y Chávez Abarca. Continuaron los atentados y los intentos de infiltrar en Cuba materiales explosivos. Chávez Abarca colaboró con Posada Carriles para contratar a otros terroristas centroamericanos, los guatemaltecos María Elena González, Nader Kamal Musalam Barakat —conocido también como Miguel Abraham Herrera Morales— y Jazid Iván Fernández Mendoza, arrestados en La Habana en marzo de 1998 cuando intentaban introducir explosivos.

Nader Kamal expuso durante su juicio cómo le entregó material explosivo, relojes y detonadores, y cómo le enseñó la confección de bombas. Muchos actos terroristas señalan el sinuoso camino que recorrió Chávez Abarca antes de ser capturado en Venezuela y luego extraditado a Cuba, donde deberá rendir cuentas por los crímenes que cometió.

Por eso, la detención de Chávez Abarca representa un duro golpe al terrorismo, y su sentencia hará justicia a las víctimas inocentes que el terror, alimentado por intereses ajenos a los procesos de liberación de los pueblos, asesinó.(Editorial Periódico Cambio)

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