Escalada subversiva contra la revolución



[Editorial de La República Uruguay]-
El deceso en La Habana, el 23 de febrero, del recluso Orlando Zapata Tamayo como consecuencia de un ayuno voluntario, es utilizado en una campaña de difamación contra Cuba. Una nueva escalada subversiva, con amplia cobertura mediática, ha sido lanzada contra la revolución. Se pretende presentar a mercenarios como patriotas, a agentes pagados por Estados Unidos en territorio cubano como disidentes.

La poderosa maquinaria del imperio no vacila en utilizar a un recluso reincidente y sancionado en debido proceso, por delito común, y luego reclutado en prisión, para presentarlo como un opositor. Para obtener espurios dividendos políticos, fue lanzado a la muerte, pese a esmerados cuidados médicos. La burda maniobra no respeta principio ético alguno.

Como expresó el presidente Raúl Castro, fue un hecho lamentable. Pero es otra víctima de la política subversiva de Estados Unidos contra Cuba.

Desde que triunfó la Revolución Cubana en 1959, jamás ha habido en Cuba un solo caso de asesinato, tortura o ejecución extrajudicial. Jamás ha habido un "escuadrón de la muerte" ni una "Operación Cóndor". Cuba tiene una intachable conducta en la protección del derecho a la vida, incluso mediante cooperación altruista fuera de sus fronteras.

Muchos de los que se suman al coro dirigido desde Washington, olvidan que por medio siglo, Cuba fue víctima de agresiones norteamericanas y actos de terrorismo. Cinco mil quinientos setenta y siete cubanos perdieron la vida o quedaron discapacitados.

Los autores de la destrucción en pleno vuelo de un avión de Cubana de Aviación en 1976 gozan de impunidad protegidos por el gobierno de Estados Unidos.

Una epidemia de dengue, resultado de un ataque bacteriológico, provocó la muerte de 101 niños cubanos. Una de la serie de bombas colocadas en La Habana en 1997 causó la muerte a un joven italiano. La llamada Ley de Ajuste Cubano y la política de "Pies secos-Pies mojados" alientan la emigración ilegal y cobran vidas. El bloqueo económico, comercial y financiero impuesto a Cuba es un acto de genocidio, tipificado en los incisos (b) y (c) del artículo II de la Convención contra el Crimen de Genocidio y una violación masiva, flagrante y sistemática de los derechos humanos.

La política de Estados Unidos contra Cuba, que el gobierno del presidente Obama no ha cambiado, cuesta vidas al pueblo cubano.

Este coro dirigido desde Washington olvida que las dictaduras militares en América Latina, impuestas y sostenidas por Estados Unidos durante décadas, asesinaron a cuatrocientas mil personas.

¿Tampoco se preguntan quién responderá por las brutalidades cometidas en Abu Ghraib, Bagram, Guantánamo y otros centros de tortura y muerte? ¿Cuándo se juzgará a los responsables y se pondrá fin a la impunidad?

Basta a las campañas contra la revolución cubana.


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