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Queremos libros, no bombas
Amy Goodman
La semana pasada, los campus universitarios de California se vieron conmocionados por varias protestas, provocadas por el gran aumento de la cuota estudiantil aprobado por el Directorio de Regentes de la Universidad de California. Luego de un año en el que hubo una serie de recortes presupuestarios, despidos y licencias obligatorias de docentes y funcionarios y la eliminación de departamentos académicos enteros, el 32 por ciento de aumento de la matrícula fue el disparador de acciones a nivel estatal a una escala sin precedentes. Ante el inminente anuncio de la nueva estrategia del Presidente Barack Obama en la guerra de Afganistán –que, según información filtrada, incluirá un aumento de 35.000 soldados- muchos se sienten indignados de que se estén realizando recortes en el presupuesto educativo mientras se aumenta el presupuetso militar, y eso está ayudando a construir un movimiento.
Mientras viajaba por California la semana pasada en una gira de presentación de un libro, me encontré, casualmente, en medio de la votación de los regentes y de las protestas en los campus. En las sedes de la Universidad de California en Berkeley, Santa Cruz, Santa Barabara, Los Ángeles, Cal State Fresno, Davis y Cal State Chico, los estudiantes me contaron cómo el aumento de la cuota va a privarlos de seguir estudiando. En el marco de la protesta, los estudiantes ocuparon las instalaciones de sus universidades y realizaron marchas y clases públicas. En la sede de Davis, varias jóvenes, que se encuentran entre las 52 personas que fueron arrestadas allí, me contaron cómo habían sido atacadas por la policía del campus, que les disparó con pistolas Taser. Los estudiantes de esa universidad también protestaron contra el cierre de las bibliotecas los días sábado. Se presentaron en la casa que la universidad le proporciona al rector, para estudiar allí porque la biblioteca estaba cerrada. En lugar de provocar un enfrentamiento que probablemente hubiera terminado con acción policial y arrestos, el rector les permitió entrar a su casa para que pudieran estudiar.
Blanca Misse, una estudiante egresada de UC Berkeley y miembro de la organización Fuerza de Acción de Trabajadores y Estudiantes (SWAT, por sus siglas en inglés), fue una de las organizadoras de las protestas. Blanca me dijo: “Estamos en huelga porque nos importa mucho la educación pública y nos importa que haya otro tipo de educación pública, quizá, una diferente de las que ellos ofrecen, una educación pública verdadera, que no siga el modelo empresarial”.
Laura Nader (la hermana de Ralph Nader) es profesora de antropología sociocultural en la Universidad de California, sede Berkeley, donde ha enseñado durante casi 50 años. Este año fue co-autora de una medida aprobada por el Consejo del Claustro Docente de la universidad, que solicita que el programa de atletismo de la institución sea autosustentable y deje de recibir subsidios de las cuotas estudiantiles. Laura es crítica del creciente poder que las empresas como BP y Novartis tienen en las universidades, y tiene una larga trayectoria personal de lucha por la educación pública. Da clases de educación general que atraen a cientos de estudiantes, a las que considera fundamentales porque, afirma, dado que hoy en día lo que se les enseñan a los estudiantes es a rendir exámenes, “son muy buenos eligiendo respuestas en pruebas de múltiple opción, pero no saben nada de Hiroshima y Nagasaki”. El enfoque en estas cuestiones básicas refleja su preocupación por el ataque a la educación pública en su país: “No es algo que acaba de suceder, y no es algo que no fue planificado”, me dijo. “Hay mucha gente que realmente adhiere al modelo de que esto no debería ser un bien público. Y si seguimos por este camino habrá un sistema de dos clases: quienes vayan a la universidad serán quienes puedan pagarla, y quienes no, será la clase media”.
El eje principal del movimiento es una fuerte coalición que incluye estudiantes, empleados y docentes. Bob Samuels es presidente de la Federación de Docentes Estadounidenses de la Universidad de California (UC-AFT, por sus siglas en inglés), el gremio que representa a los profesores y a los bibliotecarios de la Universidad de California que no integran el claustro docente de la universidad. A pesar de que California afronta una seria crisis presupuestaria, Samuels me dijo que la universidad estatal de California tiene fondos más que suficientes: “No es necesario que se aumente las cuotas a los estudiantes. No tiene que despedir docentes. No tiene que eliminar cursos. Están hablando de eliminar los asignaturas secundarias y las principales. Están hablando de pasar las clases a Internet. Están tomando estas medidas drásticas. Y lo que vemos es que básicamente son los estudiantes no graduados quienes subsidian la investigación, están subsidiando a los administradores, están subsidiando cosas que no tienen nada que ver con su formación de grado”.
Durante el gobierno de Bush, el reclutamiento militar fue el más bajo de la historia. Ahora, luego de la crisis económica de fines de 2008, los reclutadores no están teniendo problemas. El Presidente Obama parece estar comprometido a aumentar la magnitud, y por consiguiente necesariamente la duración, de la guerra y ocupación en Afganistán. Una de las profesoras universitarias más reconocidas de California, Anaya Roy de la Universidad de California-Berkeley, ofrece un análisis que Obama debería considerar: “En este contexto de desigualdad, no se necesitan instrumentos radicales de redistribución. Uno tan solo necesita algunas cosas, como educación pública decente o tener acceso a asistencia médica o algún otro tipo de propuesta razonable que le ponga un freno a este enorme gasto en la guerra".
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1 comentario:
Es evidente que estos estudiantes no estén a favor de la guerra de Afganistán si están atentando contra el desarrollo de su educación al mandar soldados y recursos armamentistas con el dinero que podían estar empleando en libros y servicios en la escuela para sus comodidades. Su presidente Obama junto con su gobierno tiene un orden de prioridades muy equívoco. No deberían cansarse de luchar por algo tan justo aunque es una pena que se den cuenta de esa guerra ahora que les afecta y no por el hecho de que es inhumano lo que hace el gobierno estadounidense.
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