Norelys Morales Aguilera. Especial para Blogueros y Corresponsales de la Revolución
Cualquier presidente de este mundo puede hacer cambios en su gabinete, según las leyes de su país y es solo eso. Sin embargo, parece que los códigos de Cuba, la ferocidad con que son juzgadas las decisiones cubanas y las apetencias imperiales de los Estados Unidos tienen una repercusión mediática sospechosamente veloz e interesada.
Según reporta la Agencia ANSA, el gobierno de Estados Unidos dijo hoy que está "observando de cerca" los cambios ministeriales ordenados por el presidente de Cuba, Raúl Castro. "Pero, más allá de eso, no tengo otros comentarios", completó Gordon Duguid, uno de los voceros del Departamento de Estado norteamericano.
¿Deberíamos estar contentos de que el todopoderoso gobierno de EEUU esté “observando de cerca”?. ¡Ja!
Poco ha dicho en Estados Unidos el presidente Barack Obama que haga pensar en la Isla que se ha desmarcado de la histórica agresividad y del poderoso vecino hacia la Cuba soberana. Más aún, de los planes de Bush.
En su Reflexión de hoy, Fidel Castro explica su opinión al respecto del reordenamiento gubernamental en la Isla.
“Con motivo de los cambios en el seno del Ejecutivo, algunas agencias cablegráficas se rasgan las vestiduras.
Varias de ellas hablan o se hacen eco de rumores "populares" sobre la sustitución de los "hombres de Fidel" por los "hombres de Raúl".
La mayoría de los que fueron reemplazados nunca los propuse yo. Casi sin excepción llegaron a sus cargos propuestos por otros compañeros de la dirección del Partido o del Estado. No me dediqué nunca a ese oficio.
Jamás subestimé la inteligencia humana, ni la vanidad de los hombres.
Los nuevos ministros que acaban de nombrarse fueron consultados conmigo, a pesar de que ninguna norma obligaba a los que los propusieron, a esa conducta, ya que renuncié hace rato a las prerrogativas del poder. Actuaron sencillamente como revolucionarios auténticos que llevan en sí mismos la lealtad a los principios.
No se ha cometido injusticia alguna con determinados cuadros.
Ninguno de los dos mencionados por los cables como más afectados, pronunció una palabra para expresar inconformidad alguna. No era en absoluto ausencia de valor personal. La razón era otra. La miel del poder por el cual no conocieron sacrificio alguno, despertó en ellos ambiciones que los condujeron a un papel indigno. El enemigo externo se llenó de ilusiones con ellos.”
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