Sin embargo, como por arte de magia de lo más profundo del pueblo cubano salió la alegría de vencer la pandemia y la confianza infinita en sus propias fuerzas. Las plazas se desbordaron ante los ojos atónitos de la contrarrevolución y la maquinaria de los misiles mediáticos. La estupidez mayor que ha sido dicha es que "fueron obligados" ¿Cómo que los obligados iban alegres y bullangueros? ¿Cómo que la "represión" no hizo acto de presencia? ¿Cómo que el supuesto miedo a la tortura se los permitió?
Solo sé que ese mar de pueblo, que si el mundo quiso lo pudo presenciar, aún con el silencio mediático listo a conspirar, es una rotunda afirmación. El propio pueblo elevó su autoestima, nunca abandonada y siempre renacida. Fue la certeza de que por graves que sean las dificultades hay salida digna para esta gente de estirpe sin par. Ni tenemos los recursos ni las posibilidades de otros para impulsar la economía, pero contamos con un gobierno al pie del cañón junto a lo más sustantivo de la creación popular. Quienes apuestan a "la máxima presión", a jugarretas en el concierto de las naciones, siempre dejan fuera el factor dignidad y la confianza en las fuerzas propias.
Solo sé que una vez más la propaganda guerrera enfilada contra un pueblo de paz, volvió a estrellar los intentos. Volverá, lo sabemos, pero volverán a fracasar los perdedores de siempre.
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