En un lugar “donde se ha tirado piedras, volcado carros de la policía y de dirigentes del gobierno, se han tirado cocteles molotov encendidos, donde la población no ha salido de la casa por miedo, (…), donde se ha cortado la electricidad y quemado los latones de basura, ¿quién se atreve a decir que hubo marchas pacíficas?”, cuestionaba Yojanier Sierra Infante, presidente del Tribunal Provincial Popular de La Habana, al referirse a los juicios a los implicados en los sucesos del 11 de julio del pasado año.
Han circulado por las redes las imágenes de patrullas volcadas, personas heridas, establecimientos vandalizados. Sin embargo, persiste a nivel internacional la narrativa de ausencia de violencia en las «manifestaciones».
No hay peor ciego que el que no quiere ver, reza el refrán. Pero agregaríamos: incurre en falta más notoria aquel que impide que otros vean. El ciudadano de a pie ve el mundo ajeno a sus límites geográficos a través de los medios de comunicación. ¿Qué hacer cuándo la pantalla miente, y los ojos no pueden acudir a otro testimonio en primera persona?
La maquinaria mediática global, bien engrasada por sus dueños para mentir y manipular, da eco a falsas realidades, no solo sobre Cuba. Crea historias a conveniencia de los intereses de las transnacionales imperialistas y del capital. Tal vez el ejemplo de la censura a la palabra de Rusia en torno al conflicto en Ucrania ha sido el más reciente.
Pero el caso de Cuba indigna, por lo cínico de la campaña. Se empeñan en tapar el sol con un dedo, silenciar la evidencia, para repetir hasta el cansancio la misma retórica de siempre. El rebaño que los sigue, ¿acaso no se percata de que para cada acción del gobierno revolucionario existe una crítica, mil obstáculos?
Según datos de la Fiscalía General de la República, los delitos más identificados fueron desórdenes públicos, instigación a delinquir, daños, robos con fuerza y violencia, atentado, sabotaje y sedición. Léase bien la ascendencia violenta de los actos, la intención de acabar con la vida de personas, destruir la propiedad pública e individual, disfrazar de «patriotismo» el robo.
Los daños no fueron mayores debido a la oportuna actuación de las fuerzas policiales y de la marea de revolucionarios que salió a reivindicar su espacio en las calles. Quienes violentaron la tranquilidad del pueblo no pueden salir impunes. En ningún lugar del mundo pasa de esa manera../Razones de Cuba (ver imágenes)
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