Norelys Morales Aguilera.─ Solo con decencia hay que reconocer la crueldad del bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba. Consterna que la administración de Joe Biden declare que Cuba no es una prioridad en su política hacia la Isla, cuando la violación flagrante y sistemática de los derechos humanos de un país es notoria.
Mienten Biden y sus asesores. Declarar que las sanciones impuestas al pueblo cubano son contra sus gobernantes es una falacia indemostrable. Mantener las sanciones que recrudeció Donald Trump es otra tropelía imperial. Se enlodan más, pasean la prepotencia ante el mundo que la rechaza. El hecho se volverá a consumar el 23 de junio en la Naciones Unidas. Cuba irá a la carga con su verdad.
El Informe cubano sobre la resolución 74/7 de la Asamblea General de las Naciones Unidas, titulada “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”, actualiza las afectaciones del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba, y abarca esencialmente el período comprendido entre abril y diciembre de 2020.
Durante esta etapa, el bloqueo continuó siendo el eje central de la política del gobierno de los EE.UU. respecto a Cuba, que de modo oportunista se recrudeció en el contexto de la pandemia de COVID-19. En el curso del presente año este sistema de medidas coercitivas unilaterales ha permanecido intacto, con severas afectaciones sobre los esfuerzos nacionales para contener la pandemia y paliar las consecuencias económicas y sociales derivadas de la misma.
Cuba vive hace 60 años bajo el asedio de un virus tan feroz como el que hoy azota a la humanidad. En sus seis décadas de aplicación, el bloqueo ha sido recrudecido en los momentos de mayor vulnerabilidad para el pueblo cubano. Arreciarlo en el contexto actual obliga a nuestro país a luchar contra la mayor pandemia en décadas y contra el sistema de medidas coercitivas más largo y abarcador de la historia. No existe justificación alguna para tamaña crueldad.
A precios corrientes, los daños acumulados en casi seis décadas de aplicación de esta política ascienden a 147 mil 853,3 millones de dólares. Tomando en cuenta la depreciación del dólar frente al valor del oro en el mercado internacional, el bloqueo ha provocado perjuicios cuantificables por más de 1 billón 377 millones 998 mil dólares. Solo entre abril y diciembre de 2020, esta política causó pérdidas a Cuba en el orden de los 3 mil 586,9 millones de dólares, lo que asciende a un total de 9 mil 157,2 millones de dólares si se considera el período de abril de 2019 a diciembre de 2020.
A lo anterior se suma que los planes desestabilizadores, incluyendo el intento de golpe blando, como se ha visto en los últimos meses, no han cesado, mientras corren millones para tratar de subvertir la estabilidad política y la voluntad de una nación en pos del desarrollo independiente y sustentable. Al mismo tiempo que se articulan campañas psicológicas y mediáticas, como la insultante contra los médicos cubanos que brindan solidaridad.
Es la soberbia ante el ejemplo lo que consume a los diseñadores y actores de políticas incalificables. Pero, este 23 de junio habrá un nuevo capítulo de rechazo universal al bloqueo en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Hablará el canciller de Cuba y lo hará con toda la contundencia de un pueblo que se resiste a ser colonia de Estados Unidos. El sueño americano de colonizar a Cuba está en bancarrota y lo que veremos en la ONU será un paso más a la derrota del bloqueo. Esperamos a un Washington solo con unos pocos aliados contra un mundo que dice ¡Basta Ya!
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