La historia de Trump en un bolo fecal

Norelys Morales Aguilera.─ A finales de 2018, los autores de un artículo científico publicado en Nature, una revista prestigiosa y de gran impacto, revelaron su propia burla al presidente de los Estados Unidos: colocaron su foto en heces fecales.

El documento, todavía disponible en Nature Scientific Reports, describe un nuevo método para capturar el ADN de un organismo en sus heces. La mayor parte del ADN en las heces proviene de bacterias, pero una pequeña fracción del ADN proviene de células intestinales desprendidas. Al usar las diferencias entre el ADN de mamíferos y bacterias para la clasificación, los autores pudieron mejorar el rendimiento de forma fácil y económica del ADN del huésped para su análisis, según el blog Data Driven Investor (en inglés).

En ese artículo, los científicos aportaron varias figuras. La primera figura se centró en los pasos involucrados en su método para extraer el ADN del huésped de las excrementos.

Nadie notó nada extraño, incluidos los editores que aprobaron el documento, y las imágenes, para su publicación. El artículo se publicó el 31 de enero de 2018. Los detalles de la imagen oculta no fueron expuestos hasta que el científico Jonathan Eisen lo publicó en un tweet:


El 19 de diciembre el tuit debió ser borrado. 

Con el tuit inició una verdadera tormenta de discusiones entre los científicos. Algunos lo consideraron ofensivo, juvenil e inapropiado. Otros, que era una brillante sátira. Divertido o no, los involucrados expresaron su preocupación de que esa broma socava la seriedad de la ciencia y reduce los intentos de presentar argumentos sólidos y convincentes contra algunas de las políticas anticientíficas de la administración Trump.

Desde el comienzo de la presidencia de Trump, los científicos han sido algunos de los opositores más abiertos contra su agenda anticientífica. Los científicos y los partidarios de la ciencia han protestado contra el apoyo de la administración de Trump al carbón, el rechazo de los Acuerdos Climáticos de París y la negación continua de que el cambio climático es provocado por el hombre.

Algunos científicos salieron a las calles en marchas para protestar públicamente. Otros escribieron fuertes editoriales, o incluso se postularon para cargos políticos. Y, los más opuestos agregaron golpes no tan sutiles a Trump en su trabajo profesional, como un grupo que subastó los derechos para nombrar a un anfibio recién descubierto. La criatura sin piernas y ciega que entierra su cabeza en la arena ahora se llamará Dermophis donaldtrumpi.

¿Acciones como esta transforman la ciencia en un circo? ¿Debería permitirse un disparo barato a una figura política, independientemente de si su postura es profundamente anticientífica? se pregunta el autor del citado blog, Sam Westreich.

No hay una respuesta fácil a esta pregunta. Las opiniones de científicos individuales abarcan un amplio espectro, al igual que el sentimiento político general en todo Estados Unidos. Algunos científicos se ubican en un extremo del espectro y afirman que la ciencia nunca debe apoyar a ningún grupo político; simplemente hace todo lo posible por declarar la verdad objetiva y demostrable. Otros declaran que los científicos deben ser los activistas más fuertes, que luchen más duramente por las acciones respaldadas por evidencia abrumadora.

Al final, aunque la broma fuere graciosa o no, es bueno que la hayan eliminado del registro de los editores de Nature. Como dijo Eliezer Yudkowsky, "ser inteligente en un argumento no es racionalidad sino racionalización".

Si la ciencia tiene que triunfar sobre la ignorancia, debe hacerlo a través de la educación y el conocimiento, no a través de los abusos y los insultos.

No obstante, en cuanto a Trump ¿acaso él no ha descendido su lenguaje a límites insospechados al igual que sus abusos e insultos?

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