Norelys Morales Aguilera.─ Lamentablemente se ha empedrado innecesariamente el camino que se transitaba al acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, a pesar del consenso en el país norteño para mejorar las relaciones. La semana anterior ha sido ilustrativa, del deterioro de las buenas intenciones.
Hubo un encuentro entre autoridades de Cuba y Estados Unidos, sobre cooperación en materia de ciberseguridad y enfrentamiento a los ciberdelitos, y ambos países coincidieron en la importancia de avanzar en la cooperación en esta área y acordaron continuar estos encuentros técnicos en el futuro.
Sin embargo, el enrarecimiento y politización marcan la tónica de la política de Donald Trump hacia la Isla, puesta en manos de los ultraconservadores, que torpedearon el proceso iniciado en 2014 por Barack Obama.
Las embajadas en ambas capitales, han sido desmanteladas. Estados Unidos retiró al 60 por ciento de sus funcionarios, y expulsó de Washington a la mayoría de los cubanos. El motivo es que hubo supuestos ataques sónicos contra los diplomáticos estadounidenses.
Esta misma semana fue revelado que el Buró Federal de Investigaciones (FBI) no ha encontrado prueba alguna de los supuestos "ataques sónicos" contra el personal diplomático estadounidense en Cuba, tras meses de investigaciones y cuatro viajes a La Habana.
Pero, también esta semana, a consecuencia de los alegados ataques, el departamento de Estado modificó nuevamente, sus recomendaciones sobre viajes a Cuba de ciudadanos estadounidenses, para que reconsideren no viajar a la Isla.
Ningún visitante estadounidense o de otra nación ha reportado ataques a su salud en Cuba.
No obstante, el martes 9 de enero, en el Subcomité del hemisferio Occidental del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, se dedicó al tema y se tornó evidente la total ausencia de informaciones, dijeron medios de prensa acreditados.
La audiencia fue tramada por el senador republicado de Florida, Marco Rubio y copresidida por el senador demócrata de Nueva Jersey, Robert Menendez y en ella testificaron varios expertos del Departamento de Estado.
Todos ellos debieron reconocer ante los senadores que no hay una certeza absoluta de cuál ha sido la causa de los supuestos ataques, ni el agente que los ocasionó o a quién se le puede atribuir la responsabilidad por ellos, reportó la web Correo Canadiense.
Incluso el Director de Servicios Médicos del Departamento de Estado, Dr. Charles Rosenfarb, aseguró en la audiencia que hay una multitud de síntomas que no son atribuibles a una causa específica.
En declaraciones emitidas este 10 de enero por Rex Tillerson, Secretario del Departamento de Estado, el alto funcionario enfatizó que ordenará una nueva investigación sobre estos ataques, volviendo a dejar en entredicho la supuesta responsabilidad del gobierno cubano.
Basada en la falta de evidencias y lo “extraño” de los sucesos, Cuba sostiene que se trata de “acusaciones infundadas”, y reiteró que “no tiene responsabilidad alguna en las afectaciones de salud reportadas por diplomáticos estadounidenses”.
“Nada de lo aportado por el Gobierno de los Estados Unidos a lo largo de este período e incluso hoy apunta con evidencias que los problemas de salud reportados por los diplomáticos hayan tenido su origen o su causa en Cuba”, aseguró Josefina Vidal, Directora General para Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba.
Ante la evidencia de que no hay evidencias la conclusión es que el esclarecer la verdad no era el objetivo de la audiencia de Rubio y Menendez. Se propusieron acusar a Cuba y dar rienda suelta a la retórica agresiva que se aviene muy bien al estilo Trump.
Está demasiado empedrado el camino al acercamiento o a la normalización para que en este gobierno haga algo en la dirección correcta para ambos pueblos. Cuba insiste en que podría haber una relación civilizada con Estados Unidos, pero así están las cosas desde el matrimonio por conveniencia de Trump con la ultraderecha miamense heredera de la dictadura de Fulgencio Batista derrotada en 1959.
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