La Habana, 4 de septiembre de 2017
«Año 59 de la Revolución»
Compatriotas:
Pocas horas nos separan del comienzo de la primera etapa del proceso de elecciones generales, cuando el pueblo nominará y elegirá a los delegados y delegadas que integrarán las asambleas municipales del Poder Popular en su XVII periodo de mandato.
Para llegar a este momento, las comisiones electorales han trabajado intensamente en la organización, aseguramiento, coordinación y preparación del proceso, cuyo desarrollo es también una expresión de participación popular masiva y de integración de los organismos, órganos e instituciones a nivel nacional, provincial y municipal, con el propósito de garantizar el desempeño de decenas de miles de autoridades electorales, sobre todo en los más de 24 000 colegios que abrirán en las 12 515 circunscripciones.
Somos de los pocos ciudadanos del mundo que en reuniones públicas proponemos y nominamos, abierta y directamente, a los candidatos a delegados de circunscripción, en una manifestación de profunda democracia y de enorme responsabilidad, pues estos integrarán la Asamblea Municipal, donde tomarán importantes decisiones sobre la vida de los habitantes del territorio, como la aprobación y control de los planes económicos-sociales y del presupuesto local, entre muchas otras.
Aquellos propuestos, nominados y posteriormente electos de forma directa y secreta en nuestras comunidades, podrán ser después candidatos y por consiguiente elegidos como presidente o vicepresidente del órgano local municipal, de un Consejo Popular o una comisión permanente de trabajo. Pero hay una connotación todavía mayor: como la Asamblea Provincial y la Asamblea Nacional están integradas hasta un 50 % por delegados de circunscripción, si ese vecino de nuestro barrio fuera elegido delegada o delegado provincial, o diputada o diputado, será también elegible a los más altos cargos en la instancia provincial o, incluso, en el órgano supremo del poder del Estado.
De acuerdo con nuestra Constitución, los que pronto elegiremos tienen como misión propiciar la participación de sus conciudadanos en los procesos de dirección de la sociedad, y entre sus obligaciones tienen una muy poco común en la práctica política de otras latitudes: la de rendir cuenta periódica sobre los resultados de su gestión a quienes los elegimos.
Ellos asumen el cometido de convertir los encuentros con sus electores en un espacio de comunicación propicio para dialogar sobre cómo enfrentar los problemas del barrio, combatir las malas conductas e indisciplinas, al tiempo de reconocer actitudes y méritos relevantes de los vecinos, como exponentes de los valores morales, los valores intelectuales y las poderosas ideas con que hoy cuenta nuestro pueblo, sintetizados en la definición del concepto de Revolución legado por Fidel, con el cual nos comprometimos solemnemente.
De ahí la responsabilidad que nos corresponde asumir como electores al concurrir con nuestra familia a ese acto cívico, democrático y participativo que es la asamblea de nominación de candidatos, para proponer y nominar allí a cubanos y cubanas patriotas, responsables, capaces y sensibilizados con los problemas de la gente; a quienes tendrán la misión de llevar adelante el perfeccionamiento del Poder Popular en el camino hacia el futuro escogido por nuestro pueblo.
Liberados para siempre de la politiquería, la demagogia y las campañas regidas por el dinero, el engaño y la violencia, los invito a todos a participar en este proceso eleccionario, transparente y limpio, con entusiasmo renovado y la seguridad de que su realización exitosa será otro paso para consolidar el ejercicio de nuestra democracia socialista.
Fraternalmente,
Presidente de la Asamblea Nacional del Poder Popular.
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