Venezuela: "elecciones generales" para una revolución de color

La movilización nacional convocada por la MUD para el 23 de enero quedó en el mismo punto que las últimas realizadas en 2016: marchas dispersas en algunos estados, entrega de un documento al rector del CNE Luis Emilio Rondón en la avenida Libertador de Caracas e intentos infructuosos para superar el despliegue de los efectivos policiales. La diferencia entre esta y las últimas -cuando su agenda se encontraba ya debilitada en los frentes interno y externo- radica en las primeras claves discursivas que la engloban y la ruta que intenta señalar.

Es allí donde el acento debe colocarse. No sólo porque el antichavismo, al igual que el año pasado, da un últimatum -esta vez solapado bajo la exigencia de un cronograma electoral- de seis meses, sino porque pareciese repetir el mismo esquema de construir una agenda con objetivos lo suficientemente difusos e inalcanzables que presionen un escenario violento. Ya el país vivió su propia variante de una revolución de color en 2014 durante "La Salida", ese nuevo formato de golpes de Estado (creado por el ideólogo y agente de las corporaciones Gene Sharp) que luego de ser utilizado en Europa del Este para socavar las áreas de influencia de la URSS migró hacia Medio Oriente y Ucrania, dejando los lamentables saldos humanos que todos conocemos.

Y eso fue básicamente "La Salida" como planteamiento de un round final en la disputa política venezolana, el cual terminaría -según sus operadores como Leopoldo López y María Corina Machado- con una derrota por nocáut de la ultra. Lo mismo el referendo revocatorio como supuesto desenlace final encubierto de objetivo electoral, cuando en la práctica fue el antichavismo lo menos diligente posible para darle alguna esperanza de realización. Porque en el fondo el objetivo no era el proceso electoral en sí, sino los escenarios violentos que en el tránsito podrían explorarse, mientras que para afuera se exportaba la supuesta lucha por la restitución de la democracia.

Ahora es el turno a las "elecciones generales" como inicio de una posible ruta extrapolítica (revolución de color): un recurso que no existe en la Constitución, aún más imposible y difuso que el referendo revocatorio, y que genera mayores expectativas de desenlace final y por nocáut, "elecciones generales" o violencia parece ser el binomio al que nos quieren conducir, nuevamente, mientras la zona de peligro delineada por la violencia en su variante paracriminal y la guerra económica siguen en expansión. Situados ahí, las "elecciones generales" son usufructo y administración disque legal de lo que lo no político va desencandenando.

Sin embargo, la apariencia a exportar ya no es la restitución de la democracia, sino la necesidad de salir de la dictadura que, aunque pudiera sonar igual, no es lo mismo ni busca tener un efecto similar al del año pasado, sobre todo en un contexto internacional donde hay que pegar gritos para que te escuchen y acompañen. A continuación algunas claves y señales discursivas a las que hay que prestarle atención por ahora, dado los escenarios que a partir de allí podrían desprenderse.
  • El argumento narrativo de las "elecciones generales", que viene siendo la nueva opción táctica hacia el cambio de régimen, en tanto acto político es absolutamente vacío y falso. No existe en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y rebasa todos sus límites legales y políticos. El antichavismo ve en las "elecciones generales", por ende, el correlato del "abandono del cargo" de la Asamblea Nacional (AN), en el marco de una secuencia política que va entronizando como objetivo deslegitimar la institucionalidad del país. Por esta razón el gobierno ruso, que bastante sabe de revoluciones de colores, alertó sobre una escalada de violencia en Venezuela, dado que la ruta definida por el antichavismo no tiene punto de llegada en la Constitución o en el marco legal del país, lo que abre un escenario para que se oriente el conflicto por fuera de lo político.
  • Las "elecciones generales" se apoyan exclusivamente en el proceso de desgaste económico (la inflación de ahora) con el debilitamiento directo a partir de un nuevo brote de violencia paracriminal como telón de fondo que facilite el "argumento" electoral. Sólo en esa medida (modelo 6D, 2015) asumen con toda seguridad una "victoria electoral" que no es producto de la actividad política, sino de vías y recursos alternos a los establecidos por la Constitución.
  • En tanto argumento "plausible", la hiper-fetichización del hecho electoral sigue siendo una propuesta sentimental y legitimadora sustentada en un modelo clásico de mercadeo. El resultado real, incluyendo la venta misma, es irrelevante. Lo que se vende es la ilusión de experiencia. Pero todo esto son cuestiones de forma -al igual que "La Salida" o el referendo revocatorio-, porque el fondo, igual de inconfesable, es igual: lo electoral como argumento prístino e impecable, mientras por debajo se debilita aún más al país y el tejido social en lo económico y lo securitario producto de la guerra en sus distintas expresiones.
  • Es verdad de manual del formato Albert Einstein Institute que cuando el gobierno cede ante una reivindicación específica del proceso "no-violento", no es el momento de detenerse (político), sino de avanzar (acto de guerra). De esa forma la liberación de "presos políticos" en 2011 de Bashar al-Assad (una reinvindicación bandera de la oposición) significó 1) la liberación de cuadros islamistas radicales que levantaron agrupaciones armadas como Ahrar al-Sham (la más numerosa, conocida también como el Talibán sirio) y Jaish al-Islam (el ejército del Islam) de Zayran Allush, verdadero azote y carnicero de la provincia de Damasco.
  • De igual forma ocurrió en el contexto de la Plaza Maidán, en Ucrania, a principios de 2014 (en sintonía con la guarimba venezolana): al momento del presidente Viktor Yanukovich "ceder" (liberar presos políticos y modificar artículos del código penal), fue la señal para pasar a la próxima fase: los francotiradores modelo Llaguno y el salto cualitativo en la violencia y la ofensiva internacional (diplomática y mediática).
  • Esto ya lo sabe muy bien un gobierno al que se le ha intentado someter al mismo tratamiento una y otra vez. Cosa que también lo saben quienes asumen la estrategia específica de esta línea táctica de la agenda golpista globalizada: en su redondeo, apoyado por el agotamiento de la guerra, les convienen las "elecciones generales" como factor legitimante frente a un gobierno "incapaz de resolver los problemas" y "negado, por temor, a realizar elecciones anticipadas". El fin es el mismo pero la apuesta parece ser mucho más arriesgada.
  • Pero incluso da para más: la narrativa de las "elecciones generales" es también cómoda a los fines de cancelar, de facto, todo intento por regularizar el conflicto político venezolano, como por ejemplo la mesa de diálogo. Colocando sobre la mesa y en la opinión pública exigencias imposibles de cumplir, para que esta a su vez posibilite un escenario de confrontación. Un remix de "La Salida". La única diferencia visible es cómo se presenta y qué condiciones la motivan, en este caso una supuesta "negativa a ir a elecciones" y un "endurecimiento de la dictadura". Así buscarían cerrar el cuadro narrativo para una nueva agenda golpista.
  • Henrique Capriles el 23 de enero declaró que "esta será la última movilización convencional, la próxima será sorpresa", apuntando hacia el objetivo de evitar y/o burlar el despliegue de efectivos policiales. Aunque parezca obvio hay que señalarlo: Henrique Capriles plantea burlar a las fuerzas de seguridad del Estado y superar su capacidad de resguardar las manifestaciones públicas para mantener el orden público. Un planteamiento de estas características no termina con la entrega de un simple documento ante las autoridades del país, sino en una premeditada alteración -alentada por el discurso- planificada del orden público, por descarte elemental. ¿O con cuál otro fin buscarían sacarse de encima a la PNB? ¿Para qué no quieren tener a los efectivos policiales cerca?
  • La anémica demostración de hoy, con los resultados y reacciones previsibles, es algo que cualquier análisis del impacto y la organización podría perfectamente tener en cuenta ya antes de realizar la convocatoria. La única eficacia, desde esa óptica, que podría tener lo alcanzaría a partir de algún acontecimiento dramático que provoque algún tipo de conmoción movilizadora, capaz o bien de pretender acelerar condiciones, o bien de buscar una posición desde dónde negociar con la nueva administración que recién arriba a la Casa Blanca, en un mediano plazo (mitad de año, como lo sugiere la petición de la MUD de hacer elecciones en seis meses).
Fuente: Misión Verdad

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