Bruno Sgarzini.─ Desde hace tres años para acá, todo lo que sucede en Venezuela se presenta como la realidad de un país imaginario en la que todo lo peor puede pasar debido a ser portador de una enfermedad denominada chavismo.
Así, medios, formadores de opinión y expertos de todos los pelajes, de izquierda y de derecha, muestran a Venezuela como el sinónimo de lo que no debe hacerse. Al igual que posicionan en sus sociedades una suerte de complejo de superioridad para utilizarla como un trapo rojo a la hora de cohesionar y así evitar cualquier tipo de cambio político en dirección contraria al sistema.
Sin embargo, ocurre que muchas de las cosas de las que se acusan a Venezuela son parte de la normalidad política, económica y social de la mayoría de los países. Así, en realidad, ese futuro distópico y catastrófico que se agita sobre el chavismo termina siendo el actual presente de estas sociedades que se piensan como superiores.
Venezuela es gobernada por una mafia
De acuerdo al The Washington Post, Venezuela es el ejemplo de lo que sucedería en un país si fuese gobernado por un cartel del narcotráfico. En este artículo no nos vamos a detener en enumerar el caso de México ni de Colombia, como tampoco las conexiones entre políticos y el lavado de dinero en Estados Unidos, sino que vamos a centrarnos en un dato duro: el grueso de los países son gobernados por castas políticas (o mafias) con el poder real operando los verdaderos resortes de conducción política y económica.
Por ejemplo, Estados Unidos ha sido gobernado por dos partidos políticos, el republicano y el demócrata, a lo largo de su historia, y lo mismo sucede en España con el Partido Popular y el PSOE, sólo por citar los dos casos más evidentes. En todos estos casos existe una nomenclatura oficial de políticos que indistintamente mantienen un consenso sobre los espacios de poder que le corresponden a cada uno, sin ser más que un porcentaje muy mínimo de la población.
Sucede, además, que todos los puestos políticos con capacidad de decisión sobre economía y finanzas en la mayoría de estos países son ocupados por ex ejecutivos de grandes bancos y empresas. Siendo el ejemplo más claro de esto los puestos de presidente del Banco Central Europeo y la secretaría del Tesoro de Estados Unidos, ambos puestos en los que proliferan ex ejecutivos del banco Goldman Sanchs como mayores mandamases de las dos regiones más importantes del primer mundo.
Entonces cuando se señala con el dedo a la dirigencia del chavismo de ser una mafia, lo que realmente ocurre es que la verdadera mafia antes mencionada no acepta que una fuerza política distinta a ella ocupe espacios de poder. Decisión política que conlleva claramente a acusarnos de aquello que les sobra y tienen décadas ejerciendo: un cartel de mafias.
En Venezuela se persiguen políticos
A medida que los mitos e instituciones que protegen a la verdadera mafia pierden credibilidad y legitimidad ante la población, aparecen fuerzas políticas antagónicas que rápidamente son demonizadas y declaradas como opciones inviables de futuro. Sucede que donde éstas aparecen se da una inocultable persecución política y un intento de controlar su disidencia para que no se salga del cauce.
Sobre los primeros casos, podemos nombrar la persecución judicial a Lula y el PT, y a Cristina Fernández de Kirchner para eliminarlos de facto como opciones políticas en Brasil y Argentina. También en la misma dirección, la existencia de los presos políticos Oscar López Rivera por su lucha independentista en Puerto Rico y Simón Trinidad de las FARC, ambos privados de libetad en Estados Unidos con procesos judiciales impregnados de irregularidades.
En los segundos casos, los de controlar la disidencia, podemos enumerar la imposición del plan de ajuste económico en Grecia, a pesar de que una abrumadora mayoría votó en su contra en un referéndum. Lo que terminó por desviar y desmovilizar el descontento contra el ajuste leonino impuesto por la troika de la Unión Europea. Una muestra de cómo actúa el poder real en este tipo de situaciones en la que los griegos llegaron a ser amenazados de quedarse sin medicamentos, en caso de no aceptar el plan de recortes llevado a cabo en este momento por Syriza.
Un caso similar de control de la disidencia se observa en el comprobado arreglo realizado por la cúpula del Partido Demócrata en Estados Unidos para evitar que Bernie Sanders llegase a ser candidato a presidente. Un complot en el que justamente coincidieron medios, políticos y miembros del partido. Un fiel reflejo de cómo el mismo sistema y sus mismos intereses ya nombrados se encargan de evitar cualquier tipo de cambio que pueda ir en contra de su orden. En este caso, por cierto, el tiro les salió un poco por la culata al ser elegido Donald Trump.
Así pasa que a Venezuela se le acusa precisamente de algo que es común en el mundo cuando el poder real intenta limitar la disidencia. La diferencia es que el chavismo tiene bien sabido que en el contexto mundial es un perseguido político y por eso se le aplican todos los mecanismos de lucha, constitucionales o no, para terminar con su historia como fuerza política.
En Venezuela no hay independencia de poderes ni justicia independiente
Normalmente en países como Estados Unidos y España hay un acuerdo tácito entre los partidos preponderantes para nombrar jueces de tal o cual corriente política a través del Congreso. Así hay jueces y altos magistrados de la Corte Suprema que comúnmente son nombrados por su afiliación política, y después por su probidad para el cargo. Incluso esta misma dinámica poder adentro termina, además, por conformar a los jueces como otra pata más de la casta política y una corporación, que a veces persigue sus propios intereses.
Esta es ley entre líneas que se aplica en juzgados locales y tribunales internacionales, altamente permeables al poder económico y financiero. Lo que explica, por ejemplo, que en el Tribunal de La Haya, dedicado a crímenes de guerra y lesa humanidad, no haya condenados como George W. Bush y Tony Blair por sus comprobados delitos en contra de la humanidad en Iraq. Ni que tampoco nunca se haya juzgado a los financistas de las guerras de rapiña en Yugoslavia, Siria y Libia, ni a quienes hicieron lucrativos negocios durante la Segunda Guerra Mundial con los campos de concentración de Hitler y su demente experimento de dominación mundial.
En ese mismo sentido, se puede apreciar cómo los principales bancos del mundo hicieron un millonario fraude con la crisis financiera de 2008, sin que ninguno de sus dueños fuera preso ni se abriese una investigación más allá de sus gerentes y empleados. Hecho que refleja el mensaje de fondo: defrauda y roba con impunidad que ningún poder es capaz de tocarte. Que ninguno de los diez principales banqueros del mundo tengan ni una sola investigación en su contra prueban sobradamente este punto.
Precisamente las mismas instituciones, políticos y medios que nada dicen sobre esto son las que alertan acerca de la inexistencia de un poder judicial independiente en Venezuela. Después de todo, si eso fuese así, pudiesen hacer exactamente lo que hacen con Brasil y su justicia: destruir un país entero a sentencias y condenas bajo el mandato de bancos y compañías extranjeras.
Sólo sustituirían a Petrobras por Pdvsa y a los petistas por chavistas para que finalmente Venezuela fuese vendida a precio de gallina flaca por el antichavismo.
El modelo económico es fallido y anacrónico
Como un mantra, este matriz de opinión es repetida hasta el hartazgo para demonizar cualquier tipo de alternativa al verdadero modelo fallido en el que vive todo el mundo: el neoliberalismo como fase superior del capitalismo.
Justamente las fallas y los problemas actuales que atraviesa Venezuela, en parte, se deben a desafiar esta lógica conviviendo con ella a nivel mundial. Lo que ha llevado a ser víctima de una feroz reacción de los factores de poder que le adversan por atreverse a una política soberana. Y que esta se exprese en agudizar las debilidades administrativas y productivas, propias de un país cuyo destino previsto por el modelo económico mundial es el de ser un proveedor de recursos naturales y perpetuo importador.
Sólo hizo falta que todo el modelo económico mundial, que podemos llamar único, se pusiera de acuerdo para aprovechar estas debilidades y que todas las fallas producto de depender de importaciones se pusieran a la vista.
Sin embargo, lo que en Venezuela se pone en juego precisamente es la capacidad de romper esta lógica y evitar caer en el modelo fallido en el que está toda la economía mundial (aún cuando tres años de guerra económica han logrado en parte este objetivo). Modelo que en su principal país de origen, Estados Unidos, tiene al 80% de su población con salarios a la baja por más de 10 años y no asegura el acceso a servicios básicos como educación y salud. El mismo que produce Trump y después se horroriza por ello.
Es por eso, justamente, que el mismo sistema considera revulsivo a Venezuela y despliega todas sus instituciones y esquemas de ideas, sean de izquierda o de derecha, para limitar y esterilizar cualquier tipo de alternativa, aún a costa de llevar a parte de su población al hambre y después culpar de ello solamente a la mala "administración del chavismo".
http://misionverdad.com/columnistas/lo-que-dicen-de-venezuela-y-sucede-en-el-mundo
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