Norelys Morales Aguilera.- La visita de James Carter a La Habana, a horas de concluir, apunta a la posibilidad real del diálogo por encima de la confrontación y la discrepancia entre Estados Unidos y Cuba.
De otro modo no se comprendería que el ex mandatario norteamericano pretendiese contribuir a mejorar las relaciones entre su país y la Isla, mientras el gobierno, presidido por Raúl Castro, le invite y lo reciba con los honores de su trayectoria.
El presidente cubano ha reiterado la disposición del gobierno de la Isla para dialogar con Estados Unidos sobre cualquier tema, en términos de igualdad, sin condicionamientos y con respeto a la independencia y soberanía de la nación. No debiera parecer eso excesivo si Washington no estuviera obcecado con destruir la Revolución cubana.
Durante el mandato de Carter entre 1977 y 1981 hubo interés en mejorar las relaciones bilaterales, rotas por EE.UU. al triunfo de la Revolución. En ese período quedaron abiertas las Secciones de Intereses (misiones diplomáticas) en ambos países y se impulsó el acuerdo mediante el cual se suspendió la prohibición de viajes de los norteamericanos a Cuba.
Sin embargo, antes y después de Carter hasta nuestros días, Estados Unidos no ha mostrado voluntad real de modificar su política hacia Cuba, ni de eliminar sus aspectos más irracionales. El actual gobierno ha mantenido intactos todos los instrumentos de la política de agresión, incluyendo el bloqueo.
De ahí que resulte tan interesante la visita del ex presidente de Estados Unidos. Sin embargo, el cacareo mediático no apunta a la solidez de la posición cubana y es digno de tomar en cuenta que el ex mandatario resulta un interlocutor válido tomando en cuenta su trayectoria mundial en numerosos conflictos, elecciones y diferendos desde el Centro Carter.
Al visitar a Fidel Castro, Carter se pronunció en contra del embargo, como llaman en Estados Unidos al bloqueo. Un buen punto, pero hay otros temas propuestos por Cuba para conversaciones serias.
Las autoridades cubanas han trasladado al Gobierno de EE.UU. proposiciones para cooperar en temas de interés común como el enfrentamiento al narcotráfico, el terrorismo y el tráfico de personas, la protección del medio ambiente y la prevención de desastres naturales.
Hasta hoy se ha impuesto la prepotencia, la brutalidad y la negación al diálogo.
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