La Soez Valdés en Bayona

El pasado viernes, 19 de noviembre, tuvimos la visita de la que se define como « escritora y dice ser “una pobre exiliada víctima del castrismo que no le permite volver a su querida isla”. Más o menos, resumo su pensamiento.

Rodeada de una camarilla de mujeres, entre las cuales algunas ven en la literatura pornográfica una liberación de su ser profundo – aunque me llena de perplejidad, eso es su derecho, estamos en una democracia – la invitada de una asociación feminista adoptó de primeras una actitud modesta y sonriente de persona bien educada. Compartía el escenario con otra escritora, una mujer de origen portuguesa, que explicó que su escritura encierra una pequeña música triste como un fado. Saudade, saudade. Para “nuestra Soez”, su obra es más bien como un bolero que ve como un acto de posesión y de lucha de los cuerpos. No sé bailar el bolero, así que no me pronuncio.

Desgraciadamente para la autora del “Dolor del Dólar”, unos perturbadores se habían invitado. Primero una cubana residente en la región que enarboló una pancarta donde había escrito Zoe, transformando la Z en cruz nazi y que denunció el bloqueo defendido por la pobre exiliada, amiga de la gusanera de Miami, antes de irse a su trabajo, ya que a ella no la pagan para escupir sobre su patria. La Soez, con cara de abatimiento, suspiró que está acostumbrada a ser asi maltratada, pobrecita, y empezó a explicar que el bloqueo no existe, solo hay un conjunto de decisiones comerciales... Fue entonces cuando intervino otro cubano residente en País Vasco para decirle en español lo que piensa como cubano. Para resumir le dijo más o menos: “Mi amorrrrrr, eres una mierda”. Y se fue.

Gritos horrorizados de la camarilla. La Soez ultrajada.

Prosiguió la charla, sin ningún interés real, siquiera literario. Aprendimos que no conoció a su padre (lo que explica quizás unas cositas) y cómo se derrumbó la casa donde vivía con la abuela. Pero no habló más de Cuba, temiendo probablemente otras reacciones poco agradables [para ella].

Estábamos en la sala, Xarlo y yo, vigilando. Xarlo se moría de ganas de preguntarle a la Soez si Fidel, con sus 84 años, seguía comiendo niñitos, como la suave exiliada lo había sospechado algún día, pero logró contenerse. Esperé que se termine la charla para hacer una pregunta no política, como lo dije en preámbulo, sino literaria. Quería saber por qué cambió tan radicalmente de estilo, pasando de una escritura clásica y algo romántica en su primera obra escrita en Cuba, al estilo que adoptó desde que se posicionó como opositora a la revolución cubana, un estilo que ella hubiera querido llamar “barroco” pero que en Wikipedia califican de “realismo sucio”...

Nunca lo sabré, aunque tengo mi pequeña idea, conociendo que lo pornográfico aliado a una crítica de Cuba se vende bien, porque la camarilla con sus gritos la dispensó de contestar. Sin embargo, la otra mitad del público pareció bastante de acuerdo.

Salí de la sala a “recuperar” a Xarlo que había salido a fumar para no explotar.

Al día siguiente, me llamaba el mismo Xarlo, iracundo. Se le había ocurrido ir sobre el blog de la Soez (¡él será algo masoca!), y había leído su versión del evento. Se quejaba de que le habíamos un poco estropeado el placer de la charla, añadiendo que después de haberla agredido verbalmente y haber sacado los tradicionales carteles mentirosos, nos habíamos largado “como pendejos, con el rabo entre las piernas”.

Confieso que me he reído mucho.

Pero, pensándolo un poco, me doy cuenta de que la Soez padece problemas físicos o/y psicológicos. Obviamente no ve bien. Los carteles incriminados sólo eran uno. Luego no se dio cuenta de que soy una mujer, y que eso de irse con el rabo entre las piernas... A no ser que crea que las mujeres también tenemos este aprendiz, lo que significaría que ella...??? Soez Valdés sería una transexual??? Lo que podría explicar que todo en su obra no esté alrededor de un fado, sino alrededor de un rabo! Me perdonaran el realismo de la frase!

En cuanto a ser llamados “pendejos”, viniendo de donde viene, me conviene mejor que si nos hubiera llamado “amigos maravillosos”.

Y como decía mi abuela: “el ladrón llama ladrón a los demás”.

Besarkada bat –un abrazo – de los “pendejos de Baiona”!

Annie Arroyo

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