Kaosenlared ya tiene el sambenito colgado.
Carlos Tena
Un caos parece algo terrible, aunque depende de dónde y cómo se genere. Me explico. Si asistiéramos a la descomposición política de los partidos de derechas, desde el PSOE al PP (un arco bastante escaso, pero con millones de votos), fragmentados, hecho trizas por la corrupción, las fugas, las evasiones de capital, pero sobre todo castigado por el electorado, los medios de comunicación habituales hablarían de “Caos en la clase política”, “España sin partidos”, “Confusión caótica en Las Cortes”, y cosas parecidas.
Si ese tipo de barullo en cadena ocurriera entre los militares que siguen empecinados, en Iraq y Afganistán principalmente, en que asesinar a un millón de personas es la forma más democrática de defender un estado participativo, se hablaría, entre aplausos de los de siempre, de “Una Babel en Kabul”, “Desconcierto general en Iraq”, “Una caótica pandemia asola a las tropas de pacificación en Basora”.
Si un desorden espectacular reinara entre las fuerzas de seguridad de un país como España, pongo como ejemplo, merced al caos informático provocado por un hacker con escrúpulos, al invadir las comunicaciones entre Interior y el CNI (Centro Nacional de Inteligencia), sembrando los discos duros con gusanos (los cubanos son los más eficaces a la hora de sembrar detritus), toda suerte de troyanos y sabandijas almodovarianas, la prensa titularía “Invasión terrorista en la Red”, “Ataques piratas siembran el caos en Interior” o “Rubalcaba y Chacón presos de la confusión”.
El caso es que, sin haber ocurrido nada de lo referido, la sombra de algún juez, aparcando la ética profesional y la deontología en el lupanar de la inmoralidad, luciendo una impresionante vulgaridad y torticera interpretación de la libertad, se cierne sobre Kaosenlared; un objetivo a matar informáticamente, apoyado por los medios de comunicación al servicio de este régimen neo franquista, que acostumbran desde hace lustros a ser la correa del ventilador de ese motor caduco que es la monarquía borbónica. Todo vale para criminalizar las ideas democráticas, las aspiraciones de la sociedad por un mundo mejor, transparente y pacífico, donde el trabajo sea en verdad lo que dignifique al ser humano.
En este régimen, todo se hace al revés. Se hurta la dignidad de la persona, sometiéndola a vejaciones y maltrato en las dependencias policiales, datos constatados por varios especialistas de Naciones Unidas, mientras Rubalcaba niega la menor en un patético ejercicio de cinismo de la peor calaña. Se rebajan las conquistas laborales logradas hace 30 años. Se congelan las pensiones de quienes pueden sólo malvivir de ellas. Se clausuran locales, se cierran periódicos, se persigue la diferencia, se odia al okupa, se veja al que disiente, se encarcelan las ideas, se veta al que señala a los culpables de la crisis. Se odia la verdad.
El régimen borbónico (por favor, amigos, no digan sistema jamás, excepto para señalar a Cuba, Venezuela, Ecuador, Nicaragua y Bolivia) quiere cargarse Kaosenlared, porque da cancha a las opiniones más dispares sobre la actualidad, la política y los acuciantes problemas de la sociedad que nos ha tocado vivir. Y no me refiero ya a los comentarios, en los que el penoso insulto fácil es definidor de quien lo vomita, sino a los debates internos y externos que generan temas tan cruciales como el paro laboral, la violencia policial, los homenajes que tributan al Padrino del Borbón sin que Rubalcaba aplique la ley vigente (el franquismo fue condenado en el parlamento europeo), la inutilidad de la monarquía, la interpretación del marxismo, el “mileurismo” de más del 60% de los españoles, el problema de la vivienda que ya es acuciante, la privatización paulatina de la educación y la sanidad públicas, el diálogo como solución única ante el conflicto vasco, la inestabilidad social, la cultura en todas sus facetas, la impunidad de los crímenes del golpe de estado de 1936, la basura mediática que generan las cadenas privadas y públicas, la prensa, la radio, en manos de menos de diez familias millonarias del interior y el exterior, que dirigen la política exterior, la judicial, laboral e informativa. La defensa de las Revoluciones en Cuba, Venezuela, y los procesos políticos que se viven hoy en toda América Latina. Todo ello y mil asuntos más de Europa, América, Asia, África y Oceanía.
Kaosenlared ya tiene el sambenito colgado. Y con él, todos quienes colaboramos, con mayor o menor periodicidad, a que en su página exista pluralidad, discusión, controversia e información de aquello que manipula o no interesa a Falsimedia; pero sobre todo, Kaos aporta denuncias concretas sobre violaciones de derechos humanos en todo el orbe terráqueo, masacres y genocidios ocultados en esos medios al servicio de la manipulación de la realidad, que profesionales como Jon Sistiaga y Mauricio Vicent realizan con primor, y en los que figuran como destacados actores del esperpento cientos de colegas a sueldo de esa organización llamada Reporteros Sin Fronteras, que actúa como brazo ideológico de la CIA y el gobierno de Obama.
Kaosenlared ya está amenazado. Sobre estas páginas pende el honor de ser un objetivo a batir por parte de quienes desprecian la voluntad popular, la objetividad y el rigor informativo. Damocles ha colocado su afilada espada de la prohibición, la multa o el proceso, encima de todos cuantos luchamos por la libertad de expresión, por la democracia en su versión no censurada. Todos somos sospechosos. Ya lo advirtió Bertold Bretch.
Pero, a pesar del nubarrón de la intolerancia y el golpe bajo, debemos mantenernos serenos en nuestro sitio, porque sabemos quiénes son los verdaderos enemigos de la paz. Conocemos el careto y la vesania de los que buscan amedrentar a la sociedad con falsas amenazas, o lo que es aún más terrible, organizando el terrorismo de estado, sin complejos ni fronteras, como hizo George W. Bush en Nueva York cuando se produjo el nunca aclarado atentado de las Torres Gemelas, que fue avisado por un miembro de la familia Rockefeller, con once meses de antelación (como la posterior invasión de Iraq), al director de cine Aaron Russo, datos revelados por el infortunado cineasta en una entrevista en 2007 [1], antes de morir de “cáncer de vejiga” a los 64 años de edad, tras el estreno de su impresionante documental: “(América (USA), de la libertad, al fascismo”. ¿Muerte natural? Los dos hijos de Russo jamás tuvieron en la mano, hasta después de la muerte de su padre, noticias de que aquel padeciera esa afección.
Los miles y miles de lectores habituales de Kaos (Fidel Castro, entre ellos) [2] sabemos que el objetivo de la izquierda son, además de los citados, desmentir a quienes niegan los malos y las torturas a cientos de detenidos; es señalar a quienes no informan de las muertes de reclusos por huelga de hambre o de los registros intolerables a los familiares de los presos políticos; es escribir del empecinamiento de la titular de Defensa por seguir enviando hombres y mujeres a miles de kilómetros, alegando que se está colaborando en una misión pacificadora, para que mueran ametrallados o en accidente aéreo o de tráfico. Ya van 92 muertos porque sí. Nadie podrá jamás dar a los familiares una explicación satisfactoria, coherente y racional, sobre los motivos por los que esas personas pagaron con su vida los intereses espurios del lobby americano del gas natural. A día de hoy, ya se levantan voces en el seno de la propia Guardia Civil pidiendo la retirada de Afganistán.
Lo amigos de Kaos pedimos desde hace años que se acabe ya con la participación española en aquellos territorios invadidos por las fuerzas de la OTAN, cuyo único interés radica en el saqueo de sus riquezas naturales, como Iraq lo fue por las fuerzas USA, tras la exhibición de monumentales mentiras acerca de las famosas armas de destrucción masiva. Por esos bulos mil veces repetidos jamás de pidió perdón. Ninguna cadena oficial dedicó un solo espacio a reconocer la ilegalidad de aquella bestial invasión de la que nacieron un millón de inocentes asesinados de todas las formas posibles, datos que Obama quiere ocultar a pesar de los documentos revelados por Wikileaks. De aquella sanguinolenta farsa, de ese cúmulo de hipocresía y sadismo, apoyados por mandatarios que deberían ser juzgadas por genocidio (Bush, Blair y Aznar), nacieron las heces que cubren la democracia del primer mundo.
Pero aquello, para Rubalcaba, Zapatero, Chacón, Jiménez y su Tamiflú, De la Vega y demás representantes en España del empresariado mundial, ya pasó a la historia. Hay que mirar hacia adelante… para no ver las toneladas de basura que va defecando esa democracia falsa tras sus pasos.
Y por denunciar todo ello, nos quieren callar. Pero nosotros, alto y claro, con las manos levantadas y la voz firme, respondemos: “Aquí estamos. En Kaos no matamos”.
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