Norelys Morales Aguilera- Si se calcula que Estados Unidos necesitó 60 años para dar un perdón público a la nación guatemalteca por la inoculación intencional de enfermedades venéreas a más de mil 500 personas, entre 1946 y 1948, según dicen, entonces el 2070 sería el año que al debe esperarse por la nobleza de la clase poderosa norteamericana para una disculpa.
Resulta que los "estudios médicos" fueron recientemente descubiertos por Susan Reverby de la Universidad de Wellesley y estaban liderados o conducidos por el Departamento de Salud y Recursos Humanos (HHS, por siglas en inglés) de EEUU.
Un oficial médico de ese Servicio, John Cutler, encabezó los experimentos con el alegado propósito de probar la eficacia de la penicilina en la cura de males de transmisión sexual.
El equipo de Cutler utilizó como conejillos de indias a enfermos mentales, prisioneros, soldados y prostitutas, estas últimas como vía de contagio, a quienes infectó con sífilis, chancroide y gonorrea sin contar con su consentimiento.
El HHS de Estados Unidos se apresuró en ofrecer conclusiones después de ver la luz el descubrimiento de aquellos inverosímiles estudios.
El Presidente Obama y su secretaria de Estado Hillary Clinton han debido pronunciarse ante las revelaciones y suena más a escándalo que a arrepentimiento. Ello no ha mitigado la indignación al conocerse los hechos, seguida de estupor por los suaves términos utilizados en las conclusiones de las primeras investigaciones.
La Clinton anunció, que convocará "a un cuerpo de especialistas" con el fin de evaluar "los métodos más eficaces" para asegurar que los "experimentos científicos" norteamericanos en personas en todo el mundo sigan "rigurosas normas éticas". Al ser así, debe deducirse que aún se hacen pruebas en humanos sin su consentimiento.
Si alguien se tomara el trabajo de hacer un listado de los perdones que Washington debe ofrecer no podrían faltar los vecinos de sus bases militares que reportan violaciones y otros desmanes como en Okinawa, también por Hiroshima y Nagasaki, guerras que todavía continúan como Irak y Afganistán, por los Balcanes, los golpes de estado e invasiones en América Latina, norteamericanos víctimas autoagresiones, el empleo del Agente Naranja sobre Viet Nam, el uranio empobrecido en bombas… Ni idea de hasta dónde alcanzará la lista. Pero, bien hasta el 2070 hay tiempo.
Por sí o por no, Cuba podrá decirle para ver si se acaban de enterar que como consecuencia del Terrorismo de Estado de EEUU, las muertes de cubanos superan las ocasionadas por los atentados a las Torres Gemelas y Oklahoma juntos, según ha recordado recientemente el presidente cubano Raúl Castro.
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