Una estatua impresionante del Che.


Norelys Morales Aguilera.

Una estatua en la que se ven los símbolos que el creador describe. El artista eligió la denominación “Che con niño” para su escultura. Casto Solano Marroyo (Olazagutía,Comunidad Foral de Navarra, 8 de abril,1958), solo pidió que fuera ubicada en Cuba en un lugar donde la gente al pasar la apreciara. Pensó en el aeropuerto José Martí, pero a sugerencia de un grupo de cubanos hubo otra propuesta, según Eneida López, funcionaria de Relaciones Internacionales del Partido Comunista de Cuba en Villa Clara.

El lugar de donde ha partido desde Santa Clara. Ernesto Guevara, el Che, luego de la victoria en esa ciudad, en 1958 sale de su Comandancia hacia el viaje de la Revolución y la inmortalidad. Parece caminar, está a escala humana, hay que descubrirla.

Solano Marrollo expresó sobre su obra:
“Es un reconocimiento de los valores humanos, un homenaje a la honradez, a la honestidad. A la ausencia de hipocresía, al valor para defenderlos y soportar renuncias. En Ernesto Guevara de la Serna tienen todos cabida, y ni siquiera sus enemigos y detractores pueden ocultar la existencia de los mismos en su actuación vital.”

Es un goce estético y un asombro esta obra.

Así explica el escultor en documento de donación de la misma al pueblo de Cuba.

(Transcripción literal del escrito)

Ernesto Guevara de la Serna.


En la vida de un hombre hay símbolos que marcan sus decisiones y decisiones que enmarcan estos símbolos.


En su cabeza una estrella solitaria, el resto son los demás.




En su pecho el infinito recorrido por dos niños, uno porta el sol, el otro la luna.

“En un camino infinito somos iguales, somos diferentes. En un camino sin fronteras, da y recibe, vive y deja vivir”.


En su bolsillo un libro, el héroe, El Quijote.



El niño es filmado por su padre, su posición económica es saludable, pero el niño monta en la cabra y tira al monte, dejando atrás su inmenso jardín.



Un motor acoplado en la bicicleta, 850 kilómetros por delante para curar leprosos.

Una moto y su amigo Mial y a recorrer Sudamérica regalando ayuda física y moral y poniendo sus servicios médicos al servicio de los más desfavorecidos. “Esto no es suficiente el problema de Sudamérica es más profundo que una herida de lepra”.

Sueños tumbados en un balcón mirando al cielo, alguien le ha hablado de un tal Fidel Castro. Su hija le hace pensar en la muerte como algo transitorio, después vendrán más niños y un retrato de familia va quedando grabado en la espalda, es duro.

-“No soy un Cristo, no me dejaré clavar en la cruz, lucharé hasta la muerte”.-

Comienza un fuerte entrenamiento, escala volcanes hasta el trágico desembarco de la Isla del Caimán. La Revolución cubana está en marcha.

El asma y los mosquitos hacen la vida aún más dura en la Sierra Maestra. El tabaco y los mulos la hacen más llevadera.


Con el Ché y sus camaradas al frente, codo a codo, una multitud de gente sale del interior de la luz. “Juntos unos, cada uno es cada uno”. Su unión ha sumado fuerzas. La Revolución ha triunfado.



En un rincón un niño piensa: “en cada tiempo un lugar, en cada lugar su tiempo, el tiempo de un niño es breve y su lugar es jugar. Una niña se asoma a una ventana alta, protegida –los privilegios son para los niños.



Enérgico el Ché camina entre sus recuerdos ¡a otra revolución!. En su brazo la dulce imagen de un niño, es el futuro. En su mano un hombre se libera, un hombre nuevo, un lema: “romped cadenas en mentes, que no se pierdan las almas, que no se rompan las gentes.”


¡Hasta siempre Comandante!

Los viajeros llegan a la estatua a comprender el mensaje y descifrar los símbolos



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