El verdadero obstáculo del acceso a Internet en Cuba.


Aplausos online para el Departamento del Tesoro. Ariel Terrero - EEUU anuncia la eliminación de sanciones a Cuba para acceder a Internet, pero no parece enterado del verdadero obstáculo que nos pone a los cubanos para navegar por la red de redes.

Maldita esa desconfianza con que miro al Gobierno de Estados Unidos cada vez que nos tiende la mano a los cubanos. A ver, ¿por qué tengo que retorcer los ojos cuando Washington da algún paso para aligerar el bloqueo económico a nuestro país? El lunes las agencias de prensa me sorprendieron con la noticia de que el Departamento del Tesoro anunció la flexibilización de la venta de tecnología a tres países: Irán, Sudán y Cuba. Las autoridades de EEUU autorizarán la exportación de servicios o programas para acceder a Internet.

Pero mientras más leo, menos entiendo. Dice la nota de Reuters, que la decisión otorga “exenciones a las sanciones existentes”, para permitir a compañías como Google y Microsoft “exportar software libre para el mercado masivo”. Y si el software es libre, ¿para qué hace falta exportarlo?

Citando al Departamento del Tesoro, la agencia británica agrega que “la exención permitirá descargas de programas para la búsqueda en línea, el uso de blogs, correos electrónicos, mensajería instantánea, chat, redes sociales, y compartir fotos y películas”. Otras agencias de prensa, como la DPA, confirman que la Oficina de Control de Bienes de Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro reformó las leyes que limitan el comercio con esos tres países, para “añadir licencias generales autorizando la exportación de ciertos servicios personales de comunicación por Internet”, así como la “exportación de sofware” para dichos servicios.

No sé si el subsecretario del Tesoro, Neal Wolin, sabe que reconoció las culpas de su país, cuando dijo que la medida de marras permitirá a los cubanos “comunicarse entre sí y con el mundo exterior”. Triunfalmente, calificó el asunto como “un derecho básico” con el cual manifestó un “profundo compromiso”. Lo imagino con la mirada entornada, en gesto piadoso, al hacer tal declaración. Los ciudadanos de estos países podrán –dijo– "ejercer su derecho universal a la libertad de expresión e información de la forma más amplia posible".

Casi me erizo de emoción con los comentarios de Wolin, aunque sigo sin entender dónde supone él que están los malos de la película. ¿Quién les tenía cerrada algunas puertas a los cubanos para acceder a la comunicación vía Internet? ¿Quién decidió abrirlas? ¿Quién estaba limitando, entonces, tal derecho humano?

EEUU da el paso, en verdad, no por un rapto de buena voluntad, sino con la intención explícita de encontrar una vía para horadar, en el caso de mi país, a nuestro sistema socialista. La Revolución les molesta y eso es suficiente para quienes no han dejado de sentirse dueños del mundo. "Como han demostrado los recientes acontecimientos en Irán, las comunicaciones personales por Internet, como correos electrónicos, mensajes instantáneos y redes sociales son herramientas poderosas", afirma el comunicado del Departamento de Tesoro.

Independientemente de las intenciones más o menos aviesas de los vecinos, lo creo un paso positivo... Casi positivo. Bueno…, que pudiera ser positivo.

El 90 por ciento de las telecomunicaciones del mundo ocurren a través de cables submarinos. Cuba, aun cuando está rodeada de tendidos de fibra óptica, depende exclusivamente del costoso servicio satelital En toda esta historia Washington pifia o se hace el que pifia. El gran obstáculo de Cuba para acceder a Internet no está realmente en los servicios y programas para navegar en la red de redes. Aunque Google se pone malcriado con algún que otro servicio suyo, Cuba tiene acceso a muchas ofertas, por la creciente alternativa de programas de código abierto y sitios web de libre acceso.

La mayor barrera que tenemos para navegar en la red de redes y expandir esos servicios en Cuba está en el mar, en la imposibilidad de hacer tierra con cualquiera de los cables de comunicación submarinos que rodean a nuestra isla y que por ser norteamericanos permanecen vedados para nosotros. Tenemos, por tanto, que acudir a un satélite, que además de ser mucho más costoso, nos garantiza un mísero ancho de banda –una velocidad de 209 megabits de salida y 379 megabits de entrada–, muy por debajo de lo que podríamos tener con un cable submarino, como el que se instala actualmente entre Cuba y Venezuela.

¿De verdad no lo sabe Wolin?

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