Norelys Morales Aguilera.─ Es harto conocida la posición política del senador norteamericano Marco Rubio contra el pueblo cubano, aunque se desgasta atacando a su gobierno. A Rubio le da lo mismo el caos que la guerra. Ha hecho lo indecible desde las posiciones que ha escalado en el régimen imperial, de la mentira a las leyes.
Sus últimas declaraciones lo vuelven a poner en evidencia. Virulento, criticó a los funcionarios de la Administración del presidente Joe Biden encargados de las políticas hacia Cuba, argumentando que no han cumplido con las acciones debidas para ayudar a los cubanos dentro de la isla.
“Los funcionarios encargados del tema no están a favor de una postura fuerte en contra del régimen porque piensan que la solución es negociar y llegar a un acuerdo y un entendimiento”, indicó Rubio durante una entrevista con la impresentable Ninoska Pérez en Radio Mambí.
El leguleyo de la mafia anticubana de la Florida no quiere saber de paz o negociaciones. Se adelantó a confirmar que el Departamento de Estado estaría coordinando las visitas de congresistas a Cuba, con el objetivo de poder tener conversaciones con el gobierno de Miguel Díaz-Canel.
También indicó que presentaría una propuesta de ley la siguiente semana para poder proveer internet sin censura a Cuba mientras el “Departamento de Estado y el Consejo de Seguridad Nacional solo quieren tener un historial de diálogo y visitas con el régimen”.
Sobre la decisión de Biden que diplomáticos americanos y sus familiares vuelvan a la isla tras los ataques sónicos que han ocurrido contra el personal de Estados Unidos y Canadá, nuevamente sin pruebas ni evidencias, Rubio dijo: “La culpa será de quienes los enviaron de nuevo a Cuba luego de todos los daños causados por algo que aún se está investigando”.
“Aquí estamos hablando de daños similares a una lesión al cerebro a raíz de un ataque físico o un accidente de automóvil, daños que pueden ser permanentes”, explicó el senador.
Sin dudas, Rubio es una alimaña contra Cuba con las más oscuras intenciones. Quien sabe si quiere ser un procónsul en la Isla, pero está condenado al rotundo fracaso.
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