Pero la “transición” que “empuja” El País para Cuba –el paso a un modelo de democracia formal representativa, de corte liberal capitalista- está cada día un poco más lejos. La Revolución cubana, antes aislada y asediada, hoy cuenta con importantes aliados estratégicos, como Brasil, China o Rusia; y se encuentra reconocida y arropada por entidades latinoamericanas supranacionales como la CELAC o el ALBA (3).
Este cambio de escenario, más las transformaciones económicas internas en Cuba y, por encima de todo, las nuevas facilidades para la inversión en la Isla (4), han desencadenado movimientos súbitos dentro de las potencias beligerantes con la Revolución: la Unión Europea y EEUU. El último de ellos: la carta dirigida al presidente Barack Obama por 44 exaltos cargos, empresarios y académicos de EEUU, en la que piden un cambio inmediato en la política hacia Cuba (5).
La carta reconoce el fracaso del bloqueo económico a la Isla. Y advierte que EEUU “se está quedando cada vez más solo internacionalmente en su política hacia Cuba”. Y es que empresas de Brasil o China están tomando la delantera al invertir en importantes sectores económicos de la Isla (6). Incluso la Unión Europea ha reconocido el fracaso de 18 años de sanciones a Cuba, y se ha sentado a negociar con La Habana (7).
La citada carta a Obama contiene, además, peticiones realizadas por el propio Gobierno cubano: el levantamiento de la restricción de viajes y de envío de dinero a Cuba desde EEUU, o el inicio de un diálogo “sobre cuestiones humanitarias”, en referencia a un posible canje de prisioneros (8).
Pero la supuesta buena voluntad de los firmantes llega hasta ahí. Porque lo que los medios presentan como una propuesta para “aliviar” (9) o “acelerar el fin del embargo” (10), poco tiene que ver con librar al pueblo cubano de las penurias que provoca. Más bien plantean un mero cambio de estrategia para el mismo objetivo: la derrota de la Revolución cubana mediante la injerencia externa en el país.
El nuevo rumbo que proponen a Obama consistiría en “empoderar” al incipiente sector privado cubano (11), buscando el "catalizador para un cambio significativo en Cuba" (12). Las reformas económicas de la Isla serían una "ventana de oportunidad", ya que “alrededor de medio millón de empresarios –nos dicen- están empezando a reescribir la historia de su país iniciando su propio negocio, creando empleos” al margen del Estado. Levantar la “restricción al envío de remesas económicas desde EEUU a emprendedores independientes cubanos” ayudaría a "apoyar a un amplio espectro de la sociedad civil e independiente".
Otra cosa no se podría esperar de estrategas profesionales del poder imperial. Firman la carta, por ejemplo: el exDirector de Inteligencia Nacional en la administración Bush John Negroponte; el excomandante supremo de la OTAN James Stavridis; el exministro venezolano Moisés Naím; o el multimillonario David Rockefeller.
Pero, ¿qué papel cumple El País en este nuevo plan de injerencia? Este diario, primero que publicó en idioma español la citada carta, conocía ya su contenido desde hace más de un mes. De hecho, en abril publicó un reportaje titulado “Una nueva organización de cubanos pide a Obama más flexibilidad con La Habana”, para presentar a CubaNow, un grupo de presión nacido de las filas del propio Partido Demócrata de EEUU (13). En ese texto comprobamos que CubaNow se creó, básicamente, con el objetivo de presentar en sociedad la plataforma de cuatro peticiones que contiene dicha carta. Lo que hace sospechar que nos encontramos ante una operación creada desde los círculos más cercanos al Gobierno de Obama, y en la que El País actuaría, una vez más, como uno de sus órganos internacionales de relaciones públicas.
De hecho, El País publicaba hace unos días un nuevo reportaje propagandístico sobre dicha organización CubaNow (14). Bajo el elocuente título de “Los emprendedores como catalizador democrático en Cuba”, leíamos el mismo mensaje: el Gobierno de Obama debería relajar las sanciones a Cuba para impulsar “la autonomía empresarial” que “derive en un mayor aperturismo del régimen”, porque “la autonomía económica (será finalmente) autonomía política (en la Isla)”.
Y es que el Grupo Prisa está, desde hace años, en el centro de la estrategia de injerencia en Cuba y Venezuela diseñada desde Washington (15). Así –al parecer- intenta su director Antonio Caño convertir a El País en “pieza fundamental para empujar la transición” en ambos países, y así defender los intereses geoestratégicos del Gobierno con la “democracia más perfecta del mundo”.
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