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La emigración ilegal y la última farsa de Marco Rubio

M. H. Lagarde.─ Con el habitual cinismo que lo caracteriza, el senador de origen cubano, Marco Rubio, a tono con la excluyente política migratoria trumpista, descarga sobre el presidente Biden toda la culpa de la oleada de migrantes que ha llegado recientemente a la Florida.

De acuerdo con un despacho de La Opinión, en una carta dirigida a Alejandro Mayorkas, jefe del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), Rubio especifica que «desde el 30 de diciembre de 2022, al menos 500 cubanos y más de 200 haitianos han llegado por mar a los Cayos de Florida, abrumando los recursos locales».

En la misiva, el senador republicano asegura que: «Continúa desarrollándose una crisis humanitaria que empeora, una que la administración Biden ignora en gran medida», y añade que: «Esta situación es el resultado predecible de las políticas de fronteras abiertas de esta administración, donde, como resultado, los migrantes arriesgan sus vidas en botes improvisados. Ese mensaje se ha complementado con medidas de seguridad fronteriza laxas y una aplicación débil de nuestras leyes de inmigración».

Vale aclarar que, en el caso de Cuba, poco tiene que ver la migración ilegal hacia Estados Unidos con las «medidas de seguridad fronteriza laxas» de la actual administración, y sí mucho con las 243 medidas de recrudecimiento del bloqueo a Cuba durante el mandato de Donald Trump, de las cuales, por cierto, Rubio ha confesado públicamente ser el autor intelectual. 

El senador republicano, además, junto con la fauna anticubana de Miami que merodea en el Congreso, fue uno de los principales defensores del cierre en 2017 de la Embajada de Estados Unidos en La Habana tras el invento de los supuestos, y todavía no explicados, ataques acústicos que presuntamente afectaron la salud del personal diplomático norteamericano en la Isla.

Cualquiera sabe que, aparte de la primera oleada de anexionistas batistianos que tras el triunfo de la Revolución huyeron despavoridos hacia la Florida para esperar que «los americanos» acabaran algún día con el comunismo, la emigración de Cuba hacia Estados Unidos ha sido esencialmente económica.

De hecho, la emigración económica hacia Estados Unidos existe desde antes de 1959, y un buen ejemplo de ello son los propios padres del mentiroso senador, quienes viajaron a ese país en 1956.

El verdadero argumento de «miedo creíble» que los emigrados deberían presentar como suerte de pasaporte para ser admitidos en el país de las «oportunidades» es el de las consecuencias de un bloqueo genocida que dura más de sesenta años y que fue brutalmente endurecido, oportunista y cobardemente, incluso en medio del azote de una pandemia mundial. 

Si alguna culpa tiene el presidente Biden en todo esto es la de no haber cumplido con sus promesas electorales de mejorar las relaciones con Cuba y mantener las medidas implementadas por su antecesor, ya sea por intentar mantener el equilibrio político en un país profundamente dividido o, simplemente, como dijo el propio Marco Rubio, a propósito de las elecciones intermedias del pasado noviembre, porque le tiene pánico a la mafia anticubana de la Florida.

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