Norelys Morales Aguilera.─ Cuba es el único país en el mundo restringido por La Ley de comercio con el enemigo de Estados Unidos (TWEA) de 1917 (US 40 Stat. 411, promulgada el 6 de octubre de 1917. Es un estatuto federal para restringir el comercio con países hostiles a los Estados Unidos. La ley otorga al Presidente el poder de supervisar o restringir cualquier comercio entre los Estados Unidos y sus enemigos en tiempos de guerra.
Sin embargo, en el estatuto irracional contra Cuba la Casa Blanca aplica su hipocresía y mentira, pues EE.UU. nunca ha declarado una emergencia nacional con respecto a Cuba y no estamos en medio de un conflicto bélico, pero todos los presidentes desde John F. Kenedy han prorrogado el empleo de esta ley, como decíamos el año anterior.
Joe Biden en días recientes volvió al avieso ritual firmando la extensión por un año del ejercicio, que solo certifica lo que Cuba es para Estados Unidos, un enemigo del mayor imperio del mundo.
Y por otra parte, Al extender aplicación de Ley de comercio con el enemigo, Biden ratifica marco que sostiene política de abuso de EEUU contra Cuba.
Biden es el presidente número doce de Estados Unidos que queda en entredicho ante el mundo, y Cuba solo tiene la sanción moral, que no otra cosa significa que cada año la inmensa mayoría de los países en las Naciones Unidas condene el bloqueo contra la Isla.
Sin dudas, el bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba responde a un marco político y administrativo punitivo de carácter continuado.
No me referiré a la diferencia del PIB de Estados Unidos respecto a Cuba, ni a la población de ambos países, ni a la conformación de los ejércitos, solo invito a mirar un mapa y ver la diferencia entre Estados Unidos y Cuba.
Pero el abuso tiene una valoración, en cifras, sin que pueda cuantificarse el sufrimiento humano. En los primeros 14 meses del gobierno del presidente Biden “las afectaciones ocasionadas por el bloqueo alcanzaron los 6 mil 364 millones de dólares”.
Repito la cifra, seis mil 364 millones de dólares que también sirven para acallar el cacareo de los líderes del imperio con que defienden los derechos humanos en Cuba y quieren ayudar a su pueblo. Los medios corporativos siguen silenciando el perjuicio, pero una vez más el mundo los condena y el sentido común indica la injusticia, que clasifica como genocidio a un bloqueo medieval.
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