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¿Pacíficos o salvajes?

Ariel Lemes Batista.─ A poco más de dos meses del 11 de julio, aún podemos escuchar a los "Patria y Vida" asegurar que los manifestantes eran pacíficos ciudadanos que exigían libertad, hacían justos reclamos y pedían el fin de la Revolución. Para los "Patria y Vida", los vándalos y violentos que, certifican ellos, protestaban pacíficamente, no son seres reaccionarios ni agresivos, por lo que no se justifica que hayan sido "ahogados por la represión policial". 

Aseguran que nunca hubo caos o agresiones, ni actos vandálicos y terroristas. Según sus relatos, ninguno de los participantes marchó a las calles a linchar, ninguno tiró piedras a niños hospitalizados en salas de pediatría de Cárdenas o Cacocum, nadie proyectó rocas hacia el hospital materno de Santa Clara en el que embarazadas esperaban a dar a luz y madres amamantaban a recién nacidos, o hacia los pacientes que esperaban por un trasplante de corazón o ser operado de ese órgano vital en el Cardiocentro de Villa Clara; según sus afirmaciones, ni uno solo dio muestra de la calaña que se manifestó contra la Revolución.

 Para ellos, ninguno de los manifestantes lanzó cocteles molotov no a un ejército, sino a compatriotas que piensan diferente y que no salieron a contrarrestarlos con otra arma que no fuera las ideas. Según sus relatos, ninguno de los participantes marchó a las vías públicas a linchar y desestabilizar un país, y mucho menos reconocen que sus acciones estaban (están) siendo financiados y alentados por los Estados Unidos, como parte de la guerra no convencional contra la Isla. 

 Afirman que las fuerzas del orden nunca actuaron fue para imponer el orden, combatir el vandalismo y restablecer la tranquilidad y la seguridad ciudadanas, importantes conquistas de la Revolución, puesto que aquellos pacíficos ciudadanos nunca arremetieron con carros contra personas en plena calle con intención de atropellarlas, ninguno sacó un cuchillo o un machete para agredir a otro, ninguno disparó botellas de ron vacías, una vez terminada de beber, sustraída en muchos casos de las tiendas saqueadas, esas que venden -¡qué horror!- en divisas que beneficiarán al pueblo y no a un capitalista dueño de comercios, bancos y empresas. 

  Consideran que hubo represión, puesto que los apresados por la policía fueron conducidos por gritar "¡Abajo la dictadura!", y jamás por intentar desesperadamente de liquidar a otros cubanos.

 Aseveran que si la Constitución, esa que mucho de ellos no aprobaron porque refrenda la irrevocabilidad del sistema socialista, otorga el derecho a la libertad de expresión y de manifestación, podrían entonces quebrar el derecho de todos los cubanos a la tranquilidad ciudadana y que no le asiste la obligación a las fuerzas del orden de velar por ella, como tampoco al pueblo a contribuir a su logro. 

 Testifican que fue legítima manifestación política la llevada a cabo el 11 de julio, mientras intentan ocultar y negar los asaltos y saqueos a tiendas, el apedreamiento a instituciones públicas, la destrucción de autos, la penetración en viviendas de aquellos que piensan diferente, con ánimos de agredirlos y eliminarlos físicamente.

Para los "Patria y Vida", de ningún modo un revolucionario corrió amenaza mortal alguna ante vándalos antisociales, ni hubo de coserle a nadie la cabeza partida, a la carrera, porque así, con el rostro, la ropa y la bandera, la cubana, la nuestra, teñidos en sangre propia, no contraria, había que retornar al campo de batalla porque la que corría peligro inminente era la Patria, y "morir por la Patria es vivir". 

Para ellos, ningún vecino tuvo que abrir las puertas de sus casas a extraños para darles refugio porque sus vidas estaban siendo amenazadas. En riesgo solo estuvieron ellos, los pacíficos manifestantes que jamás agredieron a nadie, mucho menos cuando levantaban cuchillos y machetes ante los rostros de antimperialistas, de fidelistas, a los que reprochaban sólidos argumentos como "ustedes son unos privilegiados, a ustedes el gobierno les entrega tarjetas en MLC para que compren en las tiendas, ustedes no carecen de nada mientras el pueblo se muere de hambre". 

Confiesan no ser ellos integrantes de hordas salvajes, mercenarias y ultra reaccionarias que pretenden tomar el poder arrebatándoselo al otro sector del pueblo, por lo que primero hay que engañarlo y confundirlo para que baje los puños y entregue las armas fácilmente, sin defender la Revolución, la Soberanía, la Patria, para ofrecer el país en bandeja de plata al imperio y a los oligarcas que regresarían de Miami a recuperar sus privilegios perdidos y hoy en manos de todos. Adormecidos como están por los cantos de sirenas que los capitalistas musitan en sus oídos, aspiran a que los verdaderos patriotas los secunden, desconociendo olímpicamente la arcilla que moldea a las cubanas y cubanos.

Proclaman que los contrarrevolucionarios son mayoría en el pueblo mientras los que defienden la Revolución han visto mermar sus fuerzas, aunque para probar sus afirmaciones no les queda otra alternativa que falsear la información y mostrar fotos e imágenes de los que gritan "Patria o Muerte" y los hacen pasar como si vociferaran "Patria y Vida", comparten en las redes sociales fotos del recibimiento fastuoso al equipo de futbol argentino en Buenos Aires y dicen: "Este desorden está ocurriendo ahora mismo en La Habana"; trucan imágenes de una manifestación en la egipcia ciudad de Alejandría, mientras periodistas y presentadores de la gran prensa burguesa internacional y de los medios (in) dependiente del patio, tan preocupados por la violación de los derechos humanos en Cuba, tan afligidos por la represión policial desatada contra los infelices protestantes, explican, sin sonrojarse, que "lo que tú estás viendo a través de las pantallas televisivas son disturbios antigubernamentales en el Malecón habanero".

 Alegan que las ideas y las razones están de su parte, y algunos ingenuos se los llegan a creer, incluso hasta después de presenciar que los muertos por la represión aparecen explicando en el Noticiero de la Televisión que están más vivos que nunca; que el pueblo cazó al dirigente de Camagüey o de Holguín, pero no explican que la captura es real, y que no es otra que la imagen captada por el lente, una tras otra, en las que muestran a esas autoridades locales en el enfrentamiento a la pandemia, ocupados en la toma de decisiones para llevar adelante a la provincia, trabajando junto a las masas en la construcción del país soñado. 

 Declaran ser víctimas de la represión, y buscan aprobación y apoyo mediático de Estados Unidos, la Unión Europea y algunas naciones latinoamericanas lacayunas del imperio, que no dudan en brindarlos porque responden a sus intereses políticos e injerencistas. Para demostrarlo, publican en las redes sociales una colosal cantidad de fake news, fotos falsas y videos que muestran solo una parte de lo sucedido, la cuidadosamente elegida y editada, mas no son capaces de hacer circular por esas mismas redes sociales imágenes ni testimonios de la acción de un ejército con armas tomando las calles, como los que con frecuencia reprimen a afroamericanos, latinos y activistas por los derechos civiles y antisistema que protestan contra el racismo y la discriminación racial en los Estados Unidos.

 Tampoco pueden viralizar fotos de carros que lanzan más químicos que agua, como los que nos golpean el rostro y las entrañas cada vez que los vemos, muy frecuentemente, en las pantallas de Telesur, nuestros espacios informativos de la televisión o Internet, justamente golpeando rostros y entrañas de ciudadanos en esos mismos países que se suman a condenar a Cuba. 

 Igualmente, tampoco logran compartir evidencias de cómo las máximas autoridades criollas solicitan a otros gobiernos iguales de dictatoriales y represores, como el venezolano o el nicaragüense, el urgente envío de municiones para sacar ojos y masacrar a las multitudes, porque de las que disponen se han ido agotando con el excesivo uso, como sí ha ocurrido en democráticas naciones del continente que cumplen con todos los estándares internacionales de protección a los derechos humanos y a las que el imperio nunca acosaría ni impondría bloqueo alguno.  

 Para ellos, los verdaderos patriotas son ellos mismos. Para demostrar sus ideas políticas, sus genuinos principios patrióticos, enarbolan banderas yanquis mientras aceptan dinero mercenario. Y a falta de propuestas que contemplen los intereses económicos, políticos y sociales del país, solo acuñan gritos obscenos y vulgares. Ante la escasez de ideas políticas, solo claman sus consignas sin consignas. 

 Intentan imponer la matriz de opinión de que el bloqueo no existe, es un mito, una falacia, una burda estratagema del gobierno revolucionario para justificar su incapacidad y fracaso. Por lo tanto, las consecuencias de las sanciones que impone quien dicta la agenda del bloqueo solo los limita económicamente a ellos. Las carencias de medicamentos y alimentos, las dificultades cotidianas, el apagón, solo los afecta a ellos. Los demás o son beneficiados por alguna oscura razón por dictadores y sátrapas, o son carneros, seres adoctrinados sin raciocinio. 

 Para ellos, los más de 62 años de asfixia, de intentos de matar a nuestro pueblo por medio del hambre y las enfermedades, de sumirlo en la miseria, como persigue el entramado de leyes aprobadas por el Congreso norteamericano, firmadas por distintos presidentes estadounidenses, recrudecidas por otros, durante más de seis décadas, no es real, por lo que los momentos difíciles que atravesamos en todo este tiempo, es obra del bloqueo interno al que nos somete nuestros propios líderes a la vez que ellos engordan y viven en la abundancia y el lujo.

Plantean una gran verdad: todo cubano tiene derecho a expresar sus ideas y a que se le escuche. Mas pisotean esa gran verdad al arremeter contra la estabilidad de un país al creerse en el derecho de romper la tranquilidad ciudadana y el orden público, al exigir ese derecho cometiendo actos de vandalismo. Para los "Patria y Vida", todos los que se manifestaron tenían un reclamo legítimo, todos exteriorizaban sus necesidades reales, todos reivindicaban sus derechos. Para ellos, jamás hubo manipulación mediática, no existe una guerra imperialista, política y comunicacional, para destruir la Revolución. 

 Reiteran que el imperialismo no intenta crear el caos en el país, no persigue desestabilizar nuestra sociedad, no busca enfrentar cubanos contra cubanos. Alegan que estas verdades solo son una mentira más de la Revolución porque pretende dividirnos como pueblo. Proclaman que es falsa las intenciones de los Estados Unidos de apoderarse de Cuba y convertirla en una estrella más en su bandera. 

Mantienen que es errado aseverar que los políticos norteamericanos no perdonan la decisión de los cubanos de ser libres e independientes, que es una invención de los comunistas que la Casa Blanca no tolera que el Primero de Enero de 1959 haya borrado el dominio norteamericano sobre el archipiélago, que no es verdad que el imperio fabrica, financia y organiza la contrarrevolución, que resulta una falacia que el ejemplo de la Cuba revolucionaria, soberana y socialista es inadmisible para el poder imperial. 

 Refutan que a finales de los años 50 y los primeros de los 60 del siglo pasado la contrarrevolución tenía sus bases en la oligarquía afectada por el proceso revolucionario y que encontró refugio y apoyo en los Estados Unidos, así como por antisociales, confundidos por la propaganda anticomunista y mercenarios que solo conocieron la derrota y el repudio del pueblo al tener como plan de acción los sabotajes, actos terroristas y crímenes. 

 Cuestionan que esa misma disidencia en la década de los noventa, desmoralizada por no haber logrado sus objetivos de derrocar la Revolución y recuperar el poder, envejecida, fracturada, rechazada por los cubanos, que hizo de la contrarrevolución su modus vivendi, encontró en mercenarios extranjeros, sobre todo en neofascistas latinoamericanos necesitados de salir de la pobreza, a sus peones para hacer estallar bombas y artefactos explosivos en hoteles habaneros y otras acciones terroristas con la finalidad de afectar el turismo y el acceso de Cuba a divisas para seguir batallando contra el bloqueo y por el desarrollo económico y social.

Niegan que Estados Unidos, al comprender la inexistencia de dirigentes contrarrevolucionarios y constatar una disidencia sin bases populares, invierte millones de dólares cada año para fabricar una oposición, para formar líderes, preferentemente entre jóvenes, universitarios, intelectuales y artistas, en los que, por lo general, escasea una obra importante, no poseen claras ideas políticas y declaran estar inconformes con las instituciones culturales cubanas, aunque estas no les hayan objetado sus creaciones artísticas y literarias. 

Rechazan las evidencias de que la mayoría de estos cabecillas siguen jugando sus roles, pero a miles de kilómetros de distancia, y son reconocidos más por la prensa burguesa y los gobiernos occidentales que desean derrocar la Revolución que por los mismos cubanos; resisten toda demostración de que esos líderes contrarrevolucionarios solo son aceptados por aquellos disidentes que han reclutados gracias al poder del dinero aportado por el gobierno norteamericano y que reparten entre ellos, no sin antes llevarse la mejor parte. 

 Para los "Patria y Vida", ninguno de los protestantes recibió dinero o promesas de una potencia foránea porque ellos son "patriotas, aman a Cuba y no son mercenarios". Insisten en que ninguno fue víctima del empleo por parte de los Estados Unidos y de la mafia terrorista de Miami del potencial delictivo de los pacíficos manifestantes. Para ellos, los políticos de ninguna otra nación y cabecillas de organizaciones terroristas basadas en Miami o Madrid utilizaron las frustraciones de la gente, el resentimiento de los que sienten que han sido abandonados a su suerte por un Estado fallido.

 Aseguran que ellos, los "Patria y Vidas", los marginales, los antisociales, los salvajes, los que no se avergüenzan de codearse con connotados racistas de VOX, Ciudadanos, y otros partidos de extrema derecha, los que expresan pública e impúdicamente su admiración por Trump y otros neofascistas, los que comparten en su propio muro de Facebook un discurso de xenófobos y neonazis solo porque dice las cosas malas que quieren escuchar contra su propio país, serán los verdaderos libertadores de Cuba.

 Afirman que ellos, los que abandonaron los estudios, los que nunca han aportado al desarrollo del país, los que jamás han trabajado, los que han medrado bajo el humanismo de la Revolución, los que ante el escenario de escaseces materiales inducidas por el bloqueo son fáciles de comprar con unos dólares imperiales, no son salvajes, sino pacíficos manifestantes.

 Pacíficos, héroes que defienden una causa justa y noble, llaman los "Patria y Vida" a los batistianos que enlutaron a miles de madres, a los que invadieron el país por Playa Girón, a los que prendieron fuego a la tienda El Encanto, a los que asesinaron a Fe del Valle, a los que incendiaron el Círculo Infantil capitalino Le Van Than, a los que mataron a hijos de pescadores y carboneros desde embarcación mercenaria contra caseríos costeros, a los que hicieron estallar el vapor La Coubre, a los que pusieron la bomba que voló un avión de Cubana de Aviación en el conocido como Crimen de Barbados, a los que dispararon la metralla mercenaria que dejó a Nemesia sin madre, sin hermanos y sin sus zapaticos blancos.

Pacíficos llaman los "Patria y Vida" a los que planearon asesinar a Fidel, junto a miles de estudiantes y amigos solidarios con la Isla, en el Paraninfo de la Universidad de Panamá, durante la Cumbre Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno en la nación istmeña en 2000; a los que introdujeron el dengue hemorrágico en Cuba que causó 150 víctimas, de ellas 101 infantes; a los que integraron las bandas terroristas de alzados que asesinaron a Manuel Ascunce Domenech, Conrado Benítez, Pedro Lantigua y a otros jóvenes maestros, niños y campesinos, que cometieron el "crimen" de enseñar unos, y de querer aprender a leer y escribir, otros.

Postulan que lo ocurrido el 11 de julio fue un enfrentamiento entre el pueblo y el gobierno, un choque entre dos proyectos de país. Les resulta incomprensible valorar siquiera la posibilidad de que lo ocurrido no es más que el enfrentamiento entre la parte del pueblo que ha sido derrotada por el bloqueo, que se siente vencida, que no puede resistir la presión que impone el gobierno de los Estados Unidos y ha decidido rendirse, abandonar el campo de batalla, entregar las banderas de combate, dejar a sus compatriotas en la estacada, y la parte del pueblo que se mantiene firme en la trinchera, que no cree en imperios ni traidores ni mercenarios, los que han aprendido en seis décadas a resistir todos los embates, los que están seguros de la victoria, los que gritan "¡Patria o Muerte!", los que están convencidos de que "¡Venceremos!".

Tomado de Facebook

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