La palabra bloqueo se dice fácil pero sólo los que lo sufren saben las dimensiones de crueldad que se esconden detrás de la misma. Todo lo habitual para cualquier pueblo que no es bloqueado comienza a ser restringido, escasea, se acaba, desaparece. Y en ese listado de la maldad entran esenciales productos del mercado alimenticio, la salud, la educación, cualquier tipo de industria y otros miles de aspectos que hacen que la maquinaria de cualquier sociedad funcione.
Un año de bloqueo en cualquier país que se produzca, resulta sencillamente tremendo, asfixiante, desmoralizante. Entonces, ¿Cómo se pueden soportar 60 años, sin rendirse a ese enemigo que para colmo está a solo 90 millas de distancia? ¿Cómo convencer a los cómplices mundiales del bloqueador que lo que se puso en marcha es francamente un crimen de lesa humanidad, por lo sistemático y por el nivel perversidad?
Allí es donde aparece el poder de un pueblo en Revolución, la fuerzas de esas mujeres y hombres de Cuba forjados bajo el legado de Fidel, el Che, Vilma y Celia, para nombrar solo a algunos de las y los tantos patriotas de la Isla. No hay más explicación que dar que la de la conciencia y el compromiso de millones de cubanos y cubanas, el amor a lo que tanto les constó construir a quienes los antecedieron, la convicción de que transar con ese enemigo que intenta ahogarlos de mil maneras, sería un suicidio indigno como sociedad. Cuba resistió y resiste porque su pueblo, los veteranos de la vieja guardia aún en pie como las nuevas generaciones hijos y nietos de aquellos barbudos emancipadores, mostraron que al bloqueo se lo puede vencer. Que es sacrificado y muchas veces angustia y genera impotencia, sí, pero que una Revolución que en las peores condiciones ha logrado dar a sus hijos e hijas educación, salud y la alimentación necesaria, debe ser defendida en todos los terrenos necesario. Un proceso de la calidad del cubano, que ha formado a miles de estudiantes del país y otros provenientes del Tercer Mundo, que ha producido innumerables avances en medicina, biotecnología y otras ciencias, que ha exportado alfabetización y atención médica a numerosos países del mundo, incluso aquellos que se dicen “desarrollados”, es algo que llena de orgullo y refuerza la identidad y la autoestima del pueblo.
De esta manera, Cuba sigue venciendo al Imperio criminal y ganando el respeto de toda la humanidad, que hoy vive un tiempo más que difícil, pero sabe que a pesar de todas las dificultades, la Revolución Cubana sigue cuidando a su pueblo, logrando nuevas victorias a nivel científico con las vacunas anti-Covid o acudiendo en ayuda de cualquier otra nación que lo solicite, inclusive aquellas que en toda su hipocresía sostienen aún el bloqueo.
Por estas razones y muchas más, la solidaridad con Cuba, su pueblo y su dirigencia revolucionaria es un deber y una muestra de agradecimiento por todo lo que la Isla genera desinteresadamente en momentos en que el capitalismo procura seguir destruyendo la Naturaleza y la convivencia entre los pueblos. Gritar con todas nuestras fuerzas “abajo el bloqueo” y extender esa consigna como reguero de pólvora es tarea de todas y todos, ahora que nuevamente la Isla deberá pasar por el tamiz de la Asamblea de las Naciones Unidas. Que se escuche!.
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