Nelson García Santos.— Todos los combates devienen trascendentes para encauzar la victoria, pero siempre hay momentos definitorios como esos tres que tuvo la batalla por la liberación de esta ciudad, bajo el mando del inolvidable Comandante Ernesto Che Guevara.
Luego de llegar en la madrugada del 28 en horas de la noche, utilizando una vereda, a la Universidad Central de Las Villas, a pocos kilómetros de la urbe, al amanecer del siguiente día los acontecimientos guerreros se desarrollaron vertiginosamente.
Los rebeldes, luego de la toma de Fomento, desarrollaron una estrategia que abarcó desde la carretera central hasta zonas de Sancti Spíritus, y por el norte tuvo en cuenta los territorios de Caibarién, Remedios y Camajuaní.
Como resultado, el Ejército Rebelde llegó a la ciudad, tras una rápida e incontenible ofensiva que en aproximadamente 12 días arrebató a las fuerzas de la tiranía batistiana más de 40 posiciones situadas en 17 poblados, entre cuarteles y puestos de la Guardia Rural, Policía, la Marina, y capturó a unos 800 prisioneros.
En la Batalla de Santa Clara brilló, como nunca antes, el genio militar del Che Guevara, quien percatado de la escasa defensa en la zona periférica, ordenó el avance de los rebeldes hacia el interior de la ciudad para rodear a las fuerzas enemigas en los cuarteles y otras posiciones.
El enclave militar de la urbe era uno de los más importantes del país. Las tropas de la tiranía la componían más de 3 000 soldados, diez tanques y 12 tanquetas T-17 y un efectivo apoyo de los aviones modelos B-26, F-47, T-33, Seafury, con base en el campamento militar de Columbia y en Camagüey.
El primer golpe cumbre de la liberación de Santa Clara fue la toma, el día 29, del tren blindado, decisivo para el ulterior desenlace bélico, porque les proporcionó armas a los rebeldes, que eran unos 400 y contaban solo con viejos modelos de armas de infantería, algunas ametralladoras pesadas con escaso parque y carecían de artillería.
El otro hecho descollante empleado por el Che fue la decisión de llevar el asalto al nivel de insurrección popular y empleo de la propaganda como arma fundamental, mediante volantes y altoparlantes, para desmoralizar a las fuerzas que iba a atacar.
Durante los cuatro días de la batalla, muchísimas personas les abrieron sus casas a los combatientes rebeldes, a quienes también les ofrecieron alimentos y medicinas, les permitieron romper paredes para facilitarles el avance hacia algunos sitios estratégicos y les ayudaron a hacer barricadas.
Perdidas todas las posiciones batistianas de la ciudad, tras intensos combates como el protagonizado en la toma del cuartel del Escuadrón 31 de la Guardia Rural y la Estación de Policía, donde estaba atrincherada toda la escoria de la dictadura, solo faltaba por rendirse el Regimiento Leoncio Vidal, la tercera fortaleza del país.
Definitivamente lo hizo el día 1ro. de enero para convertirse en el tercer momento cumbre de una batalla, en la cual el Comandante Ernesto Che Guevara, de manera magistral, aprovechó la táctica equivocada de la tiranía de aislar unas fuerzas de otras y de no defender los accesos a la ciudad, para desencadenar una insurrección popular.
Fuente: Trabajo Reconstrucción histórico-militar de la Batalla de Santa Clara, del historiador Alfredo Pérez Carratalá
Tomado de Juventud Rebelde
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