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Alicia y el ballet, un láser merecido por Cuba y su Revolución

Espléndido Gran Teatro de la Habana Alicia Alonso 
Norelys Morales Aguilera.-- Un intenso placer estético produce la excelencia de una interpretación del elenco del Ballet Nacional de Cuba. Crece cuando se piensa que esta pequeña Isla, por algo que no puede ser bien explicado y menos replicado, se incluya como escuela cubana de ballet, hecho hasta hoy reservado a algunos europeos o norteamericanos.

Suerte que en esta tierra se dieran una Alicia Alonso, prima ballerina assoluta, y los insignes hermanos Fernando y Alberto Alonso, que solo con su arte y apenas recursos, trabajaran, soñaran, y sumaran a una pléyade de colaboradores para elevar la danza al pueblo cubano con el advenimiento de la Revolución en 1959.

Muy disfrutable la velada por la transmisión en vivo de la Televisión cubana. Estas galas son una tradición de la compañía danzaria en homenaje al triunfo de la Revolución.

Pero esta vez, celebraba además, la reapertura del espléndido Gran Teatro de La Habana, desde septiembre de 2015 Alicia Alonso, que presenciaron los encargados de la costosa restauración, el presidente cubano Raúl Castro y ministros, junto distinguidas personalidades de la vida política, social y cultural del país.

Horas después, leía, que en el programa de mano diseñado para el acontecimiento, la insigne bailarina y directora del BNC expresaba: ”Mi agradecimiento al Consejo de Estado de Cuba, y a mi pueblo, que ha recibido con alegría la noticia de que ahora existe el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso. En estos momentos vienen a mi memoria los artistas que anteriormente actuaron en este teatro y la generosidad que significa escoger el nombre de uno de ellos para designarlo. Ser yo la escogida es una acción tan bella y generosa, que es algo que me sobrepasa. Solo acierto a decir: ¡Gracias, muchas gracias!"

También, una dice gracias a todos y por todo, o quizás junte las manos con el saludo budista porque dar gracias se queda corto.

Es que hubo un antes una condesa Merlin, María de las Mercedes Beltrán Santa Cruz y Montalvo -La Habana 1789 – París 1852-, que describió el recinto, como “rico y elegante a la vez” y afirmó que “Solo los primeros teatros de las grandes capitales de Europa pueden igualar al de La Habana” comenta la revista Cubahora.cu. Nadie como nuestra refinada y conocedora Condesa para saberlo en aquellos años.

Pero, no son obra de Don Mercado y Don Dinero en la singularísima Cuba, unos continuadores como Anette Delgado, Dani Hernández, Sadaise Arencibia, Alfredo Ibáñez, Viengsay Valdés y Víctor Estévez, solistas y cuerpo de baile, junto a una brillante orquesta dirigida por el maestro Giovani Duarte, regalándonos el primer acto de Giselle, el segundo de El lago de los cisnes y el tercero de Coppelia. Arte de élite para todos los cubanos. Y, se dice y escribe fácil. Es la utopía realizada, el imposible que se hizo posible, para que lo sea en la infinitud, parafraseando a Lezama Lima.

Alicia, y todos ellos, son un merecimiento de los cubanos, en una velada, que como láser, concentró casi dos siglos de vida, obra, revolución y arte de la nación cubana.

Fotos: Granma, Juventud Rebelde y ACN

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