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Gerardo, hoy cumple 49 años |
"La Fiscalía considera, y así lo ha pedido, que debo pasar el resto de mi vida en una cárcel. Confío en que si no es en este, en algún otro nivel del sistema, la razón y la justicia prevalecerán por encima de los prejuicios políticos y los deseos de venganza y se comprenderá que no hemos hecho ningún daño a este país, que merezca semejante condena. Pero si así no fuera, me permitiría repetir las palabras de uno de los más grandes patriotas de esta nación, Nathan Hale, cuando dijo: "Solo lamento no tener más que una vida para entregar por mi patria".
Años después y publicado en 2012 escribiría este Monólogo: Cuba es Cuba hasta en una prisión norteamericana
- Eh “Cuba”, ya abrieron la celda.
Estas son las palabras que oigo a diario cuando en las madrugadas mi compañero de celda me avisa del conteo, - arriba!, todos afuera, dicen los guardias, al número 004-58725 digo todos los días presente, como en una escuela primaria cuando los profesores pasan la lista.
Luego del pase de lista y el desayuno salgo a un patio donde supuestamente uno se recrea, recrearse es caminar o conversar con mis compañeros de galera, pero realmente dedico mi tiempo a disfrutar del poco paisaje que desde aquí se divisa: un pequeño poblado rodeado de un cordón de seguridad. Las casas de madera, inhabitadas, a las que se prohíbe el paso. Casas abandonadas, porque hubo emanaciones de una sustancia tóxica y las autoridades desalojaron el pueblo. La sustancia es peligrosa y por eso no se destruyen, existe el temor que se expanda al demoler las viviendas. Los hogares vacíos realmente le dan una imagen de pueblo fantasma a ese entorno.
Para acceder al lugar donde estoy actualmente hay que atravesar un camino polvoriento en medio de una especie de desierto rodeado de montañas, en el día el calor supera los 40 grados y en las noches el frío es muy inferior a 0 grados. La misión en Cabinda, con los campamentos bajo tierra no solo me entrenó para resistir el hueco, tan frecuente en estos años, sino los cambios bruscos de temperatura.
Se aprecian varias torres gigantescas con miras telescópicas a una distancia prudencial. La prisión es un complejo fortificado donde se encuentran las distintas unidades, una especie de masa compacta totalmente gris de cemento y acero rodeada de gruesos alambres. No hay ventanas, lo que da mayor sensación de encierro.
- Ah, ya son las 11:00 que milagro que no han dado la señal de ir a almorzar, desde aproximadamente las 6 de la mañana no como nada.
- Ya era hora, enseguida que dan la señal se aprecia una columna bastante larga rumbo al comedor.
Hay que apurarse para ingerir los alimentos, pues a las dos de la tarde tras otro conteo nos dirigimos a nuestro lugar de trabajo, aquí mismo dentro de la prisión, trabajamos fuerte por solo tres o cuatro pesos, que se me van en el franqueo de las cartas, realmente me encanta que me escriban, las misivas me dan fuerza para seguir en este combate.
Ya en el comedor tengo por costumbre sentarme aparte con un anciano que lleva varios años acá, pero en mi puesto hay alguien, ¡Uh, no me gusta eso!. Puede ser una provocación.
Aquí los presos se sientan por pandillas, los chicanos, los negros, los blancos, pero yo no puedo sentarme con ninguna para no tener enemigos, por tanto tengo que ir a hablar con quien esta en mi puesto.
- Oye socio allí me siento yo.
El reo no hace caso y sigue comiendo.
- Socio. Compadre aquí me siento yo.
Pongo fuerte la bandeja de comida sobre la mesa. Inmediatamente con el ruido de la bandeja todo el mundo se para de sus sillas. Uno de los chicanos me pregunta:
-Oye Cuba pasa algo.
Aquí haciendo uso de mi agilidad mental y la experiencia para no buscarme problemas con nadie busqué una salida que me ayudó a resolver el problema.
-No, no, no, él que ya se va.
El provocador se impresionó y se levantó.
Así puede resolver una situación que podía haberse complicado.
Sin reposar mucho, cojo mi saco, mis guantes y salgo por las áreas de la prisión que tengo asignadas a recoger la basura, este es un trabajo bastante fácil, aunque cansa, las vueltas que da la vida un diplomático recogiendo basura.
En esta actividad estoy hasta las cuatro de la tarde, que me baño y voy a comer, para a las 7 estar en la cola del teléfono y llamar a la mujer más linda del mundo, bueno es mi mujer, no.
Luego de luchar con el teléfono y la congestión en las líneas inherentes en una llamada desde EE.UU. a Cuba logro comunicarme:
- Oigo. Dice Adriana.
-¡Industriales Campeón!- Es la primera frase que digo cuando la llamo. Ella responde.
-Oye estás embarcado Industriales no coge este año ni cajita.
Cuando creo que va llorar le hago chistes para sacarla un poco de este rollo que vivimos a diario, le digo:
- Tu sabes este fin de semana no pude salir a pasear porque el transporte aquí está muy malo.
Cosas así hacen que ella se ría y sufra menos.
Tras llamar, voy a leer libros, noticias, me organizo para el día siguiente
Afuera, nuevamente un conteo, el último del día, tras concluir, la voz de adentro. Nuevamente a la celda.
Déjame ponerme a ensayar una historia que voy a contar mañana, es sobre un anciano, y tengo que aparentar parquinson. Me encorvo y comienzo a temblar. En eso pasa un guardia y me alumbra con su linterna y me dice:
- Oye Cuba ya te quemaste, yo pensé que tu estabas preparado para esto.
- No compadre es una historia que voy a escenificar mañana.
Todas las noches digo: otro día más al servicio de la patria, un día menos, aunque mi condena es para toda la vida, confío en los miles de amigos que tengo en el mundo que harán que las rejas de los Cinco se abran.
Aquí en estos menesteres hay que buscar mecanismos para impedir que la vida se haga más dura, y poder mantener la esperanza de que algún día, triunfaremos.
Tomado del blog Jorgito por Cuba
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