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Doodle de Google con Carlos Juan Finlay y Carlos Mérida, solo para Latinoamérica

Google, hoy ha rendido homenaje al aniversario 180 del nacimiento de Carlos Juan Finlay, el médico cubano que descubrió que la fiebre amarilla se transmitía mediante los mosquitos.

Es el segundo doodle en apenas dos días que el buscador introduce en Latinoamérica, tras el de ayer de Carlos Mérida, el pintor y escultor guatemalteco

El experto cubano nació el 3 de diciembre de 1833 en Camagüey y murió el 19 de agosto de 1915 en La Habana por un accidente cerebrovascular. En 1881, el médico identificó que el mosquito hoy conocido como Aedes aegypti era un agente transmisor de la fiebre amarilla, descubriendo que era la hembra fecundada la que transmitía la enfermedad. Expuso su hipótesis en la Conferencia Sanitaria Internacional en
Washington, la cual fue recibida con escepticismo por parte de los asistentes, según redacta Daniela Silva R.

De vuelta a Cuba, el experto realizó experimentos con voluntarios y no sólo comprobó su teoría, sino que también descubrió que aquellos que habían sido picados por un mosquito infectado y se contagiaban con la enfermedad quedaban inmunizados frente a futuros ataques.

Pese a su descubrimiento, la investigación de Finlay fue ignorada hasta veinte años después, cuando la comunidad científica volvió a revisar sus estudios.

En memoria a sus descubrimientos, el 3 de diciembre se celebra el Día de la Medicina Latinoamericana, en varios países de la región.

La Oración de Finlay leída en la sesión solemne de la Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana del 3 de diciembre de 1943.
Honor señores demando, para tan grande hombre de Ciencias, probado como nadie en el infortunio de la incomprensión, hombre de constancia y laboriosidad insuperables, de fe firmemente arraigada, amante de la Verdad que proclamara sin ambages y dotado de condiciones morales y de carácter que parecían creados para su noble propósito, que llegado a la tierra cual nuevo Mesías, para los que la corona de laureles que el Mundo finalmente les brinda, simula en sus sienes, aquella que la Humanidad cruel colocase en las del Mártir del Gólgota.
Bendito sea también su excelso nombre.

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