Durante siete años, Capote, profesor de la Universidad de Ciencias Pedagógicas en esta capital, reclutado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos en el año 2006, cumplió misiones para los Órganos de la Seguridad del Estado.
Mientras, recibía de la CIA tareas para la búsqueda de diferentes tipos de información y la encomienda de fomentar una intelectualidad de derecha a través de varios proyectos subversivos, entre ellos la creación de una agencia literaria y una biblioteca virtual.
Este cubano, profesor y escritor, fue objeto de estudio por diplomáticos de la Sección de Intereses de los Estados Unidos (SINA) en La Habana, precisa el material, séptima entrega de esta serie de denuncia.
Funcionarios de esa representación comenzaron a establecer contactos con él a partir del 2004, para lo cual sirvió como intermediario el contrarrevolucionario Dagoberto Valdés.
Los vínculos iniciales, de acuerdo con los testimonios de Capote, "tuvieron mucho que ver con invitaciones a cócteles, a cenas, a comidas".
Ese procedimiento, advierte el documental, lo ha empleado la CIA en su accionar para estudiar a personas y establecer nexos mediante oficiales con fachada de diplomáticos de la SINA.
En poco tiempo Capote, quien también fue dirigente de la Asociación Hermanos Saíz en la provincia de Cienfuegos, logró establecer relaciones con la mayoría de los diplomáticos de la SINA que pasaron por La Habana.
Pero cuando las tareas se fueron haciendo cada vez más complejas recibió indicaciones de que no se acercara más por la Sección de Intereses.
Fue así como empezaron a atenderlo directamente dos estadounidenses radicados en el exterior: Rene Greenwald, oficial de la CIA, que en la década de 1960 organizó planes terroristas contra la Revolución cubana, y Marc Wachtenheim, colaborador de la propia agencia.
Wachtenheim ocupó, entre otros cargos, el de director del Programa Iniciativa de Desarrollo de Cuba de la Fundación Panamericana para el Desarrollo (FUPAD), con sede en Washington.
Esa entidad canaliza los cuantiosos fondos de la USAID (Agencia para el Desarrollo Internacional de Estados Unidos), destinados a los planes de subversión contra Cuba.
Precisamente fue Greenwald, quien reclutó a Capote en una visita que le hiciera a este en su casa, donde le preguntó abiertamente si él aceptaba trabajar para el gobierno de Estados Unidos. A partir de ese instante se le pidió que firmara sus informes con el seudónimo de "Pablo".
En casi 40 minutos, el video expone argumentos irrefutables sobre la prioridad que le conceden los servicios de inteligencia estadounidenses a la fabricación de "líderes sociales", que respondan a los objetivos de Washington.
Históricamente, la CIA ha intentado reclutar para su labor de espionaje y subversión a ciudadanos cubanos de dentro y fuera de la Isla.
Como parte de esta política tan recrudecida en los últimos años, los intelectuales se han convertido en punto de mira de los intereses de la Casa Blanca, subraya la denuncia.
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