El País le hace una No entrevista a Rosa Miriam y desconoce a Jorge Ángel.
Enrique Ubieta Gómez
Una vez más El País demuestra que el capitalismo no tolerará jamás la libre expresión. Ramón Lobo se las ingenia para recortar las respuestas disidentes de Rosa Miriam Elizalde, rodearlas de frases prefabricadas por el rencor, y deslizar acotaciones que desvirtúan lo que él --pequeño Dios soberbio--, nos permite conocer de lo que ella dijo.
Si la entrevistada habla de las "penurias tecnológicas" que el bloqueo económico norteamericano nos impone en el uso de Internet, el entrevistador (léase mejor, el Consorcio PRISA que paga y manda) escribe que "las dictaduras navegan mal por Internet, donde circulan ideas, noticias e imágenes con rapidez y libertad".
Pero cada acotación suya desmiente esa libertad. Mientras Rosa Miriam habla con calma, y matiza sus argumentos, el Consorcio trasnacional replica con epítetos, en blanco y negro (es decir, en negro). Si uno se salta los comentarios del emisario de la Empresa El País, la explicación de la periodista cubana resulta arrolladora:
"Sufrimos un embargo tecnológico. EE UU nos impide el acceso al cable submarino; dependemos de las conexiones por satélite en las que la velocidad es muy lenta", se queja la periodista. "El embargo no es una excusa, sino una realidad cotidiana. Cuba fue el último país de América Latina en acceder a Internet en 1996 debido a la Ley Torricelli y aún nos prohíbe el acceso al comercio electrónico. Tengo 43 años y he vivido toda mi vida bajo él. No podemos comprar software y si lo hacemos es en otros países y pagamos ocho veces más. Creamos la web con programas gratuitos en Internet".
A veces, los comentarios del entrevistador revelan la prepotencia del nuevo rico, que navega en mares turbulentos, de crisis, pero que se siente superior a sus hermanos, hasta ayer muy cercanos en penurias económicas. Son observaciones de comadre de aldea: "un hombre de traje oscuro y antiguo que se presenta como presidente de una asociación local de escritores, devora una pizza de quesos del país"; "(ella) tenía capricho de algún plato vasco en honor de su abuelo, pero se conforma con una sepia a la plancha"...
No estoy seguro de que el ignorante emisario del Consorcio PRISA --me refiero a Ramón Lobo---, sepa que ese señor pobre, que es descrito por su ropa "antigua", y del que habla en tono despectivo, es Jorge Ángel Hernández (poeta, narrador, ensayista, Villa Clara, 1961), uno de los más importantes escritores cubanos de su generación (de los de afuera y de los de adentro), avalado por innumerables premios.
Pero los escritores cubanos se dividen para El País en dos grupos: el de los brillantes y el de los oscuros. No es una división extraña; lo sorprendente es que la calificación no la merecen por su obra literaria, sino por sus pronunciamientos políticos. Los brillantes son aquellos que coquetean con las posiciones (políticas) de PRISA; los oscuros --como el traje antiguo que fatalmente pudo conseguir para su viaje Jorge Ángel--, aquellos que se niegan a la manipulación. El mensaje es todavía más indignante y espúreo: el Poder advierte que cualquier escritor por importante que sea, no será promovido (ni siquiera mencionado por su nombre) en los grandes medios, si no se declara en contra de la Revolución cubana. Formidable lección de lo que PRISA entiende por "libertad de expresión".
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