Militares retirados de EE.UU., preocupacion por la política de Trump frente a Cuba

Mario Ramos*.─ En abril de 1959, el líder de la Revolución Cubana, comandante Fidel Castro, realizó su primer viaje a los EE.UU. En esa ocasión Fidel recibió una invitación para que impartiera una conferencia en la Universidad de Princeton. En ese momento, la juventud estadounidense, apenas empezaba a tener algo de conciencia sobre el rol imperial de los EE.UU en el mundo, y su sociedad atravesaba por una situación crítica en materia de derechos civiles y humanos (macartismo, movimiento afroamericano, etcétera). Cuba en 1959 buscaba sostener una política amistosa con EE.UU y que esa relación de mutuo respeto contribuya al desarrollo social de Cuba ¿Qué sucedió que eso nunca fue posible?

Los neoyorquinos se han considerado algo diferentes a los demás estadounidenses. Nueva York terminó conformándose como una ciudad cosmopolita, lo que permitió la generación de un movimiento cultural y político sui generis en varios sentidos. En esa ciudad la Revolución cubana fue comentada con mucho interés como antes lo habían sido la Revolución mexicana y la República española. Se produjo una importante diversidad de ideas sobre el socialismo cubano, pero la riqueza intelectual de aquellos debates fue desaprovechado por los dos gobiernos, el estadounidense y el cubano. En un principio, varios círculos liberales de la izquierda neoyorquina [1], evaluaban a la Revolución cubana como un movimiento nacionalista al estilo del peronismo argentino o el cardenismo mexicano y no se comprendía la excesiva hostilidad que ejercía su gobierno sobre Cuba. Por lo demás, el nacionalismo en América Latina adquiere un fuerte contenido anti-estadounidense, y con mucha razón, existe un permanente intervencionismo en nuestra región. En el caso concreto de Cuba se tiene que tener presente la intervención militar de 1898 y las ocupaciones de la isla en 1902, 1906 y 1909 en mucho inspiradas por la Enmienda Platt (1901-1934), entre otros hechos históricos, como por ejemplo el tema de Guantánamo.

Muchos de los intelectuales estadounidenses involucrados en el debate señalado, y que habían defendido la opción socialista adoptada por la dirigencia cubana, terminaron distanciándose cuando constataron los efectos sobre la economía y la cultura de la isla, la reproducción de instituciones y estilos del ‘socialismo real’ de la ex URSS y Europa del Este. Para las izquierdas neoyorquinas en un principio la Revolución cubana simbolizaba un proyecto político diferente a ese ‘socialismo real’, el socialismo cubano al menos en su primera década adquirió una naturaleza experimental que causó simpatía en aquellas izquierdas y que luego, señalaron, terminó institucionalizándose a lo soviético, en los años setenta. Recordemos que Ernesto Guevara fue uno de los que cuestionaba los socialismos reales y a los partidos comunistas latinoamericanos, pero como sabemos el Che dejó la política interna cubana para emprender nuevos proyectos revolucionarios. El Che personificaba la idea de revolución socialista a la que aspiraba la izquierda neoyorquina, la ausencia del Che de la esfera pública cubana hacía temer una estatización indiscriminada de la vida económica, social y cultural que produciría la burocratización del socialismo cubano.

La sovietización que finalmente adopto en mucho el modelo cubano fue el resultado de un proceso difícil, gradual y complejo [2]. Se debe considerar el contexto geopolítico específico de aquella época, recordemos que el proyecto político cubano en sus inicios se movió en medio de la tensión ideológica de la Guerra Fría, la China de Mao, la Indonesia de Sukarno, la Argelia de Ben Bella, el Egipto de Nasser, la guerra de Vietnam y los procesos de descolonización del llamado Tercer Mundo. Apenas tres años antes del triunfo de la Revolución cubana se había producido el derrocamiento del presidente guatemalteco Jacobo Arbenz. En ese marco, en 1961 se precipita la ruptura entre EE.UU y Cuba cuando se ejecuta la invasión de Bahía de Cochinos a cargo de la Brigada 2506 organizada, entrenada y financiada por la CIA. Finalmente la crisis de los misiles en octubre de 1962 aceleró la inserción de la isla al bloque soviético.

Este preámbulo se hace necesario para introducir el elemento de análisis que queremos proponer a propósito de la sugestiva noticia que el diario El País nos trae este 21 de abril de 2017. Se informa que antiguos oficiales estadounidenses piden a Trump siga con el deshielo hacia la isla para evitar que se ligue a China y Rusia [3].

“Si no nos conectamos económica y políticamente, no hay duda de que China, Rusia y otros con intereses contrarios a los nuestros se apresurarán a llenar el vacío", dicen en una carta enviada este jueves al consejero de seguridad nacional y teniente-general H. R. McMaster. Un mensaje de militares a militar para pedir sentido común estratégico.

"En los calientes debates sobre la normalización de relaciones con Cuba se pasa a menudo por alto que supone una oportunidad para fortalecer la seguridad nacional", sostienen los exmilitares, que consideran que para Washington estar bien avenido con La Habana es relevante tanto a nivel bilateral –"La situación de Cuba en el Caribe y su proximidad a Estados Unidos la convierten en un aliado natural y de alto valor estratégico en asuntos urgentes como el terrorismo, el control de las fronteras, enfrentamiento al narcotráfico, protección medioambiental y manejo de emergencias"– como en el marco hemisférico: "Completar la reapertura de relaciones con Cuba (...) nos ayudaría a reformular nuestros vínculos con Latinoamérica, aislando a nuestros adversarios".
En marzo algunos de los firmantes de la carta visitaron Cuba y hablaron con miembros del Gobierno cubano que les expresaron su preocupación por la política que pueda adoptar Trump. (…) "No se ha definido aún una política hacia Cuba (...) y por eso estamos dando este paso en este momento. Para decir: "No vean esto [el acercamiento] simplemente como algo que hizo Obama y que odian porque lo hizo Obama. Aprovechemos los aspectos de seguridad nacional del asunto, y cuenten con que sería un enorme éxito para el presidente Trump abrir más el comercio en beneficio de las empresas de Estados Unidos".

Interesante, pero por qué no se ha completado el fin de ese criminal bloqueo contra Cuba. En agosto de este año se van a cumplir dos años desde que el secretario del Departamento de Estado John Kerry reabrió la embajada estadounidense en La Habana y el propio Obama no hizo uso de sus facultades ejecutivas con más decisión para avanzar en el desbloqueo. Pueden existir varias razones a la pregunta planteada, pero básicamente destacamos dos: 1) el influyente lobby cubano americano siempre es un factor que busca frenar y entorpecer el normal relacionamiento entre Cuba y EE.UU, y en el actual escenario geopolítico ese lobby juega un rol en los procesos de desestabilización contra los gobiernos nacional populares de Nuestra América, lo que le hace ganar protagonismo. Esto se hizo evidente cuando apareció la republicana Ileana Ros-Lehtinen en claro relacionamiento con miembros de la oposición subversiva ecuatoriana a propósito de las recientes elecciones presidenciales en Ecuador; 2) de una u otra manera, lo que se conoce como estado profundo, sigue ejerciendo su inercia en el estatus quo anterior a la iniciativa de Obama, quitarle dinámica a esa rutina era una cuestión que siempre se valoró, tomaría su tiempo.

Sin embargo, hay una razón estructural que ha hecho difícil la relación de Nuestra América con los EE.UU. El Che ya lo había señalado, existe una contradicción fundamental y esta es la lucha de nuestros pueblos contra el neocolonialismo e imperialismo. Como se ha evidenciado históricamente, los EE.UU siempre han buscado erradicar todo atisbo de desarrollo integracionista y soberano en nuestra región, esto lo constatamos respecto a su actitud con los actuales gobiernos nacional populares, pero igual situación se produjo con anteriores gobiernos caracterizados como nacionalistas, así tenemos el caso del derrocamiento de Jacobo Arbenz en Guatemala, Salvador Allende en Chile o Rómulo Gallegos en Venezuela, para no alargarnos en la lista; todos ellos, presidentes electos democráticamente, que fueron derrocados con la complicidad de los EE.UU.

Pero lo que creemos se debe subrayar del planteamiento de los ex altos mandos militares estadounidenses, es que hay un reconocimiento implícito de que actualmente vivimos en un mundo multipolar y no se puede permitir que varios países de Nuestra América, de acuerdo a su enfoque, caigan en el supuesto control de China y Rusia, otorgando a esos países la misma condición imperial de los EE.UU, algo que no es exacto. Además en su preocupación subyace la idea de que no se debe repetir errores históricos cometidos anteriormente, por ello el preámbulo que realizamos al inicio de este artículo.

Esto puede abrir oportunidades de negociación geopolítica a Cuba y en general a los países de Nuestra América si se trabajara de manera conjunta. Pero con Trump nada está claro, sus últimos gestos en política internacional son la señal de que ha traicionado a sus electores y el estado profundo al parecer terminó por domesticarlo, por lo que es impredecible la actitud que pueda asumir respecto a Cuba, al menos, por el momento así está la cuestión.

Para terminar, es necesario que los gobiernos progresistas de Nuestra América establezcan una relación orgánica con las izquierdas estadounidenses. En la época histórica que revisamos brevemente, la izquierda neoyorquina estableció un comité denominado Fair Play for Cuba Committee (FPCC). Esta estructura tuvo su propia historia pero lo concreto es que no se logró sostener una relación de mutuo beneficio entre la izquierda norteamericana y el proceso político cubano.

Hoy en día, los gobiernos progresistas de Nuestra América, como parte de su estrategia de defensa de su modelo de desarrollo que busca ser socialista, deben proponerse fortalecer vínculos con la izquierda estadounidense.

*Director del Centro Andino de Estudios Estratégicos

 Fuentes consultadas:

 ROJAS, Rafael; Traductores de la utopía, Fondo de Cultura Económica, México, 2016.

 El País, 21 de abril de 2017; Altos mandos militares retirados de Estados Unidos urgen a Trump a no dar la espalda a Cuba, http://internacional.elpais.com/internacional/2017/04/20/estados_unidos/1492725142_709826.html

[1] A propósito el New York Times ha sido por lo general el periódico más involucrado con el proceso político de la isla.

[2] Por ejemplo, Susan Sontag se quejaba de determinadas prácticas estalinistas como las relacionadas con los campos de trabajo de las unidades militares de ayuda a la producción (UMAP); la expulsión de Allen Ginsberg por haber respaldado a los jóvenes escritores libertarios de la editorial El Puente y acoso a escritores disidentes, y la persecución a los homosexuales. Sin embargo, Sontag creía que la Revolución cubana estaba obligada a crear un socialismo diferente al soviético y veía esos problemas como errores que se corregirían.La revista Monthly Review, fundada y dirigida por los marxistas Paul M. Sweezy y Leo Huberman cuestionaban la ortodoxia soviética y su rechazo al psicoanálisis y la política estalinista hacia la comunidad judía. Esta revista cuando Fidel declaró la vía socialista de la Revolución Cubana, le dedicó varios artículos al proceso.

[3] http://internacional.elpais.com/internacional/2017/04/20/estados_unidos/1492725142_709826.html

Publicado en: http://www.alainet.org/es/articulo/184980

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