La política migratoria cubana y el desajuste anticubano en EE.UU.

M. H. Lagarde.- Mientras Cuba abre sus puertas con la implementación de cambios en su política migratoria, la mafia de Miami, liderada por congresistas de origen cubano, persiste en politizar, como ha hecho hasta ahora, las salidas y las entradas de los cubanos a su país.

Resulta que las nuevas reformas migratorias cubanas representan un peligro para la llamada Ley de Ajuste Cubano no porque dejen sin sentido y justificación a ese engendro legal estadounidense creado en 1966 para “supuestamente” salvar del comunismo a los cubanos perseguidos en la Isla, sino porque, como asegura El Nuevo Herald, “podrían alentar a más cubanos a emigrar a Estados Unidos en busca de residencia para luego regresar a la isla a visitar familiares, creando la impresión de que no están huyendo de la dictadura, dijeron en Miami los congresistas republicanos cubanoamericanos Ileana Ros-Lehtinen y Mario Díaz-Balart”.

De acuerdo con la lógica enrevesada y manipuladora de estos señores, quienes por cierto se encuentran entre los principales beneficiarios de la industria anticubana que funciona en Miami: “la percepción de que los cubanos son inmigrantes ordinarios, no refugiados del comunismo, es lo que podría llevar a la debilitación de la ley ya que algunos miembros del Congreso podrían llegar a la conclusión de que estas personas sólo buscan la residencia con fines económicos”.

O sea que, para los mafiosos de Miami, los cubanos que a partir de este 14 de enero se presentaron en las oficinas migratorias para confeccionarse un pasaporte o asistieron a las agencias de vuelos a adquirir un pasaje son de todas formas, -sea cuáles sean las razones que tengan para querer emigrar o viajar-, perseguidos políticos de la “dictadura” cubana.

La realidad es que a la mafia de Miami le duele profundamente que la nuevas medidas en política migratoria adoptadas por Cuba hayan dejado sin sustento a la Ley que, más que diseñada para salvar a los cubanos de la “opresión” comunista, solo ha servido para alentar a la subversión interna y a las regatas de la muerte en el estrecho de la Florida.

Después de la eliminación de los trámites burocráticos, por la parte cubana, que complicaban la posibilidad de viajar y de las restricciones que impedían a los cubanos que habían desertado de misiones o emigrado ilegalmente regresar a su país, los mafiosos de Miami tendrán que buscar nuevas mentiras para armar sus campañas de propaganda anticubana y poder mantener activo el negocio del bloqueo y otras medidas anticubanas subvencionadas por Washington.

“No sé qué va a pasar con la Ley de Ajuste Cubano. – afirmó ante la prensa la congresista Ileana Ros Lehtinen-: Debemos examinarla para ver si aún cumple el objetivo que buscaba cumplir. Hay que ser claros, damos la bienvenida a cubanos que buscan la libertad en Estados Unidos. Por eso tenemos mecanismos como la Ley de Ajuste Cubano que han ayudado a personas que huyen de la opresión. Pero no está diseñada para ser un mecanismo bajo el cual una persona dice ser cubana pero desea viajar una y otra vez entre Estados Unidos y Cuba para vacacionar en la isla. No está diseñada para eso”.

Mucho menos se sabe cómo van a quedar los “perseguidos” llamados “opositores” cubanos, quienes, por cierto, fueron los primeros en acogerse y beneficiarse con las bondades de la nueva política migratoria cubana.

En inusual hecho para alguien perseguido, la bloguera mercenaria Yoani Sánchez, declaró ante la prensa internacional -en plena calle, frente al departamento de Inmigración y Extranjería de su municipio-, que se le había comunicado que luego de los quince días que demoraba la confección de un nuevo pasaporte por ella solicitada podría viajar a donde deseara.

Otro tanto ocurrió con el huelguista de hambre profesional, Gillermo Fariñas, a quien , según El Nuevo Herald, las autoridades le informaron que podría salir y regresar a la Isla cuando quisiese si así lo estimaba.

Las nuevas reformas podrían ir más allá de la Ley de Ajuste Cubano y dinamitar otros flancos de enfrentamiento del gobierno de Estados Unidos contra Cuba.

Qué dirá ahora el Congreso ahora sobre la “represiva” libertad de movimiento de los mantenidos por la USAID. ¿Podrán los “perseguidos”, financiados por el dinero del contribuyente norteamericano, viajar una y otra vez entre Estados Unidos (u otros países) y Cuba para vacacionar en la isla?

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