Cuesta creer que la UE sostenga una política restrictiva para Cuba sobre la base de “avances en la democratización y los derechos humanos en la isla” cuando cada día se prueba que los países del bloque europeo son los que retroceden más en la materia.
En esto no hay excepciones, pero Suecia y la República Checa, dos de los más activos promotores del bloqueo yanqui al estilo europeo, aparecen citados varias veces en reciente informe de Amnistía Internacional por violaciones.
Amnistía Internacional presenta un balance severo y sin concesiones sobre la situación de los derechos humanos en el Viejo Continente. Así, para Cuba, y contrariamente a los países miembros de la Unión Europea, Amnistía Internacional no señala ningún caso. La Unión Europea patentiza que es una zona hipócrita.
Desde 1996, la UE impone una Posición Común a Cuba, oficialmente a causa de la situación de los derechos humanos, aunque en la práctica, representa una política de sanciones y condicionamientos políticos a hipotéticos acuerdos diplomáticos, de inversión o vinculados con los fondos de cooperación al desarrollo. Fue impulsada desde el Partido Popular europeo a instancias del ex presidente español José María Aznar obedeciendo al presidente norteamericano George Bush.
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