Aliados árabes de EE.UU. se “hunden en la arena”, pero el gobierno de Obama en un cenagal

El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, expresó su apoyo a una "transición ordenada" en Egipto en conversaciones telefónicas con líderes extranjeros, dijo el domingo la Casa Blanca, según REUTERS.

Obama conversó el sábado por teléfono con el rey saudita Abdullah, el primer ministro turco, Tayyip Erdogan, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y el domingo con el primer ministro británico, David Cameron.

"Durante sus conversaciones, el presidente reiteró su enfoque de oponerse a la violencia y llamó a la moderación; apoyando a los derechos universales, incluyendo el derecho de reunión pacífica, asociación, y expresión y el apoyo a una transición ordenada a un Gobierno que responda a las aspiraciones del pueblo egipcio", dijo la Casa Blanca.

La secretaria de Estado Hillary Clinton realizó recientemente una gira de cuatro días por Medio Oriente, y dijo en cada parada a diversos aliados y enemigos, de manera típicamente estadounidense, lo que deben hacer. Y sin embargo, mientras hablaba, los eventos en el Líbano, Iraq, Argelia, e incluso Egipto parecían escapar cada vez más al control de EE.UU.

Para rematar, el régimen en Túnez, uno de los Estados autocráticos y represores que Washington ha apoyado durante años mientras parloteaba sobre “democracia” y “derechos humanos”, comenzó a derrumbarse.

En Doha, Qatar, frente a una audiencia de elite salpicada de responsables de la región, Clinton emitió repentinamente una advertencia a los dirigentes árabes de que la gente se había “cansado de instituciones corruptas y de un orden político anquilosado” y que “de demasiadas maneras, los fundamentos de la región se están hundiendo en la arena”.

Túnez hervía de ira y había disturbios por alimentos en Argelia y Jordania y la jefa de la diplomacia norteamericana insistió en que es hora que los aliados de EE.UU. cambien su forma de ser y se abran a la “reforma”.

Un informe del New York Times, típico de la cobertura en este país, describió su discurso como una “crítica abrasadora” que también “sugirió una frustración porque el mensaje del gobierno de Obama al mundo árabe no se había hecho comprender”.

Y ése, claro está, era el truco. Después de todo, desde que Barack Obama entró al Despacho Oval en enero de 2009, la política exterior de EE.UU. se ha desarrollado esencialmente al modo de fines del segundo período de Bush y en gran parte en piloto automático, dirigida por un secretario de defensa heredado y una secretaria de Estado que igual podría haber sido escogida por John McCain, si hubiera llegado a la presidencia.

Basta con volver a considerar el discurso de Clinton y, fuera de una descripción razonablemente exacta de algunos problemas regionales (y esa frustración), no ofrece otra cosa que las más vagas trivialidades.

El problema es que los planificadores de política exterior de Washington parecen carecer de ideas, literalmente sufren de muerte cerebral, precisamente cuando el mundo está evidentemente fluyendo. En sus reacciones, incluso en su retórica, hay notablemente poco nuevo, aunque desde Túnez a India, China a Brasil, nuestro mundo cambia ante nuestros ojos. LEER MÁS

Ilustración Robert García tomada de rebelion.org

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